Crecí en una familia católica, y cuando era pequeña, llevé una vida de fe devota junto con mis padres, disfrutando de la generosa gracia del Señor y participando activamente en las reuniones de la iglesia. En aquel entonces, el sacerdote solía decir a menudo: “El Señor volverá en los últimos días y por eso debemos esperar. En ningún momento debemos abandonar al Señor, porque si aceptamos otra religión, eso sería una traición al Señor y un pecado imperdonable”. Tomé en serio las palabras del sacerdote y me decidí a seguir al Señor toda mi vida, y a no traicionarlo nunca.
La Iglesia está desolada y yo pierdo mi camino
Posteriormente, sin embargo, sentí que la iglesia estaba perdiendo gradualmente la bendición del Señor y que los sermones dados por el sacerdote eran áridos y aburridos. En cada reunión, el sacerdote predicaba el Evangelio de Juan o el Evangelio de Mateo, que no podían resolver los problemas de los creyentes en absoluto. La fe de los hermanos y hermanas se enfriaba, su espíritu se debilitaba, nadie mostraba mucho entusiasmo durante la misa y el número de personas que asistían a las reuniones de la iglesia era cada vez menor. La iglesia también estableció una fábrica y ordenó a los creyentes que se convirtieran en accionistas, por lo que una iglesia que había adorado al Señor se convirtió en una empresa comercial secular. Lo que más me sorprendió fue que, en su disputa por conquistar el cargo de obispo, nuestro sacerdote envió a su hermano menor para secuestrar a otro sacerdote y cortarle las orejas, convirtiendo así al otro sacerdote en un inválido que no podía asumir el cargo de obispo. Después de que el caso salió a la luz, el sacerdote y su hermano menor fueron arrestados y puestos en prisión ... Esta serie de acontecimientos me pareció inconcebible: ¿Cómo es posible que nuestra iglesia se hubiera vuelto tan depravada y oscura? ¿Aún se podía encontrar al Señor en esta iglesia? Me sentí muy triste y perdida.
Al aferrarme a mis ideas, la salvación del Señor me pasó de largo
En 1998, me encontré con la Hermana Guo, que estaba predicando la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Ella habló conmigo, y me dijo: “Estamos en los últimos días y el Señor Jesús ha vuelto como el Dios Todopoderoso encarnado. Dios Todopoderoso ha terminado la Era de la Gracia y ha marcado el comienzo de la Era del Reino, y Él expresa la verdad y realiza la obra del juicio que comienza en la casa de Dios. Al seguir la obra de Dios en los últimos días, estamos siguiendo los pasos del Cordero y entonces podemos obtener la salvación de Dios en los últimos días. Dios ya está realizando una nueva obra y la obra del Espíritu Santo ha cambiado. El mundo religioso ha perdido hace tiempo la obra del Espíritu Santo, los pastores no tienen nada que predicar, la fe de los creyentes se ha enfriado y cada vez hay más iniquidades. La iglesia se ha convertido en una desolación y debemos ser como las vírgenes prudentes y prestar atención para escuchar la voz de Dios, salir de la gran ciudad de Babilonia, buscar una iglesia que tenga la obra del Espíritu Santo y buscar e investigar el verdadero camino. Esto es lo único correcto para hacer”.
Mientras escuchaba la enseñanza de la Hermana Guo, pensé en lo razonable que sonaba. La iglesia se había vuelto desolada, nuestros espíritus estaban resecos, y ya no podíamos sentir la presencia del Señor; teníamos que abandonar la iglesia y buscar otra que tuviera la obra del Espíritu Santo. Pero entonces pensé en lo que había dicho el sacerdote, que si abandonábamos el catolicismo y buscábamos otra iglesia, entonces estaríamos traicionando al Señor y cometiendo un pecado imperdonable, así que sentí miedo. Posteriormente, la Hermana Guo vino a verme tres veces, pero yo la rechacé educadamente en cada ocasión. Después de eso, ella fue a predicar el evangelio en otro lugar y nunca más la vi. Durante los años siguientes, la situación en mi iglesia se deterioró año tras año y hubo más y más casos de iniquidades. Los sacerdotes aún no tenían nada que predicar, y mientras contendían por alcanzar una posición, se enfrascaron a disputas debido a los celos, formaron camarillas, se atacaron unos a otros, y algunos creyentes incluso abandonaron la iglesia por completo y se concentraron en sus trabajos. Me sentí adolorida e indefensa en vista de estos acontecimientos, dejé de asistir a las reuniones en la iglesia, me limité a mantener mi religión y solo leí la Biblia en casa.
La situación en el extranjero no era diferente: ¿dónde estaba el Señor?
En julio de 2013, me mudé a Corea del Sur para ayudar a mi hija a cuidar a su hijo. En mi tiempo libre, pensé que debía encontrar una iglesia para poder llevar una vida de iglesia, y creí que quizá el estado de las iglesias católicas en Corea del Sur sería mejor que en China. Un tiempo después, sin embargo, descubrí que la misa en Corea del Sur se limitaba a seguir el proceso de una ceremonia religiosa y nada más. Una vez, después de la misa, vi muchas cosas en el patio: Había todo tipo de productos comerciales, de maquillaje y para la salud, y las monjas vendían sus productos a los creyentes y parecían claramente disgustadas si alguien no compraba nada. En vista de este espectáculo, no pude dejar de pensar en el final de la Era de la Ley, cuando el templo se convirtió en un lugar para el comercio de ganado, ovejas y palomas. Suspiré profundamente y pensé: Nunca hubiera esperado que las iglesias católicas también fueran así en el extranjero. Este no es un lugar para adorar al Señor, sino que simplemente se ha convertido en un lugar de comercio. ¿Cuál es la diferencia entre esto y el templo al final de la Era de la Ley? ¿Adónde se ha ido el Señor? Oh, ya que no puedo sentir la presencia del Señor en el catolicismo, ¿qué sentido tiene continuar con esto? Luego de pensar en ello, me di cuenta de que estaría mejor si echara un vistazo a otras iglesias, pero cuando pensé en lo que el sacerdote había dicho antes –que convertirme a otra denominación sería una traición al Señor–, descarté la idea.
Durante los días siguientes, cada vez que miraba la imagen del Señor Jesús en mi pared, sentía un dolor indescriptible. Yo no podía entenderlo: ¿Qué diablos le pasaba al mundo religioso? ¿Realmente el Señor lo había abandonado? Pero entonces, ¿adónde se había ido el Señor? Me sentí muy perdida, indefensa y dolorida, y todos los días rezaba al Señor: “Oh Señor, ¿dónde estás? …”
Encuentro de nuevo el amor del Señor
En la víspera del Festival de Primavera de 2017, conocí a la Hermana Huang y le conté todo sobre mis experiencias católicas de los años anteriores. Después de escucharme, me invitó a su iglesia. Cuando llegué allí, vi que todos los hermanos y hermanas que me recibieron eran personas honradas y decentes, entusiastas y sinceras, e instantáneamente me abrí a ellos.
Más tarde, uno de los hermanos me testificó que Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, se había encarnado, ido a China y estaba llevando a cabo la obra del juicio comenzando en la casa de Dios. Cuando escuché esto, de repente recordé que la Hermana Guo también me había predicado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días más de veinte años atrás. En aquel entonces, me había negado a investigar esto porque tenía miedo de cometer apostasía. Ahora había oído hablar de este camino de nuevo y me pregunté: ¿La buena voluntad del Señor está detrás de esto? ¿Ha escuchado el Señor mis oraciones? Sentí alegría en mi corazón mezclada con dudas y curiosidad. Los hermanos y hermanas me pusieron “El Origen y el Desarrollo de la Iglesia de Dios Todopoderoso” y el video musical del himno de las palabras de Dios “Dios ha traído Su gloria al Este”, y me conmovió mucho cuando los vi.
Después, la hermana habló conmigo y dijo: “Dios se ha encarnado en China y ha llevado su gloria de Israel al Oriente. Él expresa la verdad y está llevando a cabo la obra del juicio comenzando en la casa de Dios para salvar por completo a la gente de las ataduras del pecado y permitirnos entrar en el hermoso destino que Dios ha preparado para nosotros”. También hablaron sobre la raíz de la depravación y la oscuridad en el mundo de la religión, principalmente porque los pastores y los ancianos no practican las palabras del Señor, no siguen las enseñanzas del Señor y no conducen a los fieles a adorar al Señor. En cambio, se exaltan y dan testimonio de sí mismos y trabajan para mantener sus propias posiciones y medios de vida, por lo que son detestados y rechazados por el Señor. Otra razón es que Dios ha comenzado una nueva obra, y la obra del Espíritu Santo se ha apartado de las iglesias de la Era de la Gracia y ha comenzado a apoyar la nueva obra de Dios. Es por eso que todas las denominaciones dentro del mundo religioso han perdido la obra del Espíritu Santo y han caído en la oscuridad.
