martes, 16 de julio de 2019

Reflexión cristiana | La experiencia de crecimiento de un cristiano nacido en los años noventa

Escuela
Reflexión cristiana | La experiencia de crecimiento de un cristiano nacido en los años noventa
Soy un cristiano que nació en los años noventa. Fui alumno de una de esas famosas escuelas en la que los padres quieren que sus hijos estudien y donde harán todo lo posible para que entren en ella. En China, son conocidas como escuelas fundamentales y yo estudié en una durante diez años. En China, los padres tienen expectativas muy altas de dichas escuelas y se estrujan el cerebro para lograr que sus hijos vayan a esos lugares de aprendizaje de alta calidad. Piensan que sus hijos obtendrán así una educación de primera clase, la cual les dará una clara ventaja sobre el resto y que traerá buen nombre a su familia y antepasados. Con el fin de que yo entrara en una escuela fundamental, mi madre se valió de todos los medios posibles para desarrollar relaciones con las personas correctas y gastó también una suma considerable de dinero. Sin embargo, las escuelas administradas por el PCCh ya han perdido toda pureza de ideales y se han convertido en guaridas de mentiras y falsedades. Los maestros y el personal —que deberían ser modelos eminentes de imparcialidad, humanidad y moralidad— se han vuelto hipócritas traicioneros, astutos e inmorales que forman grupo tras grupo estudiantes igualmente hipócritas, los así llamados “pilares de la nación”.
Cuando se habla de los maestros en China, es común usar el verso de un antiguo poema para describir su laboriosidad: “El gusano de seda no deja de producir seda hasta que muere; la vela no deja de gotear cera hasta que se convierte en ceniza”. Sin embargo, después de diez años en esa escuela siendo testigo de las acciones y comportamientos de mis maestros, siento que tengo que repudiar eso. Recuerdo el segundo semestre de mi primer año. La maestra de música anunció que nuestra clase había sido elegida para una inspección de la clase de música por parte de algunos funcionarios de alto rango y que teníamos que ensayar continuamente el contenido que ella había preparado para la inspección, exactamente como ella quería. Durante uno de los ensayos, uno de los compañeros de clase no se estaba esforzando mucho y una y otra vez no hacía lo que la maestra pedía. De repente, la clase se quedó totalmente en silencio y, cuando miré, vi a la maestra de música mirando fijamente y llena de furia a ese compañero. Se levantó dando un golpe, arrojó el libro de texto contra el piano con todas sus fuerzas y se lanzó airadamente hacia el compañero. Lo agarró y arrastró hasta el fondo de la clase para que se quedara de pie contra la pared como castigo. Cuando vimos eso, los treinta o así que estábamos allí nos quedamos de piedra y empezamos a hacer con cuidado exactamente lo que la maestra quería para que no nos fuera a pasar lo mismo. Más adelante, nuestro jefe de estudios y la maestra de música también tuvieron reuniones individuales con cada uno de los alumnos menos aplicados para advertirles que tenían que corregirse. Así que, cuando los altos funcionarios vinieron, vieron una clase bien ordenada con una maestra amable y cordial, con una voz tan suave que hasta se te ponía la piel de gallina. Parecía que los estudiantes y los maestros habíamos llegado a un acuerdo tácito para cooperar con el fin de lograr el objetivo común de ver sonrisas de satisfacción en el rostro de los altos funcionarios. Cuando terminó la inspección, me reuní con algunos compañeros de clase. La pregunta que todos nos hacíamos era: “¿Por qué nos ha enseñado nuestra maestra cómo engañar a las personas?”. En el tercer año se nos dijo que iban a venir algunas personas como oyentes a nuestra clase de matemáticas. La maestra nos dijo: “Mañana daremos en clase la misma materia que dimos hace unos días. Así que espero que todos os vayáis a casa y la reviséis bien”. Después de clase, la maestra pidió al monitor y a los delegados de la clase que se reunieran con ella en su oficina. Al día siguiente, toda la fila de sillas de atrás de la clase fue ocupada por maestros y funcionarios que habían venido a observarnos. La clase comenzó, la maestra planteó las preguntas acordadas y permitió que el monitor y los delegados de la clase contestaran. Sus respuestas perfectas dieron lugar a una sonrisa de satisfacción en el rostro de la maestra. La clase abierta terminó de forma exitosa después de engañar a los funcionarios del gobierno todo el tiempo y fue definitivamente un ejemplo de que “para cada política que los altos funcionarios crean, los niveles inferiores crean otra para evadirla”. Las inspecciones y evaluaciones del Departamento de Educación siempre ponían a los maestros a la defensiva: nos hacían memorizar todas las posibles preguntas y respuestas, y nos advertían repetida y duramente. Decían cosas como: “Los inspectores del Departamento de Educación vienen hoy, así que todos tenéis que quedaros en esta clase. Quedaos aquí y sed buenos. ¡Si os portáis mal me aseguraré de que todos sufrís las consecuencias!”