sábado, 3 de octubre de 2020

El reino de los cielos está cerca, ¿cómo podemos lograr el verdadero arrepentimiento?


En los últimos años, los desastres mundiales se han vuelto cada vez más graves: terremotos, plagas, incendios e inundaciones, etc., ocurren con frecuencia. Muchas personas se han dado cuenta de que esto es una advertencia del regreso del Señor, el día del Señor está ante nuestros ojos. El Señor Jesús dijo: “[...] Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Se puede ver que solo aquellos que verdaderamente se arrepienten pueden ser protegidos por Dios y evitar ser destruidos en el desastre. Entonces, ¿qué es el verdadero arrepentimiento? ¿Cómo podemos lograr el verdadero arrepentimiento? Investigaremos este tema juntos.

Cuando se trata del verdadero arrepentimiento, tenemos que mencionar cómo los ninivitas realmente se arrepintieron ante Dios. Cuando los ninivitas escucharon las palabras de Dios a través de Jonás “[...] Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jonás 3:4), creían y obedecían las palabras de Dios y estaban dispuestos a arrepentirse. El rey de Nínive también realizó una serie de acciones de arrepentimiento: dejó a un lado su condición de rey, se quitó su túnica real y se sentó en las cenizas, y también ordenó a las personas y los animales que ayunaran, independientemente de si eran adultos o niños debían confesar sus pecados y arrepentirse ante Dios vestidos de cilicio. La gente de Nínive mostró el verdadero remordimiento en sus corazones, decididos a “[…] vuélvase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos” (Jonás 3:8). Dios examinó lo más íntimo del corazón de las personas y finalmente decidió no destruirles.

La experiencia del arrepentimiento del rey David también está registrada en la Biblia. Cuando Jehová envió a Natán el profeta a David para hacerle saber sus pecados de tomar a Betsabé por su cuenta y de haber matado a Urías, se sintió realmente arrepentido y se aborreció a sí mismo, ayunando y orando diariamente ante Dios, arrepintiéndose y confesando sus pecados, pidiendo la misericordia de Dios. Él oraba a Dios, diciendo: “Vuelve, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. […] Todas las noches inundo mi lecho, Riego mi estrado con mis lágrimas” (Salmos 6:4-6). En su vejez, sus sirvientes le ofrecieron una increíblemente hermosa joven para calentar su cama, pero David nunca la tocó. Esto muestra que David poseía un corazón temeroso de Dios, no solo sintió verdadero arrepentimiento y aborrecimiento por sus pecados, sino que también tenía la acción y el cambio del verdadero arrepentimiento.

No es difícil ver que el verdadero arrepentimiento no es tan simple como confesar nuestros pecados y actos malvados a Dios, sino que depende lo que hagamos y de si tenemos un verdadero cambio. Especialmente, para lograr el verdadero arrepentimiento, necesitamos saber cuál es la actitud de Dios hacia los pecados del hombre, y debemos ser conscientes de la esencia y el daño de nuestros pecados. Solo de esta manera puede surgir en nosotros una verdadera reverencia y temor por Dios, y luego desarrollaremos un verdadero arrepentimiento y aborrecimiento desde el fondo de nuestros corazones por nuestros pecados, ya no caminaremos por el mismo camino de siempre, y comenzaremos a cambiar y a convertirnos en personas nuevas. Este es el verdadero arrepentimiento.

Mirando a nosotros mismos, ¿hemos logrado el verdadero arrepentimiento? Algunas personas quizá dirán: “Antes de creer en el Señor, nos peleábamos y discutíamos con otros cuando nos ocurrían cosas, pero ahora somos humildes y tolerantes con los demás. En el pasado, éramos egoístas y solo considerábamos nuestros propios intereses, pero ahora tenemos un poco más de amor por los demás, podemos ayudar a los débiles, etc., ¿estas acciones no son ejemplos de nuestro verdadero arrepentimiento?” Sin embargo, ¿ alguna vez nos hemos preguntado cuánto tiempo durará tal “arrepentimiento”? De hecho, podemos darnos cuenta de que en nuestra vida, cuando nuestros beneficios personales no están en juego, podemos ser tolerantes y pacientes con las personas y no discutir con los demás. Sin embargo, cuando otras personas comienzan a quebrantar nuestros intereses o herir nuestro orgullo, llegamos a odiarlos, o incluso a vengarnos de ellos. Aunque somos humildes en apariencia, cuando otros no están de acuerdo con nosotros, aunque no discutamos con ellos, aún conservamos nuestras propias ideas en nuestros corazones y hacemos lo que queremos. Además, mentir, engañar a otros, perder los estribos, revelar nuestra carne y envidiar a los demás, etc., todavía existe en nosotros. Aunque a menudo rezamos y confesamos nuestros pecados, esto es solo una admisión verbal, y no es aborrecimiento o desdén por nuestros pecados que sentimos desde el fondo de nuestros corazones. Entonces, cometeremos los mismos errores en algunas situaciones, viviendo en un círculo vicioso de pecar durante el día y confesar por la noche y sin tener un verdadero cambio. El Señor Jesús dijo: “Porque no hay árbol bueno que produzca fruto malo, ni a la inversa, árbol malo que produzca fruto bueno. Pues cada árbol por su fruto se conoce. […]” (Lucas 6:43-44). Y también dice Mateo 3:8: “Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento”. Si comparamos con nuestra expresión real, podemos ver que lo que producimos es el fruto del pecado, no hemos logrado el cambio y el testimonio de arrepentimiento, lo que demuestra que todavía vivimos en pecado y no hemos alcanzado el verdadero arrepentimiento.

Tal vez algunas personas pregunten: “hemos aceptado la salvación de Jesús, el pecado ha sido perdonado. Pero, ¿por qué seguimos viviendo en pecado y no logramos el verdadero arrepentimiento? Leamos dos pasajes.

Dios dice: “Aunque el hombre ha sido redimido y se le han perdonado sus pecados, sólo se considera que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre vive en la carne y no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando interminablemente el carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayoría de los hombres pecan durante el día y se confiesan por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para ellos, no podría salvarlos del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto”. “Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa”.

Podemos ver que la razón por la cual todavía pecamos y no podemos lograr el verdadero arrepentimiento es porque tenemos una naturaleza satánica pecaminosa. Como sabemos, el Señor Jesús, de acuerdo con las necesidades del hombre en aquella época, hizo la obra de la redención, se convirtió en una ofrenda por el pecado para la humanidad por medio de la crucifixión, y liberó al hombre de las maldiciones y la condena de la ley. Por lo tanto, mientras confesamos y nos arrepintamos de nuestros pecados al Señor, nuestros pecados serán perdonados y entonces estaremos en condiciones de disfrutar de Su abundante gracia. Sin embargo, el Señor Jesús solo nos absolvió de nuestros pecados, pero no nos absolvió de nuestra naturaleza pecaminosa, por lo que los caracteres satánicos como el egoísmo, la maldad, la bajeza y el engaño, ect., profundamente siguen existiendo en nuestro interior. Si no podemos deshacernos de estos caracteres corruptos, frecuentemente pecaremos y nos resistiremos a Dios. Esto nadie puede negarlo. Es decir, si nuestra naturaleza pecaminosa y la fuente de nuestro pecado no sean eliminadas, no importa cuánto tiempo hayamos creído en el Señor, aún no podemos lograr el verdadero arrepentimiento o dejar de pecar, nunca entraremos en el reino de Dios.

Entonces, ¿cómo podemos lograr el verdadero arrepentimiento? El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). La Biblia profetiza: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; [...]” (1 Pedro 4:17). Según estos versículos, el Señor Jesús no nos ha terminado de contar algunas verdades cuando hizo Su obra. Debido a que las personas de aquella época acababan de ser redimidas de la ley, su estatura era inmadura, todo lo que podían hacer era estar al tanto de sus pecados y luego confesar y arrepentirse, y cualquier verdad más profunda sobre cambiar sus caracteres corruptos era simplemente más allá de ellos. Entonces, el Señor Jesús nos prometió que regresaría en los últimos días, expresaría la verdad que no entendíamos antes y juzgaría nuestros pecados, para que podamos escapar de nuestros caracteres corruptos y lograr el verdadero arrepentimiento.

Ahora, el Señor Jesús ha regresado en la carne, ha publicado todas las verdades para purificar y salvar a la humanidad, y ha hecho la obra de juicio comenzando por la casa de Dios, para desarraigar por completo la causa de los pecados de la humanidad, para que las personas puedan lograr el verdadero arrepentimiento y el cambio, y no pecar o resistir a Dios. Esto cumple las profecías del Señor Jesús: “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48). Entonces, ¿cómo usa Dios las palabras para hacer el juicio para purificarnos y permitirnos alcanzar el arrepentimiento verdadero? Leamos un pasaje de las palabras de Dios.

Las palabras de Dios dicen: “En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él”.

En los últimos días, Dios expresa la verdad para que las personas alcancen el verdadero arrepentimiento. Sus palabras revelan con total claridad nuestra naturaleza satánica de resistir y traicionar a Dios, nuestras actitudes hacia Dios y hacia la verdad y nuestras búsquedas equivocadas de creencia, y todas las actuaciones, ya sean comportamientos o pensamientos, etc. Como una espada de doble filo, las palabras de Dios perforan nuestros corazones y nos hacen conocer la raíz de nuestro pecado y ver claramente la verdad de nuestra corrupción a manos de Satanás, permitiéndonos reconocer cómo nuestra naturaleza esencial está llena de arrogancia, engreimiento, egoísmo y engaño. Conocemos claramente los requisitos de Dios, pero siempre estamos controlados por estos caracteres satánicos, rebelándonos contra Dios y resistiéndonos a Dios contra nuestra voluntad, e incapaces de practicar la verdad, por lo que nos hemos convertido en la encarnación de Satanás. Ante el juicio y el castigo de Dios, nos hemos convencido por completo de las palabras de Dios, nos postramos ante Dios y comenzamos a odiarnos y a maldecirnos, y así tenemos un verdadero arrepentimiento. Mientras tanto, también sentimos profundamente que la palabra de Dios es la verdad, es toda la revelación del carácter de Dios y lo que es la vida de Dios. Vemos que el carácter justo de Dios no tolera la ofensa, y que la esencia de la santidad de Dios no tolera las imperfecciones. El resultado es que nace un corazón que venera a Dios, y comenzamos a buscar la verdad con todas nuestras fuerzas y a comportarnos de acuerdo con la Palabra de Dios. Siguiendo nuestra comprensión gradual de la verdad, conocemos más y más la naturaleza satánica y el carácter satánico de nosotros mismos, y también conocemos a Dios cada vez más. Gradualmente, podemos practicar la verdad para compensar nuestras transgresiones pasadas, y luego nuestros caracteres corruptos pueden ser purificados. Poco a poco escaparemos de los lazos del pecado, ya no seremos controlados por caracteres corruptos satánicos, no haremos más maldad ni desafiaremos a Dios y podremos realmente obedecer y adorar a Dios, y lograr el verdadero arrepentimiento. Por lo tanto, aceptar el juicio de Dios en los últimos días es el único camino para lograr el verdadero arrepentimiento.

Ahora, el juicio de Dios está llegando a su fin, todo tipo de desastres ocurren uno tras otro, por lo que no tenemos muchas oportunidades de arrepentirnos. En este momento crucial, solo al aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días podemos escapar de los pecados y lograr el verdadero arrepentimiento, de lo contrario nuestra esperanza de entrar en el reino de los cielos nunca se realizará.

Hoy en día, los desastres como terremotos, plagas y hambrunas están ocurriendo con frecuencia, esto es la señal del fin del mundo que nos dice que el día del Señor ha llegado, el Señor ha regresado. ¿Cómo debemos recibir al Señor? Puede hacer clic en los siguientes datos de contacto para discutir y comunicarse con nosotros en línea, nuestros especialistas le responderán online.


Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

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