Después de escuchar las enseñanzas de los hermanos y hermanas, recordé todas las iniquidades y las escenas desoladas que había presenciado al interior de la religión en los últimos años, y sentí una gran emoción. Sentí que sus enseñanzas habían estado totalmente de acuerdo con los hechos y que habían sido muy beneficiosas para mí, y que acudir a esta iglesia se debía realmente a la guía del Señor.
Las ideas a las que me aferraba estaban equivocadas
Seguí investigando de esta manera y les conté a los hermanos y hermanas sobre el problema que siempre me había dejado perpleja, para que juntos pudiéramos buscar la respuesta. Dije: “Los sacerdotes a menudo nos advierten que si abandonamos el catolicismo y aceptamos otra denominación, entonces estamos cometiendo apostasía, traicionando al Señor y cometiendo un pecado imperdonable. Y aunque he escuchado en estos últimos años que el Señor ha regresado para realizar Su obra de juicio, nunca me atreví a buscarla o investigarla. Así que solo quería buscar con ustedes la respuesta a esta pregunta: ¿Estamos cometiendo apostasía al abandonar el catolicismo? Siempre me ha dejado perpleja este asunto, así que me gustaría que hablaran conmigo al respecto”.
Una de las hermanas me dio una enseñanza y me dijo: “Hermana, solo buscando la verdad podremos entender completamente el asunto de si estamos o no traicionando al Señor Jesús al buscar e investigar otras iglesias. Si pensamos en la Era de la Ley, veremos que todos los israelitas creían en Jehová, le adoraban en el templo y guardaban el sábado. Pero cuando el Señor Jesús vino, no trabajó en el templo, sino que viajó y dio sermones en la costa, en las montañas y en muchas aldeas, y sanó a los enfermos, expulsó a los demonios y dijo a los hombres que confesaran y se arrepintieran de sus pecados. En cuanto a los que oyeron hablar al Señor y le vieron obrar, quienes salieron del templo y le siguieron, como Pedro, Juan y Mateo, ¿podría decirse que aceptaron otra denominación? ¿Podría decirse que cometieron apostasía y traicionaron a Jehová? El Señor Jesús y Jehová son un solo Dios, así que al aceptar la obra del Señor Jesús, no solo no estaban traicionando a Dios, sino que estaban siguiendo sus pasos. Por el contrario, aquellos fariseos y judíos que se aferraron obstinadamente a las viejas costumbres en el templo, que escucharon al Señor Jesús hablar y lo vieron obrar, pero que se aferraron a sus ideas y se negaron a aceptar el camino del Señor, fueron los que verdaderamente se rebelaron y resistieron a Dios, y por eso fueron detestados, rechazados y condenados por Dios. Del mismo modo, ante el regreso del Señor en los últimos días, hemos abandonado nuestras propias denominaciones y hemos venido a dar la bienvenida al Señor. ¿Significa esto que estamos traicionando al Señor? Las palabras de Dios revelan esto con mucha claridad.
