martes, 25 de mayo de 2021

Si uno quiere entrar en el reino de los cielos, tiene que entender qué es el verdadero arrepentimiento

 El Señor Jesús dijo: “Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17).

Las palabras del Señor nos dicen claramente que solo arrepintiéndonos de verdad podremos entrar en el reino de los cielos. ¿Sabes qué es el verdadero arrepentimiento? Tal vez dirías: “Desde de que comencé a creer en el Señor, no maldigo a los demás ni los pego, soy tolerante y paciente con otros y no escatimo esfuerzo alguno para ayudar a los pobres, y a menudo oro y confieso mis pecados ante el Señor y comparto el evangelio. Con que teniendo estas buenas conductas podré lograr el sincero arrepentimiento, y cuando el Señor vuelva, mereceré entrar al reino celestial”. En efecto, si bien tenemos algunos cambios en nuestro comportamiento por la fe en el Señor, es innegable que todavía vivimos en el pecado, no somos liberados de la esclavitud de él, decimos mentiras y engañamos involuntariamente, e incluso culpándonos de Él ante asuntos insatisfactorios.

Dios Todopoderoso dice: “Los cambios que son meramente de comportamiento son insostenibles. Si no hay una alteración en el carácter de la vida de las personas, tarde o temprano su lado agresivo se pondrá de manifiesto. Como la fuente de los cambios en su conducta es el fervor, acompañado de un poco de obra realizada por el Espíritu Santo en ese momento, resulta extremadamente fácil para ellas el volverse fervientes o mostrar bondad temporalmente. Como afirman los incrédulos: ‘Hacer una buena obra es fácil; lo difícil es llevar toda una vida de buenas obras’. Las personas son incapaces de hacer buenas obras durante toda su vida. La vida dirige su conducta; tal como es su vida, así es su conducta, y solo aquello que se revela de forma natural representa la vida y la naturaleza de una persona. Las cosas falsas no pueden perdurar. Cuando Dios obra para salvar al hombre no lo hace para adornarlo con una buena conducta; la finalidad de la obra de Dios consiste en transformar el carácter de las personas, en hacerlas nacer de nuevo como nuevas personas. […] Comportarse bien no es lo mismo que someterse a Él, y mucho menos equivale a ser compatible con Cristo. Los cambios de conducta se basan en la doctrina y nacen del fervor; no se basan en el verdadero conocimiento de Dios ni en la verdad, y menos aún se apoyan en la guía del Espíritu Santo. Aunque hay ocasiones en las que el Espíritu Santo dirige algo de lo que las personas hacen, esto no es una expresión de la vida; mucho menos es lo mismo que conocer a Dios. Por muy buena que sea la conducta de una persona, no demuestra que esta se haya sometido a Dios ni que ponga en práctica la verdad. Los cambios en la conducta son una mera ilusión momentánea, nada más que la manifestación del celo. No pueden considerarse expresiones de la vida”.

Las palabras de Dios nos muestran que, aunque nuestra conducta ha mejorado desde que empecemos a creer en Dios, esto no significa que se haya producido una transformación de nuestro carácter de vida. La mayor parte de las buenas conductas son consecuencias del fervor, no provienen de nuestro conocimiento de la verdad y de Dios, y no son prácticas que surjan de forma natural de nuestro deseo de satisfacer y amar a Dios. Estamos llenos de toda clase de actitudes satánicas corruptas: arrogancia, engreimiento, egoísmo, bajeza, alevosía y astucia. Si estas actitudes quedan irresueltas, entonces, aunque tal vez seamos capaces de cumplir ciertas normas y parezcamos devotos por fuera, esto no dura mucho y, cuando nos encontramos con algo desagradable, no podemos evitar pecar. Así como los fariseos, quienes eran exteriormente humildes y amorosos, podían hacer caridad para ayudar a los pobres, viajaban por todas partes para difundir el evangelio, tenían muchas obras buenas superficiales, pero cuando el Señor Jesús vino a trabajar, se resistieron y condenaron a Él con todas sus fuerzas. Estos hechos demuestran que por muy buenas que sean nuestras conductas exteriores, mientras nuestra naturaleza pecaminosa no cambie, seguiremos pecando y nos oponemos a Dios en cualquier momento. Esto no es un verdadero arrepentimiento, y desde luego no estamos cualificados para entrar en el reino de los cielos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario