Reflexión cristiana|Vi el gran poder de Dios en el accidente
La Escritura dice: “mi Dios, mi roca en quien me refugio; mi escudo y el cuerno de mi salvación, mi altura inexpugnable y mi refugio; […]” (2 Samuel 22:3). Estas palabras son dignas de confianza.
La tarde del 5 de septiembre de 2008, volvía a casa desde el Pueblo en bicicleta. Cuando transitaba por un camino rural, apareció inesperadamente un automóvil detrás de mí y chocó directamente contra la rueda trasera de mi bicicleta. Entonces mi bicicleta salió volando a varios metros de altura, caí hacia atrás y la parte trasera de mi cabeza golpeó el parabrisas con fuerza. Al avanzar el automóvil a gran velocidad y detenerse tan bruscamente, fui arrojado desde el capó del automóvil a más de cuatro metros de distancia. En ese momento, sentí que todo giraba a mi alrededor, caí al suelo y perdí el conocimiento.
No sabía cuánto tiempo había pasado. Cuando me desperté pensé que, de no estar muerto, sufriría graves lesiones de por vida. En silencio oré a Dios en mi corazón, “¡Oh, Señor! Fue por tu protección que el auto no acabó con mi vida. Ahora me preocupa la posibilidad de quedar incapacitado físicamente, pero sé que tu me darás fuerza suficiente y la fe que necesito para no sentir miedo ni inquietud bajo tu protección...”.
Después de orar, quise levantarme, pero como estaba mareado y adolorido, no pude ponerme de pie después de varios intentos. Entonces el conductor se acercó y tiró de mí dos veces, y aun así no pude. Me senté un rato y rogué continuamente a Dios en mi corazón. La parte izquierda de mi pantalón estaba destrozada por el pavimento, y mi rodilla izquierda estaba herida y seguía sangrando. Al ver que estaba gravemente herido, el conductor también se asustó mucho. Sentí que mis pies estaban fríos y, en ese momento, noté que estaba descalzo. El conductor me ayudó a encontrar mis zapatos y me ayudó a levantarme. Entonces, soportando el dolor y apoyado en él, me puse de pie y di unos pocos pasos lentos y pausados. Sentí un gran dolor en las piernas, pero podía caminar, lo que significaba que mis piernas no estaban rotas; flexioné mis brazos. En ese momento, agradecí a Dios por Su cuidado y protección y levanté alabanzas genuinas en mi corazón. El Señor ciertamente es mi escudo y mi refugio, y esta vez realmente lo experimenté. ¡Gracias a Dios!
Al ver mis graves lesiones, el conductor quiso llevarme al hospital para hacerme un examen. Le dije: “No me pasa nada grave. No necesito ir al hospital”. Al escucharme esas palabras, me subió a su automóvil y me llevó a casa. A la luz del automóvil, vi que la rueda trasera de mi bicicleta estaba destrozada y tuvimos que dejarla allí. Él me dijo: “¡Eres muy afortunado! Cuando mi auto te golpeó y te ví volando por los aires, tuve miedo”. Pensé: “No fue que tuve suerte. Fue porque Dios me cuidó y me protegió sobreviviendo al accidente. Esta fue la manifestación del gran poder del Señor”. Le di gracias al Señor desde el fondo de mi corazón.
Hace unos días pensé en el accidente. Un hombre en mi pueblo, su esposa y sus dos hijos, se estrellaron en una motocicleta contra un camión al borde de la carretera. Él y uno de sus hijos murieron en el acto. Su otro hijo fue despedido y se lesionó seriamente. Después de que el niño fue enviado al hospital, también murió a pesar del tratamiento médico. Un accidente automovilístico los mató a los tres. Afortunadamente yo pude sobrevivir a este accidente automovilístico, gracias a la protección de Dios.
Dios gobierna todas las cosas, y nuestra vida está en Sus manos. No importa cuán peligrosa sea la situación, siempre y cuando le oremos a Él, el Señor constantemente nos va a ayudar y nos va a apoyar, y siempre va a estar con nosotros. Aunque nunca vi a Dios, vi Su protección hacia mí a partiendo de mi experiencia. Aunque el automóvil se movió a gran velocidad y me tiró a varios metros de distancia, solo me despellejé los brazos y las piernas, sufriendo algunas lesiones superficiales, ni siquiera sufrí una pequeña fractura. Sin la protección de Dios, hubiera muerto o hubiera estado herido de gravedad. Me Reflexión cristianaVi el gran poder de Dios en el accidente siento muy agradecido por Su Protección.
Después de unos días escuché que el conductor que me golpeó les dijo a los aldeanos: “En ese accidente él no murió. Incluso si no hubiera sido arrojado a varios metros de distancia, debería haber sufrido una conmoción cerebral al menos después de que su cabeza golpeara el parabrisas. Sin embargo, estaba sano y salvo. Realmente es cierto que el Señor Jesús en quien él cree le protegió y que cree en el Dios verdadero”. Después de escuchar esto, seguí agradeciendo al Señor por Su cuidado y protección. Lo que no esperaba es que mis heridas sanasen por completo en una semana.
La biblia dice: “Porque en el día de la angustia me esconderá en su tabernáculo; […]” (Salmos 27: 5). Recordando la experiencia en este accidente, estaba agradecido a Dios en mi corazón. Si el Señor no me hubiera protegido en un accidente tan grave, tal vez habría muerto. Realmente sentí que su mano todopoderosa me apoyó; también experimenté profundamente que solo cuando tenemos al Señor podemos tener algo en lo cual confiar y tener la seguridad de la vida, y nuestros corazones estarán firmes y tranquilos. ¡Gracias al Señor! ¡Que toda la gloria y la alabanza sean para Dios!
(Traducido del original en inglés al español por Angel Leonardo Pérez Hurtado)
Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.
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