“Dios Todopoderoso dice: ‘Existen varias religiones importantes en el mundo, y cada una de ellas tiene su cabeza, o líder, y los seguidores están esparcidos por diferentes países y regiones de todo el mundo; cada país, grande o pequeño, contiene diferentes religiones. Sin embargo, independientemente de las religiones que existan alrededor del mundo, todas las personas del universo existen en definitiva bajo la dirección de un Dios, y no son cabezas o líderes religiosos quienes guían su existencia. Es decir, ningún cabeza o líder religioso en particular guía a la humanidad, sino que la dirige el Creador, que creó los cielos y la tierra, y todas las cosas, y también a aquella; esto es una realidad. Aunque el mundo tiene varias religiones principales, por muy relevantes que sean, todas existen bajo el dominio del Creador y ninguna de ellas puede sobrepasar el ámbito de ese dominio. El desarrollo de la humanidad, el progreso social, el desarrollo de las ciencias naturales, cada uno de estos aspectos es inseparable de las disposiciones del Creador, y esta obra no es algo que un líder religioso particular pueda hacer. Los líderes religiosos son simplemente la cabeza de una religión particular, y no pueden representar a Dios, o a aquel que creó los cielos, la tierra y todas las cosas. Los líderes religiosos pueden guiar a quienes están dentro de toda la religión, pero no pueden dominar a todas las criaturas bajo el cielo; este es un hecho universalmente reconocido. Los líderes religiosos son simplemente eso, y no pueden equipararse a Dios (el Creador). Todas las cosas están en manos del Creador, y al final volverán a ellas. La humanidad fue creada originalmente por Dios, e independientemente de la religión, todas las personas volverán bajo Su dominio; es inevitable’”.
“Al leer las palabras de Dios, nos damos cuenta de que no importa cuántas denominaciones haya en la tierra, todas existen bajo la soberanía de un solo Dios. A través de una mirada cuidadosa a la historia, nos damos cuenta de que cuando el Señor Jesús había terminado Su obra de redención, todos los fieles en ese momento llamaron al Señor Jesucristo y leyeron la misma Biblia; no había diferentes denominaciones en absoluto. Fue solo después que los líderes comenzaron a guiar a los creyentes en diferentes grupos porque cada uno tenía diferentes interpretaciones de la Biblia, y porque todos sentían que su propio entendimiento de la Biblia era el correcto y que nadie se sometería a nadie más. Así, formaron todas las denominaciones que vemos hoy. De hecho, ya sea el catolicismo, la Iglesia Ortodoxa Oriental o el protestantismo, todos creen en el Señor Jesús y en un solo Dios. No importa cuántas denominaciones haya en la tierra o cuán poderosa e influyente sea una denominación, ninguna puede superar la autoridad de Dios, y al final todas las denominaciones deben unirse necesariamente bajo el dominio de Dios. Como profetiza la Biblia: ‘Y ACONTECERA en los postreros tiempos, que el monte de la casa de Jehová será constituído por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán á él pueblos’ (Miqueas 4:1). ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice á las iglesias’ (Apocalipsis 2:7). Estas profecías expresan muy claramente que Dios hablará a todas las iglesias en los últimos días, no solo a una denominación, y finalmente todos los pueblos acudirán a la montaña de Dios y regresarán ante Su trono. Ahora, el Señor Jesús ha regresado en la carne y tomado el nombre de Dios Todopoderoso y, sobre la base de la obra de la Era de la Gracia, Él expresa la verdad, realiza la obra de juzgar y purificar al hombre, y usa Sus palabras para salvar a la humanidad. Todos los que son ovejas de Dios entre todas las religiones, todas las denominaciones, todos los pueblos y todas las razas, cuando escuchan Sus palabras, pueden confirmar desde el fondo de sus corazones que esta es la voz de Dios, y uno por uno regresan ante Dios. Al aceptar la obra de Dios de los últimos días, no estamos cometiendo apostasía ni traicionando al Señor Jesús. En cambio, estamos siguiendo los pasos del Cordero y siendo regados por el agua viva de la vida, y obteniendo la salvación de Dios en los últimos días”.
Después de escuchar la enseñanza de la hermana, lo entendí. No importa a qué denominación pertenezcamos, todos creemos en un solo Dios y aceptamos la guía de un solo Dios, y todos regresaremos a Él al final. Hoy en día, todas las denominaciones en todo el mundo religioso se han vuelto desoladas, están sin la obra del Espíritu Santo, y no pueden obtener ningún suministro de vida. Si yo estuviera languideciendo todavía en la religión, ¿no perdería entonces la salvación del Señor? Pensé en cómo había estado encadenada durante años por la noción equivocada de que abandonar el catolicismo es apostasía y es traicionar al Señor, y en cómo había escuchado el evangelio de Dios de los últimos días pero no lo había investigado, y lo había rechazado. Me había aferrado a esa noción hasta ahora, hasta que mi espíritu se marchitó por completo. ¡Esta noción realmente me había causado mucho daño!
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