. ¡Incluso nos amenazaban con quitarnos puntos de las notas de examen del fin de semestre! También tuvimos una asamblea de toda la escuela para que los líderes pudieran fijar las normas y meternos en la cabeza todo lo que necesitábamos recordar. Estábamos tan bien entrenados que un inspector podría haber tomado al chico más indisciplinado de una clase, hacerle cualquier pregunta relevante y obtener una respuesta concisa y fluida que garantizara una sonrisa en su rostro. Era aún más irónico que los baños, habitualmente sucios, ahora estuvieran limpios y sin los habituales montones de basura. Después llegaba el momento en que sonaba la campana para empezar la clase y mis compañeros seguían haciendo un terrible escándalo por más fuerte que el maestro golpeara la mesa. Así que el maestro nos gritaba enojado: “Todos fuisteis muy buenos durante las inspecciones, pero ahora que ya han terminado habéis vuelto a ser como érais originalmente”. Cuando oía eso, me reía para mis adentros, pensando que se trataba sin duda de un ejemplo de “¡Un profesor estricto produce excelentes alumnos!”. Seis años de escuela primaria habían ayudado a que nuestras habilidades artísticas progresaran en gran manera: cada vez que oíamos que iba a haber una clase abierta o que algunos funcionarios iban a venir a observarnos, todos sabíamos simplemente cómo trabajar en estrecha colaboración con el maestro para brindar un magnífico espectáculo que los engañara.
Cuando entré en la escuela secundaria fundamental, tanto en el tercer año como en el cuarto, descubrí que las simulaciones eran incluso más frecuentes y sofisticadas. Nuestras clases de física eran casi todas teóricas, con muy pocos experimentos prácticos. Cuando los inspectores escolares estaban a punto de hacer una visita, nuestro maestro nos decía que hiciéramos todos los experimentos en las pocas clases anteriores a la misma. Sin embargo, todos sabíamos que teníamos que estar preparados para la inspección, así que no lo hacíamos realmente, sino que simplemente íbamos al laboratorio y esperábamos a que el maestro leyera en voz alta los resultados correctos, los cuales copiábamos. El personal directivo de la escuela también estaba siempre buscando formas de llevar a nuestra escuela al nivel de Grado 1, porque eso significaba un mayor reconocimiento, equipamiento e instalaciones mejores —tanto en hardware como software—, y más fondos del gobierno. Sin embargo, era una tarea muy difícil, la cual exigía que maestros y estudiantes trabajaran juntos estrechamente para realizarla. Con el fin de superar la inspección y la evaluación, empezamos de nuevo con la simulación. Algunos de los estudiantes más fuertes de la clase fueron enviados a la oficina para traer todas las cajas de informes, del material de experimentos, de tablas y gráficos, todas las cosas de las que habitualmente nunca oíamos y que nunca veíamos. A continuación, el maestro escribía todas las respuestas y resultados estándar en la pizarra y nosotros copiábamos la información en las tablas, gráficos, etc. Después se lo entregábamos todo a los maestros (y lo escondían hasta el momento de la inspección). Terminado eso, fui con algunos compañeros de clase a la cantina de la escuela a comprar algo para desayunar. Uno de los compañeros quería un muslo de pollo, pero el personal de la cantina le dijo: “Hoy es día de inspección y no podemos vender comida cocinada”. Nos miramos unos a otros confundidos, porque nunca habríamos pensado que la cantina —que ganaba montones de dinero con la venta de comida cocinada todos los días— también tendría un día de descanso. ¡Ja, ja! ¡Estaban haciendo realmente una buena actuación siguiendo las mismas pautas que la dirección! Finalmente, el engaño combinado de todo el personal y los estudiantes hizo que la escuela ascendiera del Grado 2 provincial al Grado 1 provincial. Naturalmente, el personal directivo estaba encantado y sonreía de oreja a oreja todo el día. Cuando la noticia se anunció con entusiasmo en una asamblea especial de la escuela, los alumnos también nos alegramos mucho, porque sabíamos que, si no hubiéramos superado la inspección, tendríamos que habernos estrujado el cerebro pensando en formas de engañar a los inspectores otra vez.
