Muchos hermanos y hermanas en el Señor se sienten todos confusos: En la Era de la Ley, Jehová Dios realizó Su obra y guió a los israelitas en espíritu, ¿entonces por qué Dios tuvo que convertirse en carne para obrar y salvar al hombre en la Era de la Gracia? ¿No podía llevar a cabo esa obra en un cuerpo espiritual?
Respecto a esta pregunta, compartiré un poco de mi entendimiento. En realidad, cada etapa de la obra que Dios hace basada en las necesidades de la humanidad corrupta y también de acuerdo con las medidas del plan de Dios para gestionar con la humanidad. En la Era de la Ley, debido a que la humanidad estaba ligeramente corrupta, lo que necesitaban no era la obra de la redención de Dios. Ellos solo necesitaban a Dios para proclamar leyes y mandamientos y así poder estar conscientes de sus pecados y aprender cómo alabar a Dios y cómo vivir en la tierra. En ese entonces, siempre y cuando la humanidad obedeciera las leyes y mandamientos, podían recibir el cuidado, protección, bendiciones y gracia de Dios. Por lo tanto, en la Era de la Ley, Dios no necesitaba encarnar Él mismo para hacer Su obra.
Sin embargo, al final de la Era de la Ley, debido a que la humanidad cada vez se había convertido más y más corrupta, ya no podían mantener la ley más. Después de pecar, no tenían sacrificios adecuados para ofrecer, por lo que hicieron ofrendas inferiores a Jehová Dios. Todos se enfrentaban con el peligro de ser ejecutados de acuerdo con la ley. Así, para poder salvar a la humanidad de ser condenados por la ley, Dios mismo se convirtió en carne y fue crucificado por la humanidad para rescatarlos de las garras de Satanás, para que así el hombre ya no fuese ejecutado por la ley debido al pecado.
¿Entonces, por qué Dios no realizó la obra de la redención en espíritu? La razón es que Dios es Espíritu, no tiene forma y amorfo, por ende, si Él no se hizo carne, a Él no lo podrían clavar a la cruz y no podría ser la ofrenda para la humanidad. Como le dijo Jehová Dios a Moisés: “No puedes ver mi rostro; porque nadie puede verme, y vivir” (Éxodo 33:20). La humanidad corrupta no puede entrar en contacto directo con el Espíritu de Dios. Si el hombre pudiese entrar en contacto con el Espíritu de Dios, serian castigados por Dios. ¿Si fuese así, cómo podría Dios redimir a la humanidad? Además, como el hombre no puede ver el Espíritu de Dios, solo puede utilizar su mente para imaginarse qué tipo de Dios es Dios, qué carácter tiene Él, y cuál es Su esencia. Sin embargo, tal entendimiento no es práctico ni explicito. Además, si el Espíritu de Dios obrara en el hombre, suministrándole esclarecimiento, iluminación, motivación y orientación al hombre, esto le daría al hombre una sensación de misterioso e inconcebible. Así no sería fácil para el hombre quien tiene una mente y ha sido sumamente corrupto por Satanás, entender la voluntad de Dios con precisión, para que el hombre sintiera una sensación de distanciamiento de Dios. De esta manera, sería imposible para que la obra de la salvación de Dios obre efectivamente.
Pero la obra de Dios en la carne es diferente. El Dios encarnado puede prácticamente interactuar con el hombre, vivir entre ellos tomar parte en sus vidas y apoyar, proveer y ensenarles en cualquier momento. El puede utilizar el mismo lenguaje del hombre para decirle claramente a la humanidad de Sus exigencias, Su voluntad, Su carácter y todo lo que Él tiene y es. De esta manera, sin tener que explorar y buscar, los hombres pueden entender claramente la voluntad de Dios y conocer la obra de Dios, para que tengan un objetivo y una dirección clara y el camino preciso de la práctica para creer en Dios. Por ejemplo, podemos entender de las palabras de Jesucristo qué clase de personas pueden entrar en el Reino de los cielos, y que debemos perdonar a otros, setenta veces siete, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y ser tolerantes y pacientes con otros, etc. De las manifestaciones y obras del Dios encarnado, prácticamente podemos sentir el amor y compasión que Dios le tiene a la humanidad. Dios en la carne compadece la debilidad de la humanidad y da a los pecadores la oportunidad de arrepentirse. Mientras el hombre se arrepienta y se confiese con sinceridad ante Dios, puede obtener el perdón y la exoneración de Dios sin tener que dar ofrendas. De esta manera, el hombre ya no necesita preocuparse de ser sentenciado a morir de acuerdo a la ley cuando peca y no tiene ofrenda y puede liberarse de las ataduras y de estar encadenados a la ley. La obra de Dios en la carne también puede revelar cuáles creyentes tienen verdadera fe y cuáles creyentes son hipócritas, y dejarle saber al hombre qué tipo de persona le gusta a Dios y qué tipo de persona le disgusta. Por ejemplo: los fariseos fueron los líderes en las sinagogas, y leían bien la Biblia, siguieron estrictamente las reglas de la ley, deliberadamente se dedicaban a orar largamente, y escribían las escrituras sobre las borlas de sus vestimentas. Todo el pueblo judío pensaba que eran los que piadosamente servían a Dios y así los imitaban y los seguían. Sin embargo, Jesucristo reveló la esencia y verdad de la hipocresía de los fariseos, y los condenaban y maldecían constantemente, diciendo “Ay de vosotros”, que les ha proporcionado a los creyentes en Dios, entendimiento. Todo esto ha sido a través del Dios encarnado. Pero la obra del Espíritu, básicamente no puede lograr este efecto.
