Pregunta: ¿Podemos entrar al reino de los cielos si cometemos pecados frecuentemente?
Respuesta: Hay algunos hermanos y hermanas que piensan: “La ofrenda por el pecado del Señor Jesús es efectiva para siempre. No importa qué pecado cometamos, siempre y cuando confesemos y nos arrepintamos al Señor, entonces podemos obtener el perdón del Señor y finalmente entraremos en el reino de los cielos”. Pero ¿es esta opinión realmente correcta? ¿Hay una base para este punto de vista en las palabras de Dios? Según este punto de vista, parece que, una vez que creemos en el Señor, no hay nada de qué preocuparse, no importa cómo pecamos, porque el Señor siempre nos perdonará y la ofrenda por el pecado del Señor Jesús es efectiva para siempre. Si esto es cierto, ¿cómo se pueden explicar los siguientes versículos: “Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de un fuego que ha de consumir a los adversarios” (Hebreos 10:26-27)? Además, se menciona en Apocalipsis, “He aquí, yo vengo pronto, y mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12). Cuando el Señor regrese, recompensará a los buenos y castigará a los malvados dependiendo de las acciones y el comportamiento de cada individuo. El Señor Jesús también profetizó que vendrá en los últimos días para separar las ovejas de las cabras, el trigo de la cizaña y los buenos sirvientes de los malvados, y si finalmente iremos al cielo o al infierno en nuestra creencia en Dios está directamente vinculado a si practicamos o no las palabras del Señor y seguimos el camino del Señor. Según nuestros puntos de vista, sin embargo, parece que estamos diciendo que el Señor nos perdonará si seguimos Su camino o no y sin importar los pecados que cometemos. ¿No sería eso hacer que las palabras del Señor Jesús “para recompensar a cada uno según sea su obra” sin sentido? Debido a que se aferran a esta clase de punto de vista, muchos hermanos y hermanas no prestan atención a poner en práctica las palabras del Señor o seguir los mandamientos del Señor. Incluso se vuelven cada vez más degenerados, evitan al Señor cada vez más y viven en un estado de pecado y confesión del cual no pueden escapar. ¿Concuerda con la voluntad de Dios seguir de esta manera? Dios dice: “[...] seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45). “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). La Biblia también dice: “Afuera están los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los idólatras y todo el que ama y practica la mentira” (Apocalipsis 22:15). “Porque con certeza sabéis esto: que ningún inmoral, impuro, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5:5). De esto podemos entender que Dios es santo y que Su carácter justo no permite al hombre ofender. Si nunca podemos deshacernos de los grilletes del pecado y con frecuencia cometemos pecados conscientemente, entonces Dios nos detestará y rechazará por pecar y resistirlo. Siempre seremos incapaces de entrar al reino de los cielos.
El Señor Jesús nos perdonó nuestros pecados, pero ¿qué se entiende exactamente por “pecados” aquí? Principalmente, significa acciones pecaminosas en violación de las leyes y mandamientos de Dios y las cuales van en contra de las palabras de Dios. Fue precisamente porque las personas eran capaces de violar las leyes y mandamientos de Dios y de ser condenados y castigados por las leyes, que el Señor Jesús vino a realizar la obra de redención y fue crucificado por toda la humanidad, asumiendo todos nuestros pecados. A partir de entonces, mientras alguien orara en el nombre del Señor Jesús, confesara y se arrepintiera, sus pecados estaban perdonados y dejaban de ser sujetos de la condena y del castigo de las leyes. Dios tampoco consideraría más a esa persona como un pecador, y podrían orar y llamar a Dios directamente y disfrutar de la generosa gracia y bendiciones de Dios. Esta fue la salvación que las personas obtuvieron durante la Era de la Gracia. Tal como la Palabra de Dios dice: “En ese momento, la obra de Jesús era la obra de la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados”. “Por todo lo que el hombre pueda haber sido redimido y perdonado de sus pecados, sólo puede considerarse que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre, que vive en un cuerpo de carne, no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando, interminablemente, su carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayor parte de la humanidad peca durante el día y se confiesa por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para el hombre, no podrá salvarlo del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto”.
Podemos entender de este pasaje que la obra que hizo el Señor Jesús en la Era de la Gracia fue la obra de redención que perdonó solo los pecados del hombre que violaron las leyes, y no absolvió al hombre de su naturaleza pecaminosa interior. Bajo el control de nuestra naturaleza satánica y pecaminosa, estamos llenos de todo tipo de caracteres satánicos, como la arrogancia, el engreimiento, la deshonestidad, el engaño, el egoísmo y la ignorancia. Todas las cosas que disfrutamos y vivimos son cosas que se oponen a Dios, y ninguna de ellas es compatible con Dios. Tome nuestro carácter interior egoísta y despreciable, por ejemplo. Cuando hablamos y actuamos, solo lo hacemos al considerar y hacer planes para nuestros propios intereses, e incluso sufrimos y nos agotamos a nosotros mismos en nuestra fe en Dios solo para obtener bendiciones. Cuando todo es cómodo y fácil en nuestro entorno y todo está bien en casa, agradecemos a Dios, pero en el momento en que nos enfrentamos con una enfermedad o adversidad, comenzamos a culpar a Dios, y algunas personas incluso pueden llegar a abandonarlo. En nuestras interacciones con los demás, vivimos según nuestros caracteres arrogantes y siempre queremos que otros escuchen lo que tenemos que decir, pero cuando los demás no nos escuchan, nos enojamos y les reprochamos. Debido a que tenemos una naturaleza maliciosa, nos ponemos celosos cuando vemos a alguien mejor que nosotros, e incluso podemos excluirlos y atacarlos. Estos son solo algunos ejemplos. Es evidente que nuestros caracteres satánicos internos, como la arrogancia, la engreimiento, el egoísmo, la avaricia y el engaño son cosas más profundas y más arraigadas que el pecado, y son la causa principal de que cometamos pecados y nos resistamos a Dios. Si estos caracteres corruptos satánicos se dejan sin resolver, entonces seremos capaces de pecar con frecuencia, resistir a Dios y traicionar a Dios, hasta que finalmente no podamos entrar en el reino celestial. Tal como la Biblia dice: “Porque la paga del pecado es muerte, […]” (Romanos 6:23).
Pregunta: ¿Cómo podemos librarnos de nuestros pecados?
Respuesta: En relación con esta pregunta, echemos un vistazo a un par de versículos de la Biblia: “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Hebreos 9:28). “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5). Podemos ver en estos versículos que Dios preparó para nosotros Su salvación en los últimos días para que podamos librarnos de nuestros pecados, y que esta salvación en los últimos días es la salvación crucial que resolverá nuestra naturaleza pecaminosa. Entonces, ¿qué es esta salvación en los últimos días? El Señor Jesús profetizó: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 16:47-48). Y 1 Pedro 4:17 dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; […]”. Las palabras de Dios dicen: “Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significó que el hombre ya no tuviera pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de la ofrenda por el pecado, pero en lo que se refiere a cómo puede lograrse que el hombre no peque más y cómo puede extirparse por completo y transformarse su naturaleza pecaminosa, él no tiene forma de resolver este problema. Los pecados del hombre fueron perdonados, y esto es gracias a la obra de crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en su viejo carácter satánico corrupto del pasado. Así pues, el hombre debe ser completamente salvado de su carácter satánico corrupto para que su naturaleza pecadora le sea completamente extirpada y no se desarrolle más, permitiendo, así, que el carácter del hombre se transforme. Esto requeriría que el hombre entendiera la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También requeriría que el hombre actuara de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y pueda ser conforme a la voluntad de Dios, despojarse de su carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, emergiendo, así, totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa”. “Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser purificado. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de la conquista, así como la segunda etapa en la obra de la salvación. El hombre llega a ser ganado por Dios por medio del juicio y el castigo por la palabra, y es por medio del uso de la palabra para refinar, juzgar y revelar que todas las impurezas, las nociones, los motivos y las aspiraciones individuales dentro del corazón del hombre se revelan completamente”. Las palabras de Dios hablan muy claramente. Para permitirnos deshacernos de los grilletes de nuestra naturaleza satánica de una vez por todas, Dios llevará a cabo una etapa de obra en los últimos días para juzgar y purificar al hombre. Expresará muchos aspectos de la verdad para exponer los caracteres corruptos ocultos dentro de nosotros para que podamos llegar a conocer nuestra naturaleza satánica y, por lo tanto, llegar a odiar nuestros caracteres corruptos, practicar de acuerdo con las palabras de Dios y lograr gradualmente el cambio. Cuando eso sucede, llegamos a discernir estas cosas injustas, y aprendemos qué es lo que deleita a Dios y qué le disgusta; llegamos a tener un verdadero conocimiento de Dios, nuestra naturaleza satánica ya no es capaz de controlarnos, nuestros caracteres corruptos internos son suplantados por la verdad, somos capaces de vivir según las palabras de Dios, ya no nos rebelamos ni nos resistimos a Dios, y nos volvemos capaces de someternos verdaderamente y reverenciar a Dios. Estos son los efectos logrados en nosotros por Dios al realizar Su obra del juicio en los últimos días. Por ejemplo, cuando un niño comete un error, los padres del niño querrán rectificar su error. Por lo tanto, deberán hablar mucho con el niño y, a veces, incluso hablar con severidad para castigarlo y disciplinarlo. Su objetivo final al hacerlo siempre será hacer que el niño sea consciente de su error y lo que deben hacer para evitar cometer ese error nuevamente, y así sucesivamente. Así es también la obra de Dios en los últimos días. Al expresar más palabras para juzgar y purificar al hombre, Dios salva al hombre de la influencia de Satanás de una vez por todas y convierte al hombre en personas según Su propio corazón, y al final esas personas serán conducidas al reino de Dios y llegarán al bello destino que Dios ha preparado para el hombre.
Algunas personas se preguntarán: “¿Nuestra naturaleza satánica solo puede resolverse mediante la obra del juicio en los últimos días? ¿No podemos resolver nuestra naturaleza satánica sufriendo, pagando un precio, ejerciendo moderación y restringiendo nuestras propias voluntades? Por supuesto que no podemos. Si no fuera por Dios expresando la verdad para juzgar y exponer nuestra naturaleza y sustancia, ninguno de nosotros sería capaz de conocer realmente la raíz causante de por qué nos resistimos a Dios y ninguno de nosotros sería capaz de desarraigar nuestros caracteres satánicos. A lo largo de la historia, muchos apóstoles han pagado un precio y han ejercido moderación, todo con la esperanza de deshacerse de los grilletes y las limitaciones del pecado y trascender la carne. Pero, ¿quién de ellos fue capaz de derrotar su naturaleza satánica, dejar de pecar y ser verdaderamente obediente a Dios? Incluso Pablo dijo: “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24). “Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí” (Romanos 7:18-20). De esto queda claro que al realizar la obra de redención, el Señor Jesús estaba allanando el camino para la obra del juicio y purificación en los últimos días. Solo Dios al hacer la obra de juicio en los últimos días puede borrar nuestra naturaleza pecaminosa y limpiarnos de nuestros pecados para que ya no cometamos pecados; es por eso que el Señor Jesús prometió regresar en los últimos días para hacer la obra de juicio. Debemos aceptar y experimentar el juicio, las pruebas y el refinamiento de Dios, ya que solo al hacerlo, nuestra naturaleza satánica será desarraigada de una vez por todas, nuestros caracteres corruptos serán limpiados y cambiados, viviremos una verdadera semejanza humana, llegaremos a verdaderamente venerar y obedecer a Dios, podremos ser considerados con la voluntad de Dios, y amaremos y satisfaceremos a Dios. Este es el único camino para librarnos del pecado y alcanzar la salvación de Dios.
En relación con el juicio de Dios en los últimos días: En Apocalipsis se menciona: “Y vi volar en medio del cielo a otro ángel que tenía un evangelio eterno para anunciarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:6-7). La obra del juicio de Dios en los últimos días es el evangelio eterno que Dios nos ha otorgado. Este “evangelio eterno” es el evangelio de Dios que viene en los últimos días para purificar y salvar a la humanidad por completo; es el evangelio el cual pone fin a toda la era. Entonces, cuando escuches a alguien predicando el evangelio de la obra del juicio en los últimos días, ¿qué elegirás hacer?
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com
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