Como consecuencia de la educación diligente desde temprana edad por parte de nuestros maestros —esos “ingenieros del alma humana”—, maduramos para ser estudiantes bien preparados para aprobar exámenes. Nuestra capacidad para falsear las cosas y engañar a las personas también mejoró notablemente. En nuestra escuela, las normas no permitían que los alumnos tuvieran novia o novio ni que fumaran. Así que sorteábamos esto siguiendo la tradición de nuestros maestros de “para cada política que el personal directivo crea, los niveles inferiores crean otra para evadirla”: no nos tomábamos de la mano, no nos abrazábamos ni fumábamos en zonas públicas de la escuela, sino que íbamos a escondidas a rincones oscuros o esperábamos a estar fuera de las puertas de la escuela para hacer lo que queríamos. De cualquier modo, mientras no nos sorprendieran en el acto, no habría ninguna prueba. Asimismo, acosar o robar dinero a otros estudiantes eran hechos comunes. Y así me hundía cada vez más en este gran pozo de pecado, aprendiendo todo el tiempo a tener dos caras y ser doble. A los ojos de mis familiares y compañeros de clase yo era un buen chico: no tenía novia, tampoco bebía ni fumaba. Cuando venían invitados a mi casa, aunque sólo quería jugar con la computadora, dejaba en la pantalla la página web de aprendizaje —una web que visitaba con tan poca frecuencia, que casi había olvidado los datos de mi cuenta— para ganarme su aprobación. Cuando estaba totalmente seguro de que los invitados no iban a entrar más en mi habitación, empezaba a navegar de nuevo por la red y a jugar. Cada vez que me sentía nervioso o inquieto, llamaba a algunos de mis amigos íntimos e íbamos a un bar cercano a mi casa para emborracharnos completamente. Una vez que habíamos ahogado nuestras penas y quizás actuado de forma algo alocada, calculábamos a qué hora se irían a la cama nuestros respectivos padres para entrar en casa a hurtadillas sin que percibieran nuestro aliento alcohólico. Entonces nos tambaleábamos y zigzagueábamos de vuelta a casa para dormir el resto de la noche roncando con fuerza. Recuerdo una vez que me terminé la mitad de una botella de licor de sorgo de 56 grados en tres tragos. De camino a casa apenas podía controlar los brazos y las piernas, pero cuando llegué a la puerta de mi casa, me di unos buenos golpes en la cara, me sujeté lo mejor que pude, me quité los zapatos lo más rápido posible, me tapé la boca con la mano y entré directamente a mi habitación, cerrando la puerta con llave. En mi habitación yo era el rey de mi territorio y, por muy fuerte que mi madre llamó a la puerta yo no abrí. Al día siguiente, antes de abrir la puerta de mi dormitorio, abrí la ventana para que entrara algo de aire fresco. Cuando comprobé que no había olor a alcohol en el aire, saqué mi ropa —que aún olía a licor— al balcón para empaparla en agua. Así fue como me libré de toda evidencia. ¡Ja, ja!
