Versículo de la Biblia sobre evangelio de hoy
Y sobre todo tenemos este mandamiento de Dios, que quien ama a Dios, ame también a su hermano.
1 Juan 4:20
Reflexion del evangelio de hoy
A partir de este versículo, podemos ver que una de las manifestaciones reales de amar a Dios es amar a los hermanos y hermanas que nos rodean, y que amar a los hermanos y hermanas es el requisito de Dios para nosotros y el mandato de Dios que debemos obedecer. Sin embargo, en la vida real, hay muchas ocasiones en que no tenemos una relación normal con hermanos y hermanas, y estamos cerca de esta, pero no de esa. Cuando los hermanos y hermanas son beneficiosos para nosotros, estamos dispuestos a amarlos; cuando algunos hermanos y hermanas tocan nuestros intereses, no solo no los amamos, sino que los despreciamos. A partir de esto, se puede ver que no tenemos principios para amar a los hermanos y hermanas y seguimos con ellos en función de nuestras propias preferencias personales. Por lo tanto, no podemos amarlos, aunque queremos hacerlo. A menudo no nos amamos de verdad, entonces, ¿cómo podemos lograr el amor mutuo? Dios dice, “Si no tienes una relación adecuada con Dios, no importa qué hagas para mantener tus relaciones con las demás personas, no importa qué tan duro trabajes o cuánta energía inviertas, esto sigue perteneciendo a una filosofía de vida humana. Mantienes tu posición entre las personas a través de una perspectiva humana y una filosofía humana para que ellas te alaben. No estableces relaciones adecuadas con las personas de acuerdo con la palabra de Dios. Si no te centras en tus relaciones con las personas, sino que mantienes una relación adecuada con Dios, si estás dispuesto a darle tu corazón a Dios y aprendes a obedecerle, de una manera muy natural, tus relaciones con todas las personas serán adecuadas. De esta manera, estas relaciones no se establecen en la carne sino sobre el fundamento del amor de Dios. Casi no hay interacciones que se basen en la carne, pero en el espíritu hay comunión así como amor, consuelo y provisión de los unos para los otros. Todo esto se hace sobre el fundamento de un corazón que complace a Dios. Estas relaciones no se mantienen por confiar en una filosofía de vida humana, sino que se forman de una manera muy natural por medio de la carga para Dios. No requieren del esfuerzo humano; se practican a través de los principios de la palabra de Dios”. De las palabras de Dios, podemos ver que una relación adecuada con Dios y con los hermanos y hermanas no se establece en la carne sino en el fundamento del amor de Dios. Solo de esta manera podemos realmente amar a los hermanos y hermanas y vivir la realidad de amar a Dios.
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