martes, 31 de agosto de 2021

Encontré el camino al reino de los cielos


✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈•✼

Prédica cristiana sobre la fe: Encontré el camino al reino de los cielos

Por Sheila, Kenia

Sembrar la semilla del sueño del reino de los cielos

Nací en una familia católica, y desde que era pequeña mi abuela me enseñó a rezar y a observar los rituales católicos. Cuando tenía 15 años empecé a aceptar las doctrinas del catolicismo, como hacer buenas obras y amar a los demás, y participé en todo tipo de rituales en la iglesia. El sacerdote solía decir a menudo que sólo al estar equipados con estas doctrinas podíamos ser verdaderos creyentes en Dios, y entonces, cuando viniese, seríamos arrebatados al reino de los cielos. Así que me decía a mí misma con frecuencia que tenía que seguir los ritos de la iglesia absolutamente y participar activamente en las actividades de la iglesia para llegar a ser alguien amada por Dios, obtener Sus bendiciones, y ser arrebatada al reino del cielo.

¿Puedo entrar en el reino de los cielos si no puedo escapar de las ataduras del pecado?

Cuando estaba en la universidad, me di cuenta de que mis amigos de la iglesia siempre parecían muy devotos cuando iban a misa, pero en sus vidas normales hacían cosas a menudo que ofendían a Dios, como fumar, beber e ir a fiestas salvajes. Esto me causaba sorpresa e irritación a la vez, y pensaba: “El Señor Jesús nos enseñó que tenemos que amar a nuestro Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todo nuestro cuerpo, y que debemos alejarnos de los placeres, las pruebas y las tentaciones del mundo. Mis amigos de la iglesia parecen creer en Dios por fuera, pero en realidad no prestan nada de atención a obrar por Él. Incluso desean las cosas del mundo y buscan los placeres seculares; ¿no es esto violar las enseñanzas del Señor? No puedo ser como ellos. Tengo que centrarme en gastarme y trabajar por Dios.” Por esa razón, pensé que amaba a Dios más que mis amigos de la iglesia.

Sin embargo, descubrí que mi propio estado espiritual no cumplía los requisitos del Señor. Aunque en la iglesia participaba activamente en todas las actividades y trabajaba con entusiasmo, en mi vida normal no podía cumplir los mandamientos de Dios. Por ejemplo, cuando veía que un amigo de la iglesia que buscaba los placeres de la carne parecía feliz y libre, mientras yo me encontraba con todo tipo de dificultades y adversidades, no podía evitar culpar al Señor. Cuando cometía un error y mi familia me reñía, solía poner excusas y protestaba para defenderme, y me enfadaba por ser regañada. A veces, mi madre me reprochaba, diciendo: “¡Dios nos enseñó a ser humildes y a perdonar, pero tú no estás cumpliendo Sus palabras!” Sus palabras me sentaron como una bofetada; me di cuenta de que en realidad no estaba cumpliendo las palabras de Dios y tenía muchos remordimientos por ser creyente sólo de palabra. No pude evitar empezar a reflexionar: “¿Por qué no puedo triunfar sobre el pecado? Aunque siempre me confieso con el cura después de pecar y hago muchas obras buenas para compensar, después de todo simplemente cometo el mismo pecado. Si tengo fe de esta manera, ¿puedo realmente obtener las bendiciones del Señor?” Pero, entonces, pensaba en lo que nos había enseñado el cura: “Si nos confesamos al cura después de pecar, nuestros pecados serán perdonados. Siempre que nos gastemos y trabajemos por Dios, y hagamos muchas obras buenas, podemos conseguir Su misericordia y Sus bendiciones de nuevo. Como dice la Biblia: ‘He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar la corona de justicia que me está reservada, y que me dará el Señor en aquel día como justo juez, […]’ (2 Timoteo 4:6-7)”. Entonces me sentía algo consolada; siempre que me confesara a menudo y siguiese trabajando y gastándome por Dios, todavía tenía la esperanza de entrar en el reino de los cielos. Así que seguí haciendo buenas obras activamente, trabajando duro y haciendo sacrificios.

Una publicación de Facebook me hace reflexionar

Un día, en el año 2017, abrí Facebook para ver si había algo nuevo ese día y estaba mirando las publicaciones como siempre, cuando vi que una hermana llamada Betty había publicado lo siguiente: “Aunque muchas personas creen en Dios, pocas entienden qué significa la fe en Él y qué deben hacer para conformarse a Su voluntad. […] ‘Creer en Dios’ significa creer que hay un Dios; este es el concepto más simple respecto a creer en Él. Aún más, creer que hay un Dios no es lo mismo que creer verdaderamente en Él; más bien es una especie de fe simple con fuertes matices religiosos. La fe verdadera en Dios significa lo siguiente: con base en la creencia de que Dios tiene la soberanía sobre todas las cosas, uno experimenta Sus palabras y Su obra, purifica su carácter corrupto, satisface la voluntad de Dios y llega a conocerlo. Sólo un proceso de esta clase puede llamarse ‘fe en Dios’. Sin embargo, las personas consideran a menudo que la creencia en Dios es un asunto simple y frívolo. Las personas que creen en Dios de esta manera han perdido el significado de creer en Él y, aunque pueden seguir creyendo hasta el final, jamás obtendrán Su aprobación, porque marchan por la senda equivocada. Hoy siguen existiendo quienes creen en Dios según letras y doctrinas huecas. No saben que carecen de la esencia de la creencia en Dios, y no pueden obtener Su aprobación. Aun así, siguen orando a Dios para recibir bendiciones de seguridad y suficiente gracia. Detengámonos, calmemos nuestro corazón y preguntémonos: ¿Puede ser que creer en Dios sea realmente la cosa más fácil en la tierra? ¿Puede ser que creer en Dios no signifique nada más que recibir mucha gracia de Él? Las personas que creen en Dios sin conocerlo o que creen en Dios y, sin embargo, se oponen a Él, ¿son realmente capaces de satisfacer la voluntad de Dios?” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”). Estas palabras eran verdaderamente nuevas y diferentes e inmediatamente se apoderaron de mi corazón. Nunca antes había oído nada así, y en especial las últimas frases eran cosas que nunca había considerado. Pensé: “¡Estas palabras son maravillosas! ¿Quién las dijo? ¡Revelan el significado de la fe y nuestros objetivos por los que creemos en Dios en un pasaje tan corto!” Reflexioné acerca de estas palabras, y por primera vez calmé mi corazón y consideré mi propia fe. Pensé en cómo todos esos años siendo católica, aunque a menudo participaba en todo tipo de actividades y rituales organizados por la iglesia, trabajaba de manera proactiva por la iglesia, hacía buenas obras en la comunidad, había sufrido un poco y pagado un pequeño precio, en realidad había estado haciendo todo eso para que mi familia y yo fuésemos bendecidos y protegidos por Dios. Aun más, lo había hecho para poder entrar en el reino del cielo en el futuro. Siempre había pensado que buscar ese camino era correcto y que ese tipo de fe era aceptable para Dios y que ganaría Sus bendiciones y aprobación. Pero, después de leer este pasaje, empecé a tener la ligera impresión de que el significado de creer en Dios es muy profundo, y trabajar duro, abandonar cosas y gastarme a cambio de las bendiciones del reino del cielo no era amar a Dios de verdad. ¿Cómo podría ese tipo de fe obtener la aprobación de Dios? Esto fue como un toque de atención para mi corazón; no pude evitar tener dudas acerca de mi propio sueño del reino del cielo. Pero, entonces, recordé los 20 años, más o menos, en los que había sido creyente. Había continuado trabajando en la iglesia; ¿cómo podía toda mi adversidad y el precio que había pagado ser en vano?

Cuanto más reflexionaba sobre lo que la hermana Betty había publicado, más esperaba que escribiese más palabras como esta para resolver las dudas de mi corazón. Decidí enviarle una solicitud de chat y establecer una relación de amistad. Ella respondió muy rápido y me presentó a la Hermana Lily también, diciendo que podíamos tener reuniones en línea. Yo accedí de muy buena gana.

Entender la relación entre el trabajo duro y entrar en el reino del cielo

Mientras estábamos reunidas, primero compartimos nuestras propias experiencias de fe, y entonces yo compartí lo que sentí al leer la publicación de Betty. Le dijo: “El pasaje está muy bien escrito y es muy práctico. Me di cuenta de que mi fe en Dios era simplemente para obtener bendiciones, no porque tuviese amor verdadero por Dios. Pero, todavía estoy un poco confusa, porque la Biblia dice: ‘He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe. Nada me resta sino aguardar la corona de justicia que me está reservada, y que me dará el Señor en aquel día como justo juez, […]’ (2 Timoteo 4:6-7). Y el sacerdote a menudo nos dice que, siempre que sigamos trabajando y gastándonos por Dios, y hagamos muchas buenas obras, en el futuro seremos bendecidos por Dios y entraremos en el reino del cielo. Todos estos años he sido creyente, he continuado trabajando duro y dando lo que tengo; ¿cómo puede ser que nada de eso vaya a ser conmemorado por Dios?”

La hermana Lily dijo: “En verdad no es fácil para nosotros reconocer que creemos en Dios para obtener bendiciones en vez de hacerlo por amor verdadero por Él. Este es el esclarecimiento y la dirección de Dios. ¡Gracias a Dios! No entendemos completamente la verdad sobre qué tipo de personas puede entrar en el reino del cielo, y por eso surge este tipo de confusiones. De hecho, muchos creyentes piensan que, aunque pequemos con frecuencia y no podamos adherirnos a las enseñanzas de Dios, siempre que nos confesemos a un cura, hagamos muchas buenas obras y sigamos obrando, abandonemos cosas y nos gastemos por Dios, seremos aceptados por Dios. Entonces, cuando venga, entraremos en el reino del cielo. Pero ¿es correcta esta perspectiva? ¿Tiene esto algún fundamento en la palabra de Dios? Al leer la Biblia podemos fácilmente descubrir que, ni Yahvé ni el Señor Jesús dijeron nada parecido, ni tampoco el Espíritu Santo. Esas eran las palabras de Timoteo; son palabras humanas y sólo representan una opinión personal. Las únicas porciones de la Biblia que son la palabra de Dios, que son la verdad, son las partes que dijo Yahvé, las pronunciadas por Yahvé a través de los profetas, y las del Señor Jesús. Las palabras de los discípulos y los apóstoles no son la verdad y, a pesar del hecho de que están recogidas en la Biblia, son sólo palabras del hombre y sólo representan sus experiencias personales y entendimiento de las palabras de Dios, y sus propias ideas. Aunque contienen el esclarecimiento del Espíritu Santo, no pueden ser llamadas palabras de Dios. Por eso tenemos que guiarnos por las palabras de Dios en algo tan importante como entrar en el reino del cielo. Si actuamos según las palabras del hombre, es muy probable que nos desviemos del camino del Señor.

“Entonces, ¿qué tipo de persona puede verdaderamente entrar en el reino del cielo? El Señor nos dijo muy claramente: ‘No todo aquel que me dice: ¡Oh, Señor, Señor! entrará por eso en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése es el que entrará en el reino de los cielos’ (Mateo 7:21). A partir de las palabras de Dios podemos ver que, cuando Dios sopesa si la gente cumple los requisitos para entrar en el reino de los cielos, no tiene en cuenta cuánto han abandonado o cuánto se han gastado, sino que considera si siguen la voluntad del Padre celestial. Es decir, los que entran en el reino del cielo deben ser personas que se desprenden del pecado y consiguen la purificación, que se adhieren al camino de Dios y pueden obedecerle, amarle y adorarle. Si trabajamos duro, abandonamos cosas y nos gastamos mucho, pero no nos adherimos a las palabras de Dios y, por el contrario, pecamos frecuentemente y nos resistimos a Dios, entonces somos malvados y no podemos entrar en el reino del cielo. Seremos como los fariseos judíos que se opusieron al Señor, que siempre estaban en el templo sirviendo a Dios y viajaban hasta los confines de la tierra predicando el evangelio de Yahvé. A los ojos de la gente, ellos trabajaban muy duro, abandonaban mucho y daban todo lo que tenían, y deberían ser los que más merecen la aprobación de Dios. Sin embargo, Dios los condenó como hipócritas y los maldijo, diciendo que eran de la índole de serpientes venenosas e hijos del infierno. Los fariseos tuvieron ese tipo de fin, principalmente porque, a pesar de su trabajo duro, detrás de todo eso estaban realizando transacciones con Dios a cambio de que Dios les concediera bendiciones. Esto fue principalmente para mantener su propio estatus y forma de vida. Los fariseos eran arrogantes por naturaleza y no tenían ninguna reverencia por Dios. No exaltaban a Dios ni daban testimonio de Él en sus sermones, sino que, en cambio, siempre alardeaban y utilizaban su buen comportamiento superficial para embaucar a los creyentes. Llevaron a los creyentes ante ellos mismos para hacer que les adorasen, admirasen y siguiesen a ellos en vez de a Dios. Cuando el Señor Jesús estaba obrando, los fariseos se convirtieron abiertamente en enemigos del Señor para proteger su estatus y forma de vida, condenando y blasfemando violentamente al Señor Jesús. Hicieron todo lo posible por evitar que los creyentes le siguiesen y finalmente incluso se aliaron con el gobierno romano para clavarlo en la cruz. Esto ofendió gravemente el carácter de Dios y con ello se ganaron el castigo de Dios. Esto prueba que, aunque la gente pueda trabajar duro y abandonar algunas cosas, no significa que sean los que siguen la voluntad de Dios. Sin ser limpiados de sus pecados, aunque hagan sacrificios y se gasten, todavía pueden hacer el mal y oponerse a Dios. Si nos comparamos con esto, vemos que, aunque parezca que trabajemos duro por fuera y que estemos felices de ser buenos samaritanos, ayudar y apoyar a nuestros hermanos y hermanas, nuestro objetivo es ser bendecidos y entrar en el reino del cielo. Cuando Dios nos bendice, le damos gracias y le alabamos, pero cuando nos encontramos con dificultades o desastres, malinterpretamos a Dios y le culpamos, o incluso le traicionamos. Somos grandilocuentes en nuestra obra y sermones, dando testimonio de cuánto hemos sufrido y cuánta obra hemos hecho para recibir la aprobación de otros creyentes, para que nos admiren y nos adoren. No es para retribuir a Dios por Su amor o permitir que los creyentes entiendan la voluntad y los requisitos de Dios, sino para buscar fama y estatus. Cuando nos encontramos con gente, hechos o cosas indeseables en nuestras vidas, perdemos los estribos y no podemos seguir la palabra de Dios. La lista continúa. A partir de esto podemos ver que nuestro trabajo duro, nuestros sacrificios y esfuerzos no son para amar o satisfacer a Dios, sino que son transacciones para explotar y engañar a Dios para que satisfaga nuestras ambiciones y nuestros deseos. ¿Cómo podría la gente como nosotros, que está constantemente viviendo en pecado, ser considerada como gente que sigue la voluntad del Padre celestial? Dios es santo y requiere de nosotros que nos deshagamos completamente de las ataduras del pecado y obtengamos la purificación; esta es la única manera de poder ver Su rostro. Pero, actualmente estamos llenos de suciedad, ¿entonces cómo podría Dios llevarnos al reino celestial? Sólo al dejar de lado el pecado y convertirnos en personas que cumplen la voluntad de Dios podemos recibir la aprobación de Dios y ser dignos de entrar en el reino del cielo.”

Mientras escuchaba esto, pensé: “Es cierto. Dios nunca dijo que la gente que obra y sufre mucho podrá entrar en el reino del cielo. Por el contrario, Él dijo que sólo los que siguen la voluntad del Padre celestial entrarán. Al parecer, estábamos equivocados todos estos años al seguir las palabras de Timoteo, y son completamente contrarias a lo que Dios requiere. Cuando pienso en estos años pasados, aunque he estado trabajando en la iglesia y haciendo muchas obras buenas, todo era para ser bendecida y entrar en el reino del cielo: sólo era para realizar transacciones con Dios, no con el fin de amarle y satisfacerle. Además, todavía culpo a Dios cuando me encuentro con adversidad, y después de hacer algo mal, todavía discuto y miento para defenderme. Incluso después de confesarme sigo pecando con frecuencia. ¿Cómo puedo ser considerada alguien que sigue la voluntad de Dios?” En ese momento, le dije a la hermana Lily: “Siempre pensaba que trabajar duro me abriría las puertas del reino del cielo, pero a través de la palabra de hoy de estas Escrituras me he dado cuenta de que este tipo de fe no concuerda con la voluntad de Dios. También he llegado a ver que sólo los que se deshacen del pecado y son limpiados, y se convierten en personas que pueden mantener la voluntad de Dios, pueden entrar en el reino del cielo. Pero, yo todavía estoy atada al pecado y no sé cómo escapar de él y ser limpiada. ¿Podéis compartir más conmigo?”

Continuará…

Catolicismo: Por fin tengo la esperanza de cumplir mi sueño del reino de los cielos (II)

El camino hacia la purificación y la entrada al reino celestial

La hermana Lily dijo: “¡Gracias a Dios! Tienes toda la razón. Si queremos entrar en el reino de los cielos, debemos resolver absolutamente el problema de nuestros pecados. Así que, ¿cómo podemos escapar de nuestras naturalezas pecadores y ser limpiados? Para esto debemos entender la obra del Señor Jesús y el resultado que consiguió, así como el camino hacia la liberación del pecado. Vamos a leer primero otro pasaje de las palabras de Dios: ‘Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios’ (‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”). ‘Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida’ (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”)”.

La hermana Lily compartió conmigo lo siguiente: “A partir de las palabras de Dios podemos ver que Él obra para salvar a la humanidad basándose en Su plan de gestión y la necesidad de la humanidad. De la misma manera en que, en la fase posterior de la Era de la Ley, cuando los seres humanos estábamos pecando cada vez más y no podíamos cumplir las leyes o mandamientos, y estábamos enfrentados al peligro de ser ejecutados bajo la ley, Dios se encarnó como el Señor Jesús según las necesidades de la gente de aquel entonces. Fue crucificado por el bien de la humanidad y redimió a la humanidad del pecado para que pudiésemos ser liberados de la condena y la maldición de la ley. Al aceptar la salvación del Señor Jesús, siempre que confesemos nuestros pecados a Dios y nos arrepintamos, estos pecados serán perdonados y podremos disfrutar de la gracia y las bendiciones concedidas por el Señor. Estos son los resultados que obtuvo la obra del Señor Jesús. Aunque nos redimió de nuestros pecados, no perdonó nuestros caracteres corruptos o naturalezas pecadoras. Como Satanás nos corrompió, nuestros caracteres se han vuelto increíblemente arrogantes, deshonestos, malvados y codiciosos, molestos con la verdad y amantes de la injusticia. Estamos controlados por estos caracteres corruptos y, a menudo, no podemos evitar pecar y oponernos a Dios, luchamos con los demás por la fama y el beneficio, somos celosos y divisorios, mentimos y engañamos, nos elevamos y damos testimonio de nosotros mismos, etc. Por ejemplo, estamos controlados por nuestras naturalezas pecadoras y en todo mantenemos nuestros propios intereses. En el momento en que otra persona infringe nuestros propios intereses. entramos en conflicto y perdemos los estribos, o incluso empezamos a odiarlos. No tenemos ni la más mínima tolerancia o paciencia con los demás, e incluso nuestra obra y nuestros sacrificios se hacen solamente a cambio de las bendiciones de Dios, para obtener recompensas y entrar en el reino de los cielos. Si estamos dominados por nuestras naturalezas arrogantes y siempre queremos estar al mando, siempre queremos que otros hagan lo que decimos, nos aferraremos a nuestras ideas, no estaremos dispuestos a aceptar las sugerencias de los demás, estaremos celosos y disgustados cuando veamos que otros sobresalen más que nosotros, e incluso reprimiremos o regañaremos a los demás para mantener nuestro propio estatus. Si estamos controlados por nuestras propias naturalezas astutas, seremos insinceros a menudo, haremos falsas declaraciones y taparemos nuestros propios errores para proteger nuestros propios intereses, nuestras apariencias y nuestro estatus. A partir de esto, podemos ver que estas naturalezas satánicas son la raíz de lo que nos lleva a ser pecadores, y si no nos libramos de ellos, nunca dejaremos de pecar y resistirnos a Dios; nunca seremos dignos de entrar en el reino de los cielos. El objetivo de Dios al desarrollar Su obra de gestión es salvarnos completamente de la naturaleza pecadora para que obtengamos las bendiciones y las promesas de Dios. Por eso, en los últimos días, Dios está haciendo el paso de la obra del juicio empezando con la casa de Dios sobre los cimientos de la obra del Señor Jesús para transformar y limpiar completamente nuestros caracteres satánicos para que podamos deshacernos de las ataduras del pecado y ser ganados por Dios, cumpliendo así nuestro sueño del reino celestial. Tal y como profetizó el Señor una vez: ‘Y no recibe mis palabras, ya tiene juez que le juzgue; la palabra que yo he predicado, ésa será la que le juzgue el último día’ (Juan 12:48). Nos dijo claramente que en los últimos días volvería y expresaría muchas verdades, y completaría la obra de juzgar y limpiar al hombre con palabras, señalando el camino para que nos libremos de nuestros caracteres corruptos. Esto nos permitirá ser completamente limpiados y convertirnos en personas que obedecen verdaderamente a Dios y le temen. Sólo si aceptamos la obra de Dios del juicio en los últimos días, nuestros caracteres corruptos pueden ser limpiados; esta es nuestra única esperanza para entrar en el reino del cielo.”

Después de escuchar la palabra de la hermana Lily, por fin entendí que el Señor hizo la obra de la redención y que, gracias a nuestra fe en Él, hemos sido absueltos de nuestros pecados, pero nuestras naturalezas internas pecadoras no han sido limpiadas. Por eso todavía vivimos dentro del ciclo vicioso de pecar, confesar, y pecar de nuevo. Si queremos escapar del pecado, debemos aceptar el juicio y la obra de limpieza hecha por Dios en los últimos días, ya que esta es la única manera en que nuestros caracteres corruptos pueden ser purificados y podemos convertirnos en personas que pueden amar y obedecer verdaderamente a Dios, y podemos estar cualificados para entrar en el reino del cielo. Estaba entusiasmada al escuchar que Dios volvería para expresar verdades y hacer la obra del juicio porque Dios nos diría cómo escapar de las cadenas del pecado, y esto me daría esperanza para entrar en el reino de los cielos. ¡Gracias a Dios! Se hacía tarde, así que dejé de compartir, pero busqué una hora para compartir con ellos el día siguiente.

Dios regresó hace mucho tiempo

Cuando compartimos el día siguiente, la hermana Lily me puso una grabación de una recitación: “El salvador ya ha regresado en una ‘nube blanca’” Escuchar esto me conmovió mucho; sentí que estas palabras eran muy autoritarias. Estas palabras explican claramente cómo Dios volverá en una nube y nos dicen que nuestra esperanza en que Él descienda de los cielos sobre una nube sale completamente de nuestras propias nociones e imaginaciones; la nube blanca de la que Dios habla no es una nube material que podamos ver en el cielo, sino que se refiere a las palabras expresadas por el Señor Jesús cuando regrese en los últimos días. Entonces, la hermana Lily me dijo emocionada: “Sheila, la verdad es que el Señor Jesús que hemos estado esperando ha regresado desde hace mucho tiempo. Él es Dios Todopoderoso en la carne. Él ha expresado muchas verdades y está haciendo la obra del juicio empezando con la casa de Dios. Las palabras que te leí en la reunión de ayer, así como la recitación que has escuchado hoy, son todas palabras expresadas personalmente por Dios Todopoderoso. Dios Todopoderoso ha venido y ha abierto los siete sellos, ha abierto el rollo y revelado todos los misterios que no habíamos entendido todas estas generaciones. También nos ha concedido todas las verdades para que obtengamos la salvación y seamos limpiados. Esto es lo que el Espíritu Santo dijo a todas las iglesias. Ahora, la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días se ha propagado por todo el mundo, y Sus palabras han sido traducidas a más de 20 idiomas y publicadas en Internet para que la gente de todo el mundo que busque hambrienta la aparición de Dios pueda investigarlas. Muchas personas de todas las denominaciones, que de verdad creen en Dios y tienen sed de la verdad, han reconocido la voz de Dios al leer las palabras de Dios Todopoderoso, y han aceptado Su obra de los últimos días en masa, volviendo ante Su trono y siguiendo los pasos de Dios. El que podamos escuchar la voz de Dios hoy es Su dirección completamente; ¡todos estamos muy bendecidos!”

Al escuchar la noticia de que el Señor ha regresado, me sentí exultante y absolutamente emocionada. Al parecer, la recitación que había reproducido y las palabras que habíamos leído el día anterior eran todas las palabras de Dios; ¡con razón eran tan autoritarias! No me podía imaginar que sería capaz de darle la bienvenida al regreso del Señor. ¡Estaba tan contenta!

Entonces, la hermana Lily compartió más conmigo acerca de cómo Dios utiliza palabras para hacer la obra del juicio en los últimos días, y leyó estas palabras de Dios Todopoderoso: “La obra de Dios en la encarnación actual consiste en expresar Su carácter, principalmente, por medio del castigo y el juicio. Con base en esto, trae más verdad al hombre y le señala más formas de práctica, y, de este modo, logra Su objetivo de conquistar al hombre y salvarlo de su propio carácter corrupto. Esto es lo que yace detrás de la obra de Dios en la Era del Reino” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”). “En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios” (‘Cristo hace la obra del juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Después de leer las palabras de Dios, la hermana Lily dijo compartiendo: “Las palabras de Dios están muy claras. Dios Todopoderoso de los últimos días hace la obra del juicio y de limpiar al hombre con palabras. Dios en la carne ha expresado todas las verdades para que la humanidad pueda ser salvada completamente; estas verdades son abundantes y revelan la justicia, majestad y carácter inviolable de Dios hacia nosotros, exponiendo nuestros caracteres satánicos y nuestra naturaleza y esencia que se oponen a Dios. Juzgan y revelan nuestras perspectivas incorrectas sobre la fe, así como nuestras ideas e imaginaciones acerca de Dios. También nos dicen cómo ser personas honestas, qué tipo de servicio concuerda con la voluntad de Dios, y cómo someternos a Dios y amarle en todo tipo de ambientes. Nos dicen cómo alcanzar el verdadero temor de Dios, cómo evitar el mal, y cómo ser compatibles con Cristo. Al leer las palabras de Dios y someternos a Su obra, y a través de lo que se revela en nuestros encuentros con la realidad, vemos que nuestros caracteres satánicos corruptos de ser arrogantes, egoístas, despreciables, deshonestos y fraudulentos están muy arraigados, y hagamos lo que hagamos, siempre tenemos nuestros propios motivos y objetivos. Incluso en nuestra obra y nuestros sermones, los motivos son la fama y el estatus; siempre estamos alardeando delante de los demás para que la gente nos admire. No es para exaltar o dar testimonio de Dios para nada. Cuando la obra de Dios no concuerda con nuestras ideas, lo delimitamos y juzgamos. Carecemos totalmente de verdadera sumisión hacia Dios. Al cumplir nuestro deber anhelamos las comodidades de la carne, a menudo saliendo del paso y engañando a Dios; carecemos totalmente de devoción hacia Él. Sólo entonces podemos ver lo profundamente que Satanás nos ha corrompido, que carecemos completamente de conciencia, razón, carácter y dignidad, y que no somos dignos de ser llamados humanos. Entonces, también empezamos a odiar nuestros propios caracteres corruptos y estamos dispuestos a abandonar la carne y poner en práctica las palabras de Dios. Al experimentar el juicio y el castigo de Dios, llegamos a saber que a Dios le gustan las personas honestas y los que ponen en práctica la verdad, mientras que siente repulsión y odio por las personas deshonestas y los que son conscientes de la verdad, pero siguen rebelándose contra Dios y resistiéndose a Él, confiando en sus caracteres corruptos. Llegamos a entender la voluntad y los requisitos de Dios y a obtener conocimiento auténtico de Su carácter justo; nuestra reverencia por Dios aumenta poco a poco y vemos que Su juicio y castigo hacia nosotros son Su amor y salvación. Al seguir experimentando este camino, abandonamos la carne y practicamos las palabras de Dios cada vez más, y nuestros caracteres satánicos corruptos desaparecen gradualmente. Empezamos a vivir con la semejanza de personas honestas. Todo esto es el fruto del juicio y el castigo de Dios.”

Después de que ella compartiese conmigo, sentí que la obra del juicio de Dios de los últimos días es increíblemente práctica, puede realmente transformar y purificar a la gente, ¡y por fin tengo la esperanza de cumplir mi sueño del reino del cielo! También tuve algo de idea acerca de las intenciones sinceras de Dios de salvar a la humanidad; estaba muy conmovida. Esperaba leer más de las palabras de Dios Todopoderoso y llegar a entender la obra del juicio de Dios.

Más tarde, la hermana Lily compartió más conmigo acerca de verdades como los misterios de las encarnaciones de Dios, cómo Satanás corrompe a la humanidad, cómo Dios salva a la humanidad paso a paso, la historia interna de la Biblia y el destino futuro de la humanidad y su resultado. Estas eran todas verdades que nunca había escuchado antes durante más de dos décadas de fe. Cuanto más leía las palabras de Dios Todopoderoso, más segura estaba en mi corazón de que esta era la voz de Dios, porque sólo Dios en la carne podía expresar palabras con tal autoridad y poder. Además de Dios, ¿quién podría revelar la verdad de la corrupción que Satanás nos causa? ¿Quién podría señalar los errores en nuestra creencia y dirigirnos hacia el camino correcto de la fe? ¿Y quién podría revelar los misterios del plan de gestión de 6000 años de Dios y decirnos cuáles son nuestro resultado y destino finales? Sólo Dios puede salvarnos de las fuerzas de Satanás para que podamos escapar de las ataduras del pecado, y dirigirnos por el camino de ser limpiados y alcanzar la salvación completa. Sólo Él puede traernos un destino final hermoso. Desde mi corazón confirmé que Dios Todopoderoso es el Señor regresado, que Él es la aparición de Cristo en los últimos días. Acepté con mucha alegría la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

Le doy gracias a Dios por escogerme; soy muy afortunada de haber escuchado Sus palabras en los últimos días, haber aceptado Su obra del juicio, y tenido la oportunidad de que mi sueño del reino celestial se cumpliese. ¡Debo buscar sinceramente la verdad y un cambio de carácter y convertirme en alguien que pone en práctica la voluntad de Dios para que pueda retribuirle por Su gran amor!

El fin.

Para conocer más: La segunda venida de Cristo

lunes, 30 de agosto de 2021

Versículos de la Biblia sobre la honestidad—Ser elogiado por Dios


✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈•✼

Estudios bíblicos cristianos: Versículos de la Biblia sobre la honestidad—Ser elogiado por Dios

El Señor Jesús dijo: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”(Mateo 18:3) De aquí podemos ver que los honestos son gustados y bendecidos por Dios y solo ellos pueden entrar en el reino de los cielos. Pero en la vida cotidiana, a menudo mentimos y engañamos involuntariamente, sobre todo cuando se afecta a nuestros intereses; y también con frecuencia le hacemos promesas rotas a Dios, decimos palabras falsas y vacías para embaucarlo, etc. ¡Todos estos son hechos innegables! Entonces, ¿cómo podemos ser un hombre honesto complacido y traído al reino celestial por Dios? Los siguientes contenidos te ayudarán a encontrar caminos.

Proverbios 12:22

Los labios mentirosos son abominación á Jehová: Mas los obradores de verdad su contentamiento.

Proverbios 19:1

Mejor es el pobre que camina en su sencillez, Que el de perversos labios y fatuo.

Proverbios 11:3

La integridad de los rectos los encaminará: Mas destruirá á los pecadores la perversidad de ellos.

Proverbios 28:18

El que en integridad camina, será salvo; Mas el de perversos caminos caerá en alguno.

Mateo 5:37

Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

1 Pedro 3:10

Porque El que quiere amar la vida, Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño.

Lucas 8:15

Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia.

Proverbios 12:19

El labio de verdad permanecerá para siempre: Mas la lengua de mentira por un momento.

Mateo 18:3

El Señor Jesús dijo: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”

Juan 4:23-24

Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu y en verdad.

Palabras de Dios relacionadas:

Dios dice:“Debéis saber que a Dios le gusta el hombre honesto. Dios posee la esencia de la fidelidad, y por lo tanto siempre se puede confiar en Su palabra. Más aún, Sus acciones son intachables e incuestionables. Es por esto por lo que a Dios le gustan aquellos que son absolutamente honestos con Él. Honestidad significa dar vuestro corazón a Dios; nunca le ser falso en nada a Él; ser abierto con Él en todas las cosas, nunca esconderle la verdad; nunca hacer cosas que engañen a los de arriba o a los de abajo y nunca hacer nada sólo para congraciarte con Dios. En pocas palabras, ser honesto es abstenerse de impurezas en vuestras acciones y palabras, y no engañar ni a Dios ni al hombre. Lo que hablo es muy simple, pero es doblemente arduo para vosotros. Muchos preferirían ser condenados al infierno que hablar y actuar con honestidad. No es de extrañar que Yo tenga otro trato reservado para aquellos que son deshonestos. Por supuesto que entiendo bien la gran dificultad a la que os enfrentáis al tratar de ser personas honestas. Todos vosotros sois increíblemente inteligentes y hábiles para juzgar a un caballero con vuestro criterio pequeño y mezquino, lo que hace que Mi obra sea mucho más simple. Y puesto que cada uno de vosotros alberga secretos en vuestro corazón, entonces os enviaré uno por uno al desastre para ser “instruidos” por el fuego, para que a partir de ese momento os comprometáis totalmente a creer en Mis palabras. Por último, arrancaré de vuestra boca las palabras “Dios es un Dios fiel”, tras lo cual os golpearéis el pecho y os lamentaréis, diciendo: “¡Tortuoso es el corazón del hombre!”. ¿Cuál será vuestro estado de ánimo en ese momento? Me imagino que no os dejaréis llevar tanto por vuestra arrogancia como ocurre en el presente. Y que, mucho menos, seréis “demasiado profundos para ser comprendido” como lo sois ahora. Algunos se comportan mojigata y decentemente en presencia de Dios, y, particularmente, “con buenos modales”, pero se vuelven desafiantes y desenfrenados en presencia del Espíritu. ¿Contaríais a un hombre así en las filas de los honestos? Si eres un hipócrita y experto en socializar, entonces Yo te digo que definitivamente eres uno de los que juega con Dios. Si tus palabras están llenas de excusas y justificaciones que nada valen, entonces Yo te digo que eres alguien muy poco dispuesto a practicar la verdad. Si tienes muchas confidencias que eres reacio a compartir y estás muy poco dispuesto a dejar al descubierto tus secretos —es decir, tus dificultades— ante los demás con el fin de buscar el camino de la luz, entonces digo que eres alguien que no recibirá la salvación fácilmente y que no saldrá fácilmente de las tinieblas. Si buscar el camino de la verdad te causa placer, entonces eres alguien que vive siempre en la luz. Si te sientes muy contento de ser un hacedor de servicio en la casa de Dios, trabajando de forma diligente y concienzuda en la oscuridad, siempre dando y nunca quitando, entonces Yo te digo que eres un santo leal, porque no buscas ninguna recompensa y estás simplemente siendo un hombre honesto. Si estás dispuesto a ser franco, si estás dispuesto a esforzarte al máximo, si eres capaz de sacrificar tu vida por Dios y mantener el testimonio, si eres honesto hasta el punto en que sólo sabes satisfacer a Dios y no considerarte o tomar las cosas para ti mismo, entonces Yo digo que este tipo de persona es la que se alimenta en la luz y vivirá para siempre en el reino. ” “En los caracteres de las personas normales no hay deshonestidad ni engaño, las personas tienen una relación normal entre ellas, no están solas y sus vidas no son ni mediocres ni decadentes. Así, también, Dios es exaltado entre todos, Sus palabras se propagan entre los hombres, las personas viven en paz unas con otras y bajo el cuidado y protección de Dios, la tierra está llena de armonía, sin la interferencia de Satanás, y la gloria de Dios tiene la máxima importancia entre los hombres. Tales personas son como ángeles; puros, animados, sin quejarse nunca de Dios y dedicando todos sus esfuerzos solamente a la gloria de Dios en la tierra.

Recomendación: Estudio bíblico sobre la honestidad

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

domingo, 29 de agosto de 2021

¿Cómo salir del pecado y entrar en el reino de Dios?

 Por Zhang Rui, China

Como cristiano, el pecado es algo con lo que yo no podría estar más familiarizado. ¡Ronda a mi alrededor todos los días, siempre está cerca y no puedo deshacerme de él! El ciclo constante de pecar y confesarme siempre me había preocupado, porque si el Señor volvía, ¿podría yo entrar en el reino de los cielos de esta manera? En medio de mi tormento, pensé en las palabras de Pablo: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena?” (Romanos 8:33-34). “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Sí, soy uno de los elegidos del Señor, el Señor ya ha perdonado todos mis pecados, y no importa si son pecados pasados, presentes o futuros, Él los perdona todos. Él ya no me ve como un pecador, y cuando el Señor venga, ¡podré entrar en el reino de los cielos!

Casualmente, un amigo de la iglesia me hizo esta pregunta posteriormente: “El Señor Jesús ha perdonado nuestros pecados, pero aun así pecamos, no podemos seguir el camino del Señor, y en nuestra vida diaria seguimos engañando, mintiendo, actuando de manera retorcida y taimada, tramando y conspirando, nos volvemos envidiosos y peleamos entre nosotros, y somos arrogantes y farisaicos. Vivimos en un ciclo de pecar cada día y confesar nuestros pecados cada noche, y no hemos escapado de nuestra naturaleza pecaminosa ni nos hemos purificado. El Señor Jesús dijo: ‘En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre’ (Juan 8:34-35). En 1 Pedro 1:16, también se dice: ‘porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo’. En estas palabras podemos ver que las personas como nosotros que no han escapado de la esclavitud del pecado no pueden entrar en el reino de los cielos. Dios es santo y justo, así que solo quienes han escapado del pecado están calificados para entrar en el reino de los cielos. Debemos creer en el Señor de acuerdo con las palabras del Señor, no de acuerdo con las palabras del hombre. Pablo era solo un discípulo, nada más que un hombre corrupto. ¿No dirías tú eso?”

La pregunta de mi amigo no pudo evitar que yo pensara: Él tenía razón en esto. Dios es santo y justo, así que los pecadores no están calificados para permanecer en el reino de Dios. Dios tiene la llave de la puerta del reino celestial, mientras que Pablo es simplemente un hombre corrupto. ¿Cómo pueden ser sus palabras la norma para entrar en el reino de los cielos? Si queremos entrar en el reino de los cielos, necesitamos determinar el camino basándonos en las palabras de Dios, no en las palabras de un hombre.

Yo soy un pecador, y Dios es santo, lo cual supone un gran abismo entre Dios y yo. ¿Cómo podría esperar yo entrar en el reino de los cielos mientras este exista? Pensar que pudiera hacerlo sería solo engañarme a mí mismo. Después de eso, cada vez que veía los versículos de la Biblia tales como “La santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14) y “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23), mi corazón era traspasado por el tormento. A menudo pecaba involuntariamente y me resistía a Dios, estaba en esclavitud al pecado, me faltaban fuerzas para escapar, y esto significaba que nunca sería digno de ver a Dios. Entrar en el reino de los cielos era solo un sueño para mí.

Probé varios métodos para escapar de la esclavitud y las limitaciones del pecado. Una vez, ayuné, subí a la cima de una montaña y oré ante el Señor para confesar mis pecados, pero aun así pequé. También me esforcé por practicar las palabras del Señor y ser una persona honesta y dejar de mentir, pero en el momento en que algo afectaba mis intereses, seguía mintiendo involuntariamente y engañando a Dios y a otras personas. No solo eso; cuando veía a mis hermanos y hermanas dar mejores sermones o hablar con mayor claridad que yo, me ponía celoso, me negaba a someterme, y trataba secretamente de competir con ellos. Sabía claramente que estar celoso de los demás es algo que Dios aborrece, y oré muchas veces a Dios y traté de controlarme para no pecar, pero cada vez que veía que mis hermanos y hermanas recibían elogios, no podía dejar de sentirme celoso de ellos… Esto me preocupaba profundamente, y no sé cuántas lágrimas derramé ante el Señor mientras clamaba a Él: “Señor, ¿cómo puedo escapar de la esclavitud del pecado y entrar en el reino de los cielos?”

Cómo escapar de la esclavitud del pecado y entrar en el reino de los cielos

Tal vez el Señor escuchó mis oraciones. Un día, escribí una carta a una amiga de una iglesia de otra región para contarle mis problemas. Su respuesta decía: “Hermana, somos seres creados. Somos impotentes para vencer el pecado por nuestros propios medios. Si queremos escapar de la esclavitud del pecado y ser purificados, debemos rogar a Dios que obre en nosotros y nos salve. Aquellos que vivían en la Era de la Ley, debido a que cada vez estaban más corrompidos, no tenían suficientes ofrendas de sacrificio para redimir sus pecados, y siempre estaban en peligro de ser condenados a muerte por violar la ley. Solo podían clamar a Dios y rogarle a Dios que los salvara. Dios escuchó sus oraciones, y para redimir a la gente de las leyes, se convirtió en el Señor Jesús encarnado, concedió a la gente una gracia rica y generosa, enseñó a la gente a confesar sus pecados y arrepentirse, y se permitió a Sí mismo ser clavado en la cruz por el hombre, para redimir a la humanidad del pecado. Mientras aceptáramos la salvación del Señor Jesús, ya no seríamos condenados a muerte por la ley debido a nuestros pecados. En vez de eso, simplemente podríamos orar a Dios, disfrutar de la gracia y las bendiciones del Señor Jesús, y nuestros pecados serían perdonados. Pero nuestra naturaleza pecaminosa está profundamente arraigada dentro de nosotros, y debido a que el tiempo aún no había llegado, el Señor no había hecho la obra de librarnos de nuestro pecado. Debemos esperar el regreso del Señor para continuar la obra de la salvación, para que Su obra ulterior purifique y salve a la humanidad, antes de podernos librar por completo de la naturaleza pecaminosa. Tal como el Señor Jesús profetizó: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13). ‘Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final’ (Juan 12:47-48). A partir de esto, podemos ver que el Señor regresará en los últimos días para expresar muchas verdades, así como para juzgar y purificar nuestros pecados. Debemos aceptar todas las verdades expresadas por Cristo en los últimos días para escapar de nuestra pecaminosidad, purificarnos completamente de nuestras naturalezas satánicas, y ser completamente salvos por Dios para entrar en el reino de los cielos”.

Habiendo leído hasta este punto, comprendí que la razón por la que no podía escapar de la esclavitud y del control de mi pecaminosidad era que el Señor Jesús solo hacía la obra de redención, pero no de purificar y cambiar nuestros caracteres. El Señor solo redimió a las personas de las leyes, y les dio la oportunidad de acudir directamente ante Dios, orar a Él, y recibir Su salvación. Para aquellos de nosotros que escuchamos las palabras del Señor pero no podemos practicarlas, y que vivimos atrapados en un ciclo de pecado y arrepentimiento, el Señor no nos juzga ni nos condena. En los últimos días, el Señor regresará, dirá muchas palabras nuevas, y nos juzgará, purificará y cambiará, permitiéndonos escapar completamente de la esclavitud del pecado y vivir una verdadera semejanza humana. En este momento, me sentí repentinamente iluminado, “Señor, gracias por guiarme y ayudarme a comprender cómo escapar de la esclavitud del pecado”.

Luego, leí el siguiente pasaje de su carta: “En los últimos días, Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la sustancia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tales como el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como la sabiduría y el carácter de Dios, etc. Todas estas palabras están dirigidas a la sustancia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios se refieren a que el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra del juicio, Dios no aclara simplemente la naturaleza del hombre con unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda no pueden ser sustituidos con palabras corrientes, sino con la verdad de la que el hombre carece por completo. Solo los métodos de este tipo pueden llamarse juicio; solo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra del juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra del juicio realizada por Dios” (“Cristo hace la obra del juicio con la verdad”).

Ella siguió diciendo en su carta: “Cuando Dios venga en los últimos días a hacer la obra del juicio y del castigo, usará principalmente la expresión de estas palabras para revelar nuestras naturalezas satánicas, así como para analizar las palabras y las obras con las que nos resistimos a Dios y traicionamos la verdad. Él nos señalará también un camino para que escapemos de la esclavitud del pecado, y nos revelará todas y cada una de las verdades de la vida. Con la guía en estas palabras de Dios, finalmente podremos tener un verdadero conocimiento de nuestros propios caracteres corruptos y naturaleza pecaminosