El Señor Jesús dijo: “No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). El Señor nos dijo que el único estándar para entrar en el reino de los cielos es hacer la voluntad de Dios. Mucha gente a menudo lee la Biblia, ora ayunando y sirve activamente, entonces considera que ha hecho la voluntad de Dios y será arrebatada al reino de los cielos cuando Dios regrese. ¿Es su punto de vista correcto? En realidad, los fariseos también a menudo leían las Estaturas y oraban, recorrían el mar y la tierra para predicar el evangelio e hicieron muchas buenas obras, pero no practicaban las palabras de Dios. Cuando el Señor Jesús vino a realizar la obra, ellos se confabularon con el gobierno romano para clavar al Señor Jesús en la cruz con el fin de proteger su propio estatus, así terminaron siendo castigados y maldecidos por Dios.
El Señor Jesús dijo: “Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad»” (Mateo 7:22-23). De las palabras del Señor sabemos que no todos los que lo siguen pueden conseguir Su aprobación, e incluso algunos son hacedores de iniquidad en los ojos del Señor. Esto prueba que solo hacer buenas obras en fuera no es igual que hacer la voluntad de Dios. De hecho, hacer la voluntad de Dios se refiere a que se puede amar a Dios en su corazón, adorarlo y apartarse del mal, practicar las palabras de Dios, servirlo con gusto y sinceridad, darle testimonio en pruebas y obedecer Sus arreglos, etc.
Tal como el Señor Jesús dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). Al igual que Pedro podía considerar la voluntad de Dios cuando hizo sus deberes, y podía obedecer los arreglos de Dios en las tribulaciones, e incluso se enfrentó con la muerte, fue dispuesto a ser crucificado boca abajo por Dios para satisfacerlo. Pedro era el que amaba a Dios con toda sinceridad y el que ganó la aprobación de Dios, hemos de imitarlo. Reflexionamos sobre nosotros mismos, ¿nuestro esfuerzo es puro sin estar adulterado? ¿Nuestra corrupción ha sido purificada? ¿Podemos obedecer y amar a Dios en absoluto? Si no lo alcanzamos, ¿cómo podemos decir que somos los que hacen la voluntad de Dios? Si quiere saber más sobre el verdadero significado y las formas de hacer la voluntad de Dios, te recomiendo leer: Reflexiones Cristianas
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
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