martes, 2 de julio de 2019

¿Cómo vencer el pecado? Aquí tengo remedios

¿Es posible entrar en el Reino de los Cielos cuando se vive en pecado constante?

Mi madre es una católica devota; me eduqué en escuelas católicas desde que era pequeña y a menudo escuchaba los sermones de un sacerdote de Alemania.
Una vez que crecí, no fui mucho a la iglesia porque estaba muy ocupada con el trabajo; mi mamá estaba muy preocupada por mí. En el catolicismo se dice que quien no ha sido bautizado no puede ir al cielo después de morir, así que bajo el fuerte consejo de mi mamá estudié el catecismo durante unos ocho meses y fui bautizada en 2011. Después de eso, asistí a misa todos los sábados por la noche, pero por alguna razón no podía entenderla, y simplemente no podía disfrutar de ninguno de los sermones. Siempre estaba ansiosa de que se acabara para poder irme a casa. No solo eso, sino que vi que muchas otras personas en la iglesia carecían de fe y pecaban constantemente en sus vidas habituales. Lo mismo me sucedía a mí. A veces, cuando mi mamá decía o hacía algo que no me gustaba, me enojaba e incluso discutía con ella. El sacerdote decía que cualquier pecado tendría que ser limpiado en el purgatorio después de la muerte, y que mientras más pecados tuvieras, más tiempo estarías en el fuego del purgatorio hasta que hubieras ardido y estuvieras limpia. Solo entonces podías entrar en el reino de los cielos y ver a Dios. La idea de ser quemada era aterradora, y entonces me dije a mí misma que sería mejor no pecar, pues no quería ir al purgatorio. Así que, a menudo cantaba las Sagradas Escrituras y me confesaba, pero seguía pecando todos los días, ya fueran pecados de comportamiento o pecados dentro de mi corazón.  La Biblia dice, “Procurad tener paz con todos, y la santidad de vida, sin la cual nadie puede ver a Dios” (Hebreos 12:13). Me preocupaba que, puesto que yo pecaba constantemente, ¿podría entrar en el reino de los cielos? ¿Qué me pasaría cuando muriera? Me sentía realmente perdida y leía la Biblia para buscar las respuestas, pero una parte de las Escrituras era demasiado profunda y no podía entenderla completamente. Así que oré a Dios esperando que pudiera traerme a otro congregante que realmente entendiera bien la Biblia para que me ayudara a entender mejor la voluntad de Dios.

La maravillosa sorpresa de que Dios ya ha llegado

Un día, a principios de 2018, conocí a la Hermana Liu Jia en Facebook, que vive en Italia. Le hablé de mis dificultades para entender las Escrituras. Esta hermana era muy cariñosa, y dijo que otra hermana que conocía, la Hermana Lin, tenía una comprensión muy buena de las Escrituras y nos presentó a las dos. Tuve algunas reuniones con la Hermana Lin, que fueron muy útiles para mí. Aprendí acerca de la razón por la cual las iglesias hoy en día están todas en un estado de desolación, y que hay tres etapas en el plan de gestión de seis mil años de Dios. La primera etapa fue la Era de la Ley, cuando Jehová Dios guió a los israelitas en sus vidas al dictar la ley y los mandamientos. La segunda etapa fue la Era de la Gracia, cuando el Señor Jesús otorgó gran gracia a la humanidad, fue crucificado por nosotros, y nos redimió de nuestros pecados. La tercera etapa es la Era del Reino cuando Dios expresa palabras para hacer la obra de juicio y castigo para que nuestros caracteres corruptos puedan ser limpiados y transformados. Finalmente, la hermana Lin me dijo que el Señor Jesús ya ha regresado, Su nombre es Dios Todopoderoso, y ha abierto los siete sellos. Él ha expresado todas las verdades para purificar y transformar a la humanidad y permitirnos alcanzar la salvación completa. Él está haciendo la obra del juicio comenzando con la casa de Dios, la cual cumple la profecía en 1 Pedro 4:17 de que el juicio de Dios debe comenzar con la casa de Dios. Escuchar esto me sorprendió, y también me sentí realmente perpleja. Sin embargo, también pensé que la venida del Señor para purificar y transformar a la humanidad era ciertamente una gran cosa y era justo lo que yo necesitaba, así que estuve dispuesta a buscar la obra de Dios de los últimos días.

