viernes, 19 de marzo de 2021

Que dice la Biblia sobre la salvación?

Al hablar de la salvación de Dios, recordamos la obra de redención hecha por el Señor Jesús y que Él fue clavado en la cruz para cargar con el pecado de la humanidad, así que creemos que somos perdonados y salvados por Su gracia al tener la fe en Él. Sin embargo, aunque nuestros pecados han sido perdonados, aún no podemos evitar pecando y somos incapaces de escapar de las ataduras del pecado. Es obvio que todavía no hemos obtenido la salvación completa del Señor. La Biblia dice: “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Hebreos 9:28). “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5). A partir de estos versículos podemos ver que Dios nos ha preparado la salvación de los últimos días. Entonces, ¿cómo podemos conseguirla? Este artículo te llevará a buscar el camino...


¿Qué dice la Biblia sobre la salvación?

Ser salvado por Dios no es lo mismo que ser rescatado. No es una ayuda que el rico le da al pobre, no es como un médico que salva la vida de un paciente ni el auxilio amoroso de una persona amable o una organización caritativa. La salvación de Dios se prepara para salvar a la humanidad y rebosa del gran amor y misericordia de Dios por la humanidad. Obtenerla significa que somos capaces de aceptar la salvación de Dios, obedecer Sus palabras y Su obra actuales, poner en práctica las palabras de Dios y acatar Su camino, así como hacer las cosas y comportarnos de acuerdo con Sus requerimientos. De esa única manera podemos obtener la salvación de Dios.

A lo largo de cada una de nuestras vidas, Dios nos dará muchas oportunidades para obtener Su salvación, pero para poder lograrlo primero debemos reconocerla y aceptarla. De otra manera, se nos escapará la oportunidad, como a las vírgenes insensatas, y lo lamentaremos toda la eternidad. Hay algunos que pueden decir: “Si la oportunidad se ha perdido, se ha perdido. No importa”. Pero ¿es eso cierto? Primero debemos entender este hecho: perderse la salvación de Dios no es como perderse una apetitosa comida o perder el autobús o la oportunidad de obtener una educación superior o un nuevo trabajo. Más bien, es como si una persona atrapada en un edificio en llamas se perdiera el rescate de un bombero; es como si alguien que se estuviera ahogando no consigue agarrarse a un trozo de madera a la deriva. Está claro que el hecho de que seamos capaces de aceptar y obtener la salvación de Dios está directamente relacionado con los asuntos increíblemente importantes de obtener o no la aprobación de Dios, ser salvados y entrar en el reino de los cielos. Perderse la salvación de Dios es algo terrible y lamentable; ¡conocer y obtener Su salvación es increíblemente importante para todos nosotros! Ya que es tan importante, ¡comprendamos la salvación de Dios a partir de Su obra y busquemos cómo obtenerla!

1. La salvación de Dios para la humanidad en la Era de la Ley

En el principio, Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas. Después de que todo quedara establecido, Él creó a Adán y Eva, los progenitores de los seres humanos. Dios los puso en el jardín del Edén y vivieron felices bajo Su protección. Sin embargo, la serpiente los tentó para que traicionaran a Dios y tras hacerlo acabaron expulsados del jardín del Edén y arrojados a una vida de enfermedad, envejecimiento y muerte. Desde entonces, la humanidad se volvió cada vez más corrupta y cayó en tal maldad y depravación que Dios desató un gran diluvio para aniquilar a todos los seres humanos de ese tiempo, y sólo permitió que ocho miembros de la familia de Noé sobrevivieran. Después de aquello, la humanidad continuó sobreviviendo y reproduciéndose en la tierra, pero la gente de aquella época sólo era consciente de su comida y su techo y de toda la gracia que Dios les había concedido. No sabían cómo ser buenas personas, cómo vivir en la tierra, de dónde venían los seres humanos o cómo adorar o venerar a Dios. La gente así no tenía la habilidad de glorificar o exaltar a Dios y eran totalmente incapaces de cumplir la voluntad de Dios. Por eso Dios inició Su obra de gestión para la salvación de la humanidad. Jehová Dios usó a Moisés para dictar Sus mandamientos y la ley para guiar la vida de la humanidad en la tierra. Por ejemplo, observar el Sabbat, honrar a los padres, no adorar ídolos y no cometer adulterio ni robar. También estableció regulaciones para los sacrificios de personas, para la comida, la recompensa por el robo, así como para la matanza de animales. Cualquiera que violara las leyes de Dios sería quemado o apedreado hasta la muerte, pero si guardaba las leyes y los mandamientos de Jehová, sería bendecido por Él. Jehová Dios contuvo a los seres humanos por medio de Sus mandamientos y leyes; esto guio a la gente a vivir en la tierra de una manera apropiada y ordenada, lo cual les permitió actuar de acuerdo con las normas y saber que debían adorar al único Dios; esta fue la salvación de Dios en la Era de la Ley. Al presentarse ante Dios, escuchar las palabras de Jehová, cumplir Sus leyes y mandamientos y adorar devotamente a Jehová, las personas podían ser salvadas y bendecidas por Dios y obtener la salvación de Dios en la Era de la Ley.