A veces, yo pensaba en que el Señor Jesús había dicho que todos debemos ser honestos y decir las cosas tal como son. Me sentía muy incómodo con muchos de mis comportamientos y sentía que era totalmente hipócrita y falso. Incluso sentía que no era un verdadero cristiano, ya que ni siquiera tenía el valor para admitir mi propia fe en caso de que se burlaran de mí por afirmar ser cristiano cuando mi moral era tan mala. En ocasiones, oraba y confesaba mis pecados, pero mi estilo de vida no cambiaba y seguía sintiéndome perdido, confuso y desamparado. Sabía que no era un buen cristiano, pero sentía que todos los pastores y diáconos de la iglesia conocían muy bien la Biblia y podían exponer doctrinas y enseñanzas con detalle, así que al menos ellos eran todos buenos cristianos, la niña de los ojos del Señor. Sin embargo, la realidad golpeó de nuevo mi forma de ver las cosas: fue durante una elección de diáconos de la iglesia y como observador imparcial pude ser testigo claramente de cuán absurdo fue todo el proceso. Para empezar, había trece diáconos y, cuando la pastora anunció los resultados de la elección, resultó que los mismos trece habían sido reelegidos. ¡Ni siquiera se habían presentado otros candidatos! No pude evitar gritar: “¡Tramposos!” y a continuación salí de la iglesia hecho una furia. Medité sobre lo que pasó; pero, de cualquier forma que pensara en él, siempre llegaba a la conclusión de que las elecciones religiosas eran simplemente tan falsas como la práctica que había presenciado en la escuela o las elecciones que el gobierno local celebraba para elegir a los delegados del pueblo. En otra ocasión, estaba haciendo de niñero para la pastora y comencé a hablar con su hija de siete años: “Apuesto a que tu madre te lee muchas historias de la Biblia todos los días”. Ella contestó: “¡No, mi mamá dice que no tiene sentido leer esas cosas!”. Yo me quedé asombrado y le pregunté de nuevo para asegurarme. Sin embargo, la pequeña respondió sin titubear: “Mamá no me deja leer la Biblia y me dijo que no creyera nada de ella. Me dijo que sólo el conocimiento científico tiene alguna utilidad”. La verdad me dejó perplejo: ¡esta pastora era una completa hipócrita que estaba enseñando a su hija a ignorar las enseñanzas cristianas! Nunca habría imaginado que todos los cargos de alto rango de mi iglesia eran ateos hipócritas que sólo estaban actuando en beneficio de sus propios intereses. Estaba terriblemente decepcionado de ellos y prometí que nunca más iría a ninguna reunión de la iglesia. Sentía que escucharlos predicar no era diferente de escuchar a ese personal de la dirección de la escuela falsamente ecuánime y justo, que se subía al estrado e intentaba engañarnos con sus simulaciones. Más adelante, mi madre pasó a ser una de las diaconisas de la iglesia, lo cual me dio una visión más interna de cómo este así llamado “templo” santo y adorador de Dios se había desarrollado de la misma manera que la sociedad moderna. La pastora y los diáconos habían formado facciones y por supuesto había muchas opiniones diferentes, así que la docena o así de ellos que había discutían con frecuencia hasta el punto de que se les ponía la cara roja. También tenían la costumbre de encontrar razones falsas para gastarse los donativos de la congregación en viajes y cenas. Una vez anunciaron, con toda seriedad, que iban a donar 500 yuanes a familias pobres para subvencionar las colegiaturas de sus hijos. En realidad, todos los padres que solicitaron las subvenciones era gente que estaba cerca de la pastora y los diáconos a diario. Uno de esos “padres pobres” era realmente el propietario de una casa de tres pisos y tenía unos ingresos mensuales de más de 1,000 yuanes. En cuanto a los padres que todos sabían realmente que vivían con dificultades, ninguno de ellos consiguió el subsidio. Al presenciar todo esto personalmente, me quedé muy decepcionado y no sabía qué hacer. Sentía que sólo el retorno del Señor Jesús podía poner fin a estos asuntos inmundos y despreciables. No pude evitar clamar: “¡Señor, por favor, por favor, ven pronto!”.
Estoy muy agradecido a nuestro Señor por tener piedad de mí y escuchar mis súplicas. Después de unos dos meses, uno de los hermanos vino a mi casa. En ese momento, yo estaba solo allí, así que me senté un rato con él por educación y charlamos sobre esto y aquello. Sin embargo, durante nuestra charla el hermano me dio testimonio de la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días. Dijo que el Señor Jesús ya había vuelto, que es llamado Dios Todopodeoso y que ya está expresando verdades para llevar a cabo Su obra de juicio, empezando por la casa de Dios en los últimos días. El hermano también dijo que Dios Todopoderoso va a salvar de sus pecados a la humanidad, que ha sido profundamente corrompida y dañada por Satanás. Él va a liberar a la humanidad de la influencia de Satanás y a llevarnos a Su reino, poniendo fin así a esta era malvada. Cuanto más escuchaba, más extraordinario y extraño me parecía. Yo había creído en el Señor Jesús durante todos estos años, pero nunca había oído nada de esto. En particular, los momentos en que el hermano analizó los diversos fenómenos malignos predominantes ahora en la sociedad, las escuelas y los círculos religiosos, y en los que reveló su esencia y su verdadera situación, eran asuntos que me habían desconcertado durante mucho tiempo. Acabé hablando con él acerca de todas las cosas que había visto y oído a lo largo de muchos años. Expresé mi confusión sobre por qué las escuelas —las cuales se suponía que eran lugares de aprendizaje inocente— se habían convertido en guaridas de mentiras y sobre por qué las iglesias —las cuales se suponía que eran lugares santos— se habían convertido en guaridas de farsa y luchas internas. Además, yo quería ser una persona honesta, como el Señor Jesús pedía; pero eso era sólo una quimera, ya que vivía mi vida cotidiana tras una máscara. Con respecto a mi desconcierto, el hermano me leyó algunos pasajes de las palabras de Dios: “Satanás corrompe a las personas mediante la educación y la influencia de los gobiernos nacionales, los famosos y los grandes. Sus mentiras y sinsentidos han pasado a ser la vida y la naturaleza del hombre. ‘El Cielo destruye a los que no buscan sus propios intereses’ es un conocido dicho satánico que ha sido infundido en todos y que ha pasado a ser la vida humana. Algunas otras palabras de la filosofía vital también son así” (‘Cómo conocer la naturaleza del hombre’ ). “¡Humanidad cruel y brutal! La confabulación y la intriga, los empujones entre ellos, la lucha por la reputación y la fortuna, la masacre mutua, ¿cuándo se van a terminar? Dios ha hablado cientos de miles de palabras pero nadie ha entrado en razón. Actúan por el bien de sus familias, hijos e hijas, por sus carreras, porvenires, estatus, vanidad y dinero, por la ropa, la comida y la carne, ¿las acciones de quién son verdaderamente por el bien de Dios? Incluso entre aquellos cuyas acciones son por el bien de Dios, sólo hay unos cuantos que conocen a Dios. ¿Cuántos no actúan por el bien de sus propios intereses? ¿Cuántos no oprimen y discriminan a los demás con el propósito de mantener su propio estatus? Así, de manera contundente, Dios ha sido condenado a muerte en innumerables ocasiones; innumerables jueces bárbaros han condenado a Dios y una vez más lo han clavado en la cruz. ¿Cuántos se pueden llamar justos porque en verdad actúan para la gloria de Dios?” (‘Los malvados deben ser castigados’). “¿Por qué se involucran las personas en tan malas artes? Para conseguir sus propias metas y lograr los objetivos que desean. De modo que adoptan ciertos métodos, que muestran que no son rectas y honradas, y que no son honestas. En esas ocasiones se revelan la insidia y la astucia, o su malicia y su abyección. Con estas cosas, uno siente que resulta especialmente difícil ser honesto; sin ellas, te parecería que ser honesto es fácil. Los mayores obstáculos para la honestidad son la insidia de las personas, su astucia, su malicia y sus motivaciones innobles” (‘Para ser honesto, uno debe exponerse a los demás’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Después de leer estas palabras de Dios, el hermano siguió hablando conmigo y fue ahí cuando tuve un destello repentino de entendimiento: ¡la raíz de todos nuestros problemas es que Satanás tiene poder sobre la humanidad y nos está corrompiendo! Satanás el Diablo nos ha llenado de ideas venenosas como “El Cielo destruye a los que no buscan sus propios intereses,” “El dinero es lo primero” y “El poder está por encima de todo lo demás”. Estos venenos han echado raíces en los recovecos más profundos de nuestro corazón y se han convertido en nuestra vida; estos conceptos controlan todas nuestras palabras y acciones. Así que, independientemente de si las personas están en una escuela o en una comunidad religiosa, serán incapaces de no buscar sus propios intereses y competirán y lucharán contra otros para lograrlo. Cuando los pastores colocan un letrero que dice: “Trabajar para el Señor y servir a Su rebaño”, aún pretenden llenarse los bolsillos y, cuando la escuela cuelga una bandera con el lema “Impartir conocimiento y educar a los estudiantes para beneficiar a la nación y a las personas”, todo eso es simplemente una farsa. De hecho, los maestros usan el lema “Ser diligente y laborioso para servir como ejemplo para los demás” como pretexto para conseguir para sí mismos tanto como puedan. He oído de maestros que han perdido toda su humanidad y han humillado o golpeado cruelmente a estudiantes con el fin de buscar sus propios intereses. Esto es ahora tan común, que ya no es noticia. Satanás el Diablo usa el poder y el dinero para controlar nuestro corazón y nuestro espíritu, lo cual hace que nos volvamos cada vez más malvados y siniestros. No nos detendremos ante nada con el fin de conseguir lo que queremos y, conforme nuestros métodos traicioneros y astutos van perfeccionándose, el beneficio que traen se vuelve cada vez mayor. Como consecuencia, simplemente nos volvemos más malvados y corruptos y somos capaces de cometer los pecados más atroces. Es como el dicho chino “Si las vigas superiores no están derechas, las inferiores también estarán torcidas”: bajo el gobierno malvado del PCCh, todos los oficiales del Gobierno están malversando grandes cantidades de dinero y, por tanto, el personal directivo y los maestros de las escuelas de China los copian lo mejor que pueden. Conceptos como la moralidad y la justicia se dejan a un lado y la palabra “beneficio” ocupa el escenario central y así es como las escuelas se convierten en un microcosmos de la sociedad malvada en la que existen. Y, una vez que los ojos y oídos de los estudiantes han sido expuestos a esta contaminación malvada, se volverán naturalmente cada vez más malvados ellos mismos, justo como el papel secante absorbe la tinta negra. Algunos ejemplos de esto son estudiantes coqueteando con otros en los rincones oscuros de la escuela y fumando y emborrachándose totalmente en bares. También vi a jóvenes amantes abrazándose y agarrados de la mano en lugares públicos y en estos días es incluso común que alumnos de primaria tengan novio o novia. Algunos alumnos engañarán a sus padres o les harán la vida difícil para conseguir más dinero para sus gastos e incluso se han producido casos de hijos que han atacado a sus padres con un cuchillo cuando estos se han negado a darles más dinero. El cielo sabe cuántos padres han gastado todo su dinero y empleado todos los medios para enviar a sus inocentes y pequeños amores a una escuela de alta calidad, únicamente para ver que no sólo no han aprendido mucho ni desarrollado un buen carácter, sino que se han vuelto realmente más inmorales y malos, y se han convertido finalmente en tramposos consumados o incluso asesinos. Las personas siempre se están quejando de que los estudiantes están empeorando cada año, pero este es el fruto podrido de la actuación del PCCh. El hermano también me dijo que la Era de la Gracia fue cuando el Señor Jesús estuvo llevando a cabo la obra de redención —perdonar los pecados de la humanidad—, la cual no es la misma que la obra de los últimos días de juzgar, purificar y transformar el carácter corrupto de la humanidad. En otras palabras, aunque los creyentes en el Señor pueden obtener la redención de sus pecados, su naturaleza pecadora aún está firmemente arraigada en ellos y no pueden evitar ser corrompidos por Satanás para hacer el mal y resistirse a Dios. Tales personas viven en un círculo vicioso de cometer pecados durante el día y admitirlos por la noche: ni siquiera los pastores son capaces de librarse de sus caminos pecaminosos. Para los últimos días, Dios expresa verdades y lleva a cabo la obra de juzgar y purificar a la humanidad a través de Su encarnación con el fin de purificar y transformar totalmente el carácter satánico de la humanidad y resolver el problema de la fuente de su tendencia al pecado, para que pueda ser completamente salvada del dominio de Satanás y sea capaz de vivir en la luz. Conforme escuchaba hablar al hermano, era como si las negras nubes se estuvieran dispersando para revelar un despejado cielo azul: todas las dudas y la confusión de muchos años desaparecieron y acepté allí mismo el evangelio de Dios Todopoderoso de los últimos días.
El hermano leyó entonces otro pasaje de las palabras de Dios: “El mundo vasto y brumoso ha hecho que muchos de vosotros seáis inquebrantables y valientes en el cumplimiento de los diferentes roles en este mundo. Ha forjado muchos ‘guerreros’ que no temen a la muerte en absoluto. Aún más, ha creado lotes de seres humanos insensibilizados y paralizados que no comprenden el propósito de su creación” “La humanidad que abandonó el suministro de vida del Todopoderoso, no sabe por qué existe, y sin embargo teme a la muerte. Sin apoyo ni ayuda, pero la humanidad continúa siendo renuente a cerrar sus ojos, desafiando todo, arrastrando una existencia innoble en este mundo, en cuerpos que no tienen conciencia de las almas. Tú vives así, sin esperanza; él existe de esta manera, sin ningún objetivo. Sólo existe el Santo de la leyenda que vendrá a salvar a los que gimen en el sufrimiento y que anhelan desesperadamente Su llegada. Esta creencia no puede ser concientizada hasta ahora en la gente que permanece inconsciente. Sin embargo, la gente todavía anhela que así sea. El Todopoderoso tiene piedad de esta gente que sufre profundamente. Al mismo tiempo, Él está harto de esa gente que no tiene conciencia, porque Él tiene que esperar demasiado tiempo la respuesta de los humanos. Él desea buscar, encontrar tu corazón y tu espíritu. Él quiere darte alimento y agua y despertarte, para que ya no tengas sed, ya no tengas hambre. Cuando estés cansado y comiences a sentir la desolación de este mundo, no te sientas perplejo, no llores. Dios Todopoderoso, el Velador, acogerá tu llegada en cualquier momento” (‘El suspiro del Todopoderoso’ ). Estas palabras me conmovieron mucho. En el pasado, en mi confusión y dolor, había derramado muchas lágrimas; pero nadie había sido nunca capaz de penetrar tan claramente en los secretos de mi corazón con sus palabras o de describir el verdadero estado de mi corazón y mente. Y sin duda no había habido nadie que me dijera cómo caminar por la senda de mi vida en el futuro. Sin embargo, unas pocas frases breves de las palabras de Dios Todopoderoso fueron capaces de expresar lo que estaba profundamente oculto en mi corazón y, lo que es más importante, de mostrarme un camino hacia delante. Ahora no sólo sé que la fuente de la degeneración y la corrupción de la humanidad es que esta se ha apartado del sustento de vida de Dios y ha caído bajo el dominio de Satanás, sino que también sé que Dios siempre espera que nosotros —las personas que hemos sido engañadas y dañadas por Satanás— podamos volver a Él lo más pronto posible y recibir Su salvación. Las palabras de Dios me trajeron luz y esperanza, y pusieron fin a muchos años de vida en la oscuridad. A partir de ahí, empecé a devorar las palabras de Dios y a participar con entusiasmo en la vida de iglesia. Empecé a odiar esos bares de luz tenue en los que solía caerme borracho y dejé de beber para siempre. Siempre que mis amigos de borracheras intentaban que yo saliera con ellos encontraba una buena excusa para no ir. Si no se me ocurría ninguna, iba con ellos, pero ni una sola gota de licor volvió a tocar mis labios. Los veía beber botella tras botella y, cuando estaban totalmente ebrios, empezaban a actuar tan locamente como de costumbre. De pronto, sentí una tristeza inexplicable. Sentí que eran dignos de lástima y recordé que yo también me había comportado así algunas veces, emborrachándome una y otra vez con el fin de anestesiarme y olvidar temporalmente mis preocupaciones y el vacío que había en mi interior. Sin embargo, beber sólo hacía que el sufrimiento y el vacío duraran aún más. ¡Ahora que tengo algo en lo que puedo confiar realmente, mi corazón se siente lleno y gozoso, y estoy realmente agradecido por la inmensa salvación de Dios Todopoderoso!
Lo que hace que yo esté aún más agradecido es que Dios Todopoderoso no sólo me alivió mi vacío espiritual, sino que también me sacó de toda la inmundicia y contaminación. Cada vez que me reunía con los hermanos y hermanas me sentía totalmente liberado, porque entre ellos no había falsedad ni bravuconería, ni palabras vacías, ni tampoco engaño o represión algunos. Los hermanos y hermanas buscan ser personas honestas, siempre dispuestos a decir lo que piensan porque saben que cuanto más honestos sean, más los aprobará Dios y les concederá Sus bendiciones y más agradarán a los demás. Después de ver que cada uno de los hermanos y hermanas estaba viviendo de una forma simple, abierta y liberada, decidí rebelarme contra mi propio ego y vanidad, y contar a una de las hermanas cómo había estado yo bajo la influencia de tendencias y modas malvadas y cuán degenerado e inútil me había vuelto. La hermana no sólo no me miró con recelo, sino que me habló de todas sus transgresiones, así como del proceso de cómo la salvó Dios. ¡Y era alguien que conocía desde hacía menos de diez días! Con mis buenos amigos que había conocido durante años, raramente había oído algo que viniera realmente del corazón; pero aquí en la Iglesia de Dios Todopoderoso todo el mundo es así, todo el mundo está haciendo de la honestidad una práctica. ¡La casa de Dios es un lugar de pureza y piedad completamente diferente del mundo exterior! En la iglesia no hay diferencia entre superiores e inferiores, ricos y pobres, o una precedencia automática de los más cualificados sobre los menos cualificados. El discurso y las acciones de todos los miembros de la iglesia están de acuerdo con las palabras de Dios y estas palabras son las reglas y las normas según las cuales se comportan. En la casa de Dios vi el verdadero futuro y el verdadero destino, y empecé a odiar mi vida escolar estéril y monótona, en la que no estaba aprendiendo nada de valor y sólo me estaba volviendo más y más traicionero y astuto. En una sociedad en la que las buenas certificaciones educativas significan un futuro brillante, decidí con firmeza y determinación abandonar la escuela y planear cómo iba a rehacerme. Muchas personas no entendieron mi decisión y algunas incluso dijeron que era un insensato que estaba destruyendo su propio futuro. Mis familiares y compañeros de clase tampoco lo entendieron y, cuando la pastora —la que estaba llena de falsa amabilidad y justicia— oyó las noticias de que mi madre y yo habíamos aceptado al Relámpago Oriental, nos espetó: “¡Ambos estáis equivocados! ¡Ambos estáis poniendo vuestra fe en una persona! ¡El Relámpago Oriental ya ha sido calificado por el Gobierno como una secta malvada! Si seguís creyendo en él, seréis abandonados por el Señor. Serías sabio si estudias duro mientras aún eres joven…”. Sin embargo, yo sabía que estaba absolutamente en la senda correcta y nunca me arrepentí de mi decisión, porque sabía que no tenía un futuro digno de mención en una escuela llena de mentiras y falsedad. En realidad, quedarme en un lugar así sólo producirá la completa aniquilación de mi conciencia y la pérdida de mi humanidad. Además, ¿cómo podían entender claramente mi decisión espiritual esos pastores y ancianos de la comunidad religiosa, que no tenían ni una pizca de la realidad de la verdad y estaban manchados con la inmundicia y corrupción del mundo?
En la Iglesia de Dios Todopoderoso he experimentado personalmente cómo la verdad y Cristo gobiernan en la casa de Dios. Quienquiera que practique verdades obtiene respeto y apoyo, mientras que quienes promueven prácticas deshonestas o hacen el mal son bloqueados y, si no se arrepienten tras ser advertidos algunas veces, son expulsados. Como yo había sido profundamente corrompido por Satanás y amaba demasiado el estatus y el prestigio, durante el período en que fui líder de iglesia, usaba mi poder para proteger y fortalecer mi posición atacando y vengándome de una hermana que no estaba de acuerdo conmigo. Llegué al punto de exigir que fuera expulsada y, que si no la expulsaban, me marcharía. Todo el que intentaba hablar conmigo se convertía en mi enemigo. Incluso después de múltiples intentos de apoyarme y ayudarme por parte de los hermanos y hermanas, insistía obstinadamente en que yo tenía razón. Al final, la hermana no fue expulsada y se me despojó de mi puesto de liderazgo por no aceptar las verdades y no tratar justamente a las personas. Esta era la justicia de Dios en acción y también un ejemplo del amor y la salvación de Dios. Aún más, eso me mostró que la casa de Dios y el mundo exterior son muy diferentes: en la casa de Dios gobiernan la verdad y la justicia, y todos son tratados con igualdad y justicia. Tras ser destituido de la posición de liderazgo, mi corrupción me llevó a entender mal a Dios y a quejarme de Él, e incluso consideré traicionar a Dios y volver a mi vieja vida de beber incontroladamente y de libertinaje con mis amigos de la escuela. Sin embargo, Dios no renunció a mi salvación, y el esclarecimiento de las palabras de Dios y la comunicación de los hermanos y hermanas pudieron apartarme del umbral del peligro una vez más. Aunque ahora soy sólo un creyente común en la Iglesia de Dios Todopoderoso, aquí sé lo que significa ser un humano real y entiendo que si las personas dejan a Dios serán inevitablemente pisoteadas y dañadas por Satanás. Dios Todopoderoso me permitió encontrar la verdadera dirección en la vida y Dios fue quien me salvó de las tendencias oscuras y malvadas de este mundo material. ¡No tengo manera de expresar la profundidad del amor y de la compasión de Dios, sino que sólo puedo consagrar el resto de mi vida a Él buscando verdades y cumpliendo mis deberes para devolver Su amor!

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