Como dice la palabra de Dios: “La obra que es de mayor valor para el hombre corrupto es la que le proporciona palabras exactas, metas claras que perseguir y que puede ver y tocar. Solo la obra realista y la guía oportuna son idóneas para los gustos del hombre y sólo la obra real puede salvar al hombre de su carácter corrupto y depravado. Esto solo lo puede lograr el Dios encarnado; solo el Dios encarnado puede salvar al hombre de su antiguo carácter corrupto y depravado”.
Estamos en los últimos días. Nosotros los humanos hemos sido profundamente corrompidos por Satanás y todos siguen las tendencias malignas de la sociedad. Los vínculos entre las personas están se construyen basadas en dinero y beneficios. La gente ya ha perdido toda la conciencia y razonamiento y aquellos quienes han creído en el Señor durante muchos años, no son la excepción. Todas sus acciones y de acuerdo con su propia voluntad. Se atacan y se denigran el uno al otro por su propia fama, fortuna y estatus. Son arrogantes y no tienen ninguna devoción hacia Dios, viviendo comprometidos al pecado y confesándolos. Sus pecados son más graves que los de aquellas personas quienes vivieron durante la Era de la Ley y son más malvados y corruptos. Como dice la Biblia: “Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes, sin amor, implacables, calumniadores, desenfrenados, salvajes, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los placeres en vez de amadores de Dios” (2 Timoteo 3:2-4). Si en los últimos días, Dios obró en espíritu para llevar la Era a su fin, entonces ninguno de nosotros los humanos corruptos podríamos salvarnos, y sólo fuésemos castigados por Dios y moriríamos. Esta no era la intención original de Dios cuando hizo al hombre. Su plan de gestión es salvar al hombre y traer a aquellos que estén purificados hacia un nuevo cielo y una nueva tierra. Por esta razón, Dios debe convertirse en carne nuevamente en los últimos días para obrar y salvar a la humanidad, la cuales contienen sus buenas intenciones para salvar a la humanidad.
La Biblia dice: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día” (Lucas 17:24). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:29). “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27).
De estas profecías claramente Podemos ver que cuando Dios regrese en los últimos días, vendrá en secreto como el Hijo del Hombre para expresar la verdad y hacer Su obra. Cuando se trata del Hijo del Hombre, nos referimos al Dios encarnado quien nace de un humano y tiene una humanidad normal y una divinidad completa. Jesucristo también profetizó que cuando Él regresara en los últimos días, nosotros, la humanidad corrupta, nos opondremos y lo rechazaremos porque no amamos la verdad y no conocemos a Dios. Como Jesucristo dijo: “Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:25). Sin embargo, para aquellos quienes aman la verdad y anhelan la presencia de Dios, cuando escuchan las nuevas del regreso del Señor, podrán buscar e investigar con un corazón que temerá a Dios. Es como Pedro, Juan y otros discípulos: Cuando Jesucristo se hizo carne para hacer Su obra, ellos podían buscar y prestar atención humildemente al escuchar la voz del Señor. Al final, siguieron al Señor y recibieron Su salvación. Se espera que todos nosotros podamos ser como Pedro y Juan quienes buscan, apartan sus propias ideas y aceptan la verdad humildemente para que así podamos reconocer la voz de Dios por Sus palabras, seguir Sus pasos y recibir Su salvación de los últimos días.
Leer más: Apocalipsis 22:18
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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