Resulta que el pecado constante proviene de la raíz de la pecaminosidad

Una vez, durante una reunión, le pregunté a la Hermana Lin: “A menudo me encuentro llena de pecados como el orgullo, la mentira, el egoísmo y el hecho de ser temperamental. He recurrido a cantar las Sagradas Escrituras o a que un sacerdote cante las Escrituras a modo de expiación, pero después de eso no puedo evitar pecar una y otra vez. ¿Por qué sucede esto?”
La Hermana Lin respondió: “Hermana, esta es una gran pregunta. Siempre me sentí perpleja por esto también, pero cuando leí las palabras de Dios Todopoderoso, mi confusión se resolvió. Comencemos nuestra conversación sobre esto hoy leyendo un pasaje de Sus palabras. Dios Todopoderoso dice: ‘Aunque el hombre ha sido redimido y se le han perdonado sus pecados, sólo se considera que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre vive en la carne y no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando interminablemente el carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayoría de los hombres pecan durante el día y se confiesan por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para ellos, no podría salvarlos del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto’. A partir de las palabras de Dios, podemos ver la razón por la que estamos viviendo en un estado constante de pecado y luego confesar esos pecados, sin poder liberarnos de las ataduras y restricciones del pecado. Es principalmente porque todavía poseemos una naturaleza corrupta; esta es la raíz del pecado. De hecho, que el Señor Jesús fuera clavado en la cruz y redimiera a la humanidad fue para salvarnos de las ataduras de la ley. Cuando pecamos, siempre y cuando nos confesemos y nos arrepintamos ante Dios, nuestros pecados son perdonados. Sin embargo, Dios no nos ha absuelto de nuestras naturalezas satánicas, razón por la cual la gente frecuentemente revela toda clase de caracteres corruptos. Es como si a menudo mostráramos arrogancia en nuestra vida diaria; no importa lo que hagamos, queremos que otras personas hagan las cosas a nuestra manera; de lo contrario, seremos un poco temperamentales o incluso discutiremos con la gente. Y muchas veces mentimos o hacemos cosas deshonestas para proteger nuestro propio nombre o estatus, y además seguimos las malas tendencias del mundo, sentimos codicia de los placeres de la carne y somos incapaces de honrar a Dios como alguien maravilloso. La lista continúa. Siempre estamos viviendo en el pecado; somos esclavos del pecado. Todos sabemos que la paga del pecado es la muerte, que Dios es santo, que estamos llenos de inmundicia y corrupción y que no podemos acudir cara a cara ante Dios. Es por eso que Dios está haciendo una etapa de la obra de salvación y de limpieza para nosotros en los últimos días, la cual está basada en lo que nosotros como humanos necesitamos. Esta es precisamente la salvación en los últimos tiempos que fue mencionada en la Primera Epístola de Pedro. Solo si aceptamos la obra del juicio de Dios de los últimos días podemos ser completamente limpiados de nuestros pecados y finalmente ser completamente salvos y entrar en el reino de los cielos”.

Desenterrando la raíz del pecado

Gracias a la manera en que la Hermana Lin lo explicó, finalmente entendí que la obra del Señor Jesús era la de la redención; era el Señor Mismo siendo clavado en la cruz para recibir la carga de nuestros pecados para que ya no fueran contados. Sin embargo, eso no significa que nos hayamos liberado del pecado. No fuimos librados de nuestra naturaleza pecaminosa, así que hemos continuado pecando y pecando. Dios es santo, así que si continuamos pecando no podremos ver el rostro de Dios. Me di cuenta de lo crucial que es aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días. Pero yo me preguntaba: “¿Cómo nos juzga Dios?”
Le pedí orientación a la Hermana Lin. “Hermana, a través de tu enseñanza he entendido que la raíz de nuestro pecado no ha sido tratada todavía y que no somos dignos de entrar en el reino de los cielos y ver el rostro del Señor. Solo si somos limpiados de nuestros pecados podremos ver a Dios. Me gustaría preguntarte, ¿cómo hace Dios Su obra de juicio para limpiar y transformar a los seres humanos en los últimos días?”
La hermana Lin dijo: “¡Gracias a Dios! Leamos un par de versículos de las Escrituras que tratan esta cuestión. ‘Que si alguno oye mis palabras, y no las observa, yo no le doy la sentencia, pues no he venido ahora a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Quien me menosprecia, y no recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue; la palabra que yo he predicado, ésa será la que le juzgue el último día’ (Juan 12:47–48). La Escritura es clara. Dice que Dios vendrá en los últimos días a expresar palabras, es decir, que usará la verdad para juzgarnos y limpiarnos. Estas profecías ya se han cumplido: Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, apareció hace algún tiempo y comenzó Su obra de juicio comenzando con la casa de Dios. Él ha abierto los siete sellos; Él ha abierto el pergamino. Las palabras dentro de este pergamino son todas las palabras del juicio de Dios para nosotros en los últimos días, y todos aquellos que acepten Su obra de juicio y busquen la verdad pueden ser continuamente limpiados y perfeccionados por las palabras de Dios. ¡Leamos un par de pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso y será más claro! La palabra de Dios dice, ‘En los últimos días, Cristo usa una diversidad de verdades para enseñarle al hombre, para revelar la esencia del hombre y analizar sus palabras y hechos. Estas palabras comprenden varias verdades, tales como, el deber del hombre, cómo debe el hombre obedecer a Dios, cómo debe el hombre ser leal a Dios, cómo debe el hombre vivir la humanidad normal, la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras se enfocan en la esencia del hombre y en su carácter corrupto. En particular, esas palabras que revelan cómo el hombre desdeña a Dios se dicen con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Cuando Dios hace la obra del juicio, no simplemente aclara la naturaleza del hombre con unas cuantas palabras, sino que lleva a cabo la revelación, el tratamiento y la poda en el largo plazo. Esa forma de revelación, tratamiento y poda no se pueden sustituir con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo esa manera de obrar se considera juicio; sólo por medio de ese juicio se puede persuadir al hombre, se le puede convencer por completo de la sumisión a Dios, y puede obtener el verdadero conocimiento de Dios. El resultado de la obra de juicio es que el hombre comprenda el verdadero rostro de Dios y la verdad de su rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre entender mucho de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que el hombre no puede entender. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir la fealdad del hombre. Todos estos efectos los produce la obra del juicio, porque la esencia de esa obra es, de hecho, la obra de inaugurar la verdad, el camino y la vida de Dios para todos los que tienen fe en Él. Esta obra es la obra de juicio que Dios hace. [...] Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser limpio. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser limpiado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser hecho puro. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación’. Dios Todopoderoso ha expresado millones de palabras en los últimos días. Estas palabras han explicado muy meticulosamente la gestión de Dios y la obra de salvación para la humanidad, Su voluntad, así como todos los aspectos de la verdad que la gente debería poner en práctica. En particular, han expuesto de manera muy penetrante nuestras naturalezas satánicas de pecar y resistirnos a Dios. A través del juicio de las palabras de Dios llegamos a reconocer nuestra propia arrogancia, retorcimiento, engaño, maldad, codicia, egoísmo, desprecio y otras naturalezas satánicas. También vemos nuestras perspectivas incorrectas en nuestra fe, como creer en Dios solo para ser bendecidos y entrar en el reino de los cielos, no para perseguir la verdad o vivir una vida con sentido. También vemos que la manera en que pensamos y nos comportamos en nuestras vidas está totalmente alejada de la voluntad de Dios. En este punto solo tenemos que postrarnos ante Dios, llorar y arrepentirnos, reconocer que somos la progenie de Satanás, y que carecemos completamente de la semejanza que los humanos tenían originalmente. Y a través de las revelaciones y el juicio de las palabras de Dios vemos el carácter santo, inviolable y justo de Dios y llegamos a entender que cuando Dios nos expone y nos juzga es para permitirnos entendernos mejor a nosotros mismos. Entonces somos felices al aceptar Su juicio y castigo y podemos escapar más rápidamente de nuestros caracteres satánicos y corruptos, y nos convertimos en personas honestas que aman y obedecen a Dios, y consuelan Su corazón. Tómame a mí, por ejemplo. Yo solía dominar a los demás y siempre quería que todos me escucharan. De lo contrario, me ponía muy irritable, lo que hacía que mucha gente se sintiera realmente constreñida por mí y empezaran a evitarme. Fue solo más tarde que pude ver en las palabras de Dios que yo confiaba totalmente en mi carácter arrogante en la vida, siempre queriendo tener la ventaja, controlar a otras personas y que me escucharan. Esa era toda la esencia del arcángel. Sin arrepentirme y reformarme, yo habría continuado ofendiendo seriamente el carácter de Dios, y habría sido castigada por Él. Una vez que me di cuenta de las terribles consecuencias de vivir con ese tipo de carácter arrogante, temblé de miedo, así que me confesé con Dios y me reformé. Renuncié conscientemente a la carne, puse en práctica la verdad y permanecí en mi propio lugar. Cuando me encontraba con un problema, buscaba y aprendía a escuchar las ideas de los demás. Después de un período de tiempo, mis relaciones con todos los que me rodeaban comenzaron a mejorar lentamente. Doy gracias a Dios por esto”.
Escuchar las palabras de Dios y la enseñanza de la Hermana Lin me mostró que yo necesitaba aceptar la obra de juicio de Dios de los últimos días para ser limpiada de mis pecados, como deseaba serlo, y que solo al ser expuesta por las palabras de Dios podemos verdaderamente conocernos y detestarnos a nosotros mismos, y lograr el verdadero arrepentimiento. Sentí que cuando Dios obra de esta manera para salvar a la humanidad es muy práctico. Nada de lo que solíamos imaginar era muy realista, que pudiéramos ser limpiados cantando las Sagradas Escrituras y obteniendo la expiación por nuestros pecados, o estando en el fuego del purgatorio posteriormente. Es como cuando el Señor Jesús vino a hacer la obra de la redención. Él no sólo dijo unas pocas palabras y salvó a toda la humanidad de nuestros pecados, sino que realmente se encarnó en la carne, fue clavado en la cruz por nosotros, y solo entonces completó la obra de redención. Dios ahora está haciendo la obra de librarnos de nuestra naturaleza pecaminosa, lo cual también requiere trabajo práctico –hablar, juzgar y exponer nuestra corrupción– para que después de que entendamos esto, podamos abandonar la carne y poner la verdad en práctica. Entonces podremos reemplazar nuestros caracteres corruptos internos con la verdad poco a poco; esta es la única manera de lograr gradualmente la transformación y ser limpiados. Comprender esto me llenó de fuerza y acepté con alegría la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

Reflexión

Doy gracias por el amor de Dios, que ahora estoy viviendo una vida de iglesia en La Iglesia de Dios Todopoderoso. Cosecho algo de todas y cada una de las reuniones; puedo sentir que el Espíritu Santo está conmigo, y estoy en un estado espiritual maravilloso. Ahora, en los asuntos cotidianos con los que me encuentro, no me fijo en los demás, sino que me concentro en conocerme a mí misma. Acepto las palabras de juicio de Dios Todopoderoso y siento que estoy viviendo más y más en una semejanza humana. Doy gracias a Dios: he aceptado Su obra del juicio en los últimos días, y he encontrado el camino para escapar del pecado.
Fuente: Evangelio de la Fuente de la Vida
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