domingo, 7 de marzo de 2021

La clave del recibimiento al Señor es comprender el misterio de la encarnación de Dios

En el asunto de recibir la venida del Señor, muchas personas miran al cielo y las nubes para esperar la llegada del Señor en una nube, pero inesperadamente aún no han visto esta escena, en cambio, han oído la noticia de que Él ha venido en secreto haciéndose carne como el Hijo del hombre. Están confundidas en su corazón por esto: ¿Por qué viene el Señor por medio de la encarnación?

Con mirar esta página del Evangelio, podrás comprender el misterio de este aspecto, lo cual también es la clave para nuestro recibimiento al regreso del Salvador.

El regreso de Dios en la carne en los últimos días cumple completamente las profecías del Señor

Muchos creyentes esperan que el Señor descienda en una nube y se aparezca a la humanidad. Sin embargo, las profecías sobre Su regreso ya se han cumplido en gran medida, así que ¿por qué no lo hemos visto descender en una nube? De hecho, las profecías sobre el regreso del Señor no se limitan a que descienda sobre una nube, ya que también hay profecías referentes a que vendrá en secreto, como “Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40), “Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37), y más. El Señor ya ha venido en la carne como el Hijo del Hombre, caminando en silencio entre nosotros, cumpliendo así las profecías de “la venida del Hijo del Hombre”.


Versículos bíblicos como referencia

“Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40).

“Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37).

“Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).


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