Historias Bíblicas: Perdonar setenta veces siete
(Mateo 18:21-22) Luego vino Pedro hacia Él y dijo: Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que ha pecado contra mí? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, pero hasta setenta veces siete.
Cuando Dios se hizo carne, con este hecho introdujo una etapa de Su obra: la obra específica y el carácter que Él quería expresar en esta era. En ese período, todo lo que el Hijo del Hombre hizo giró en torno a la obra que Dios quería llevar a cabo en esta era. Él no haría ni más ni menos. Cada cosa que Él dijo y cada tipo de obra que llevó a cabo guardaban relación con esta era. Independientemente de que lo expresara de una forma humana mediante el lenguaje humano o a través del lenguaje divino —cualquiera que fuera la forma o la perspectiva desde la que lo hiciera— Su objetivo era ayudar a que las personas entendieran lo que quería hacer, cuál era Su voluntad, y cuáles Sus exigencias para las personas. Podía usar diversos medios desde diferentes perspectivas para ayudar a las personas a entender, comprender y conocer Su voluntad, a conocer Su obra de salvación de la humanidad. Así, en la Era de la Gracia vemos al Señor Jesús empleando frecuentemente el lenguaje humano para expresar lo que quería comunicar a la humanidad. Además, lo vemos desde la perspectiva de un guía ordinario que habla a las personas, suple sus necesidades, las ayuda con lo que han pedido. Esta forma de obrar no se había visto en la Era de la Ley que precedió a la de la Gracia. Se volvió más íntimo y compasivo con la humanidad, así como más capaz de conseguir resultados prácticos en ambas formas y maneras. La expresión de perdonar a las personas setenta veces siete aclara realmente este punto. El propósito logrado por el número en esta expresión es permitir a las personas entender la intención del Señor Jesús en el momento en que dijo esto: se debía perdonar a los demás, y no una vez, dos o siete veces, sino setenta veces siete. ¿Qué tipo de idea es “setenta veces siete”? Es conseguir que las personas conviertan el perdón en su propia responsabilidad, algo que deben aprender, y un camino que deben observar. Aunque esto sólo era una expresión, servía como idea fundamental. Ayudaba a las personas a apreciar profundamente lo que Él quería decir y a encontrar las formas propias de practicar, así como los principios y los estándares en dicha práctica. Esta expresión ayudaba a las personas a entender claramente, y les daba un concepto preciso, para que aprendieran el perdón; perdonar sin condiciones ni limitaciones, pero con una actitud de tolerancia y comprensión hacia los demás. Cuando el Señor Jesús dijo esto, ¿qué había en Su corazón? ¿Estaba pensando realmente en setenta veces siete? No lo hacía. ¿Existe un número de veces en que Dios perdonará al hombre? Muchas personas están interesadas en el “número de veces” mencionado, quieren entender realmente el origen y el significado de este número, por qué salió este de la boca del Señor Jesús; creen que contiene implicaciones más profundas. En realidad, sólo fue una expresión de Dios en humanidad. Cualquier implicación o significado deben analizarse junto a los requisitos del Señor Jesús para la humanidad. Cuando Dios no se había hecho carne, las personas no entendían mucho de lo que Él decía, porque procedía de la divinidad total. La perspectiva y el contexto de lo que decía eran invisibles e inalcanzables para el hombre; se expresaba desde una esfera espiritual que las personas no podían ver. Y es que quienes vivían en la carne no podían pasar por el reino espiritual. Pero después de que Dios se hiciera carne, hablaba al hombre desde la perspectiva de la humanidad y Él salió y sobrepasó el alcance del mundo espiritual. Él podía expresar Su carácter, Su voluntad y Su actitud divinos por medio de cosas que los humanos podían imaginar, ver y encontrarse en sus vidas; usando métodos que estos podían aceptar, en un lenguaje que podían entender, y un conocimiento que podían comprender, para permitirles saber y conocer a Dios, comprender Su intención y Sus estándares exigidos dentro del alcance de su capacidad, en la medida en que fueran capaces. Este era el método y el principio de la obra de Dios en la humanidad. Aunque Sus formas y Sus principios de obrar en la carne se consiguieron en su mayoría por la humanidad o a través de ella, realmente obtuvo resultados que no se habrían conseguido obrando directamente en la divinidad. La obra de Dios en humanidad era más concreta, auténtica y enfocada, los métodos eran mucho más flexibles, y sobrepasaba en forma a la Era de la Ley.
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