2. La salvación de Dios para la humanidad en la Era de la Gracia

A finales de la Era de la Ley la gente se volvió cada vez más corrupta y pocos cumplían ya con la ley y los mandamientos. Estaban haciendo muchas cosas que ofendían el carácter de Dios, tales como adorar ídolos, cometer adulterio, idear planes malvados, robar y hurtar y ser codiciosos y corruptos. Incluso usaban palomas, reses y ovejas cojas y ciegas como sacrificios para Dios. Dios es justo y santo, así que ese tipo de comportamiento por parte de la gente inevitablemente condujo a su muerte según lo determinado por la ley, pues ofendían el carácter de Dios. Sin embargo, Dios ama a la humanidad y no quiere destruir a todos los hombres, así que se hizo personalmente carne para venir a la tierra. El Señor Jesús encarnado concluyó la Era de la Ley y comenzó la Era de la Gracia; Él expresó el camino del arrepentimiento, proporcionando a la humanidad un nuevo sendero de práctica. Él enseñó a la gente a perdonar y ser tolerante, a amar a sus enemigos y perdonar a los demás setenta veces siete. El Señor Jesús también sanó a los enfermos y expulsó a los demonios; realizó todo tipo de milagros y, mientras la gente se confesara con sinceridad, el Señor Jesús perdonaba sus pecados con Su gran tolerancia y paciencia. Finalmente, el Señor Jesús fue clavado en la cruz como una ofrenda permanente por los pecados de la humanidad. Él cargó con todos los pecados de la humanidad y de esa manera llevó a cabo la obra de redención de la Era de la Gracia. Esta fue la salvación que le trajo Dios a la humanidad en la Era de la Gracia. Al aceptar la salvación del Señor Jesús, al orar en Su nombre y al confesar y arrepentirnos ante el Señor, nuestros pecados pueden ser redimidos y podemos disfrutar de la paz y el gozo que Dios nos ha concedido. En eso consiste obtener la salvación de Dios en la Era de la Gracia.

3. La salvación de Dios para la humanidad en los últimos días

El Señor Jesús nos redimió, permitiendo que nuestros pecados fueran perdonados. Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa no ha sido eliminada. Nuestro carácter satánico, nuestra naturaleza arrogante y engreída, egoísta y despreciable, retorcida y tramposa, malvada y codiciosa, siniestra y maliciosa, todavía está profundamente arraigada en nosotros. Dominados por este carácter satánico, todavía pecamos y nos oponemos a Dios sin quererlo. Por ejemplo, a menudo nos involucramos en conflictos e intrigas sólo por nuestro propio beneficio e incluso perdemos la confianza en nuestros seres queridos. Cuando nos enfrentamos a enfermedades, calamidades o peligros, culpamos y malinterpretamos a Dios. Incluso tratamos de oponernos y razonar con Él. Carecemos por completo de obediencia. Jehová Dios dijo: “[…] Seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45). El Señor Jesús dijo: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34–35). Dios es santo, y ningún pueblo manchado puede entrar en Su reino. Estamos cubiertos de inmundicia; somos corruptos e injustos, indignos de ver el rostro de Dios o de entrar en Su reino. Está escrito en la Biblia: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Así nos damos cuenta de que, si no somos capaces de deshacernos de las ataduras y restricciones del pecado y continuamos pecando a menudo y a sabiendas, nos estaremos oponiendo a Dios a causa de nuestros pecados y por tanto seremos destruidos por Él.

Sin embargo, las palabras de Dios dicen: “Como creó al hombre, lo guía; como lo salva, lo hará de manera concienzuda y lo ganará por completo; como dirige al hombre, lo llevará al destino adecuado; y como creó al hombre y lo gestiona, debe asumir la responsabilidad por el sino y la perspectiva del ser humano. Esta es, precisamente, la obra realizada por el Creador” (“Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso”). Dios creó a la humanidad y quiere ganar al hombre por completo. Ya que está salvando a la humanidad, quiere apartarla por completo de las garras de Satanás. Por eso Dios ha preparado la salvación de los últimos días para nosotros. Tal como está escrito en la Biblia: “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5). “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Hebreos 9:28). “Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en espíritu, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:13). Las palabras de Dios dicen: “Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa” (“El misterio de la encarnación (4)”). A partir de estas palabras entendemos que el regreso del Señor Jesús en los últimos días tiene como fin concedernos el camino de vida adecuado para que podamos entender toda la verdad y el sendero que lleva a la purificación de nuestro corrupto carácter satánico, para así deshacernos de las ataduras y restricciones de nuestro carácter corrupto. Sólo de esta manera nos será posible convertirnos en personas que cumplan con la voluntad de Dios, que logren la salvación de Dios y estén calificadas para entrar en Su reino. Esta es la salvación que Dios ha preparado para nosotros en los últimos días.

¿Qué obra hace principalmente Dios de los últimos días? El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12–13). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). “Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo […]” (Juan 5:22). “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios […]” (1 Pedro 4:17). Dios nos ha dicho claramente que Dios de los últimos días pronunciará más palabras y hará la obra de juicio para guiarnos a entrar en toda verdad. Si aceptamos la salvación del Dios de los últimos días, entendemos todos los aspectos de la verdad, encontramos la senda para que nuestros pecados sean purificados y además actuamos de acuerdo con los requerimientos de Dios y el camino que Él nos señala, seremos capaces de liberarnos de nuestro carácter corrupto y satánico, de ser purificados y obtener la salvación de Dios. ¡Sólo así se obtiene la salvación total de Dios! Ojalá todos seamos vírgenes prudentes que siguen verdaderamente la voz de Dios y, cuando oigamos que alguien está dando testimonio de que Dios está pronunciando palabras y llevando a cabo la obra de juicio, no la rechacemos ciegamente. En cambio, debemos tratarla con cautela y buscarla e investigarla proactivamente para discernir si es realmente la obra de Dios, si contiene expresiones de la verdad. ¡Esa es la única manera de dar la bienvenida al regreso del Señor Jesús y obtener la salvación de Dios de los últimos días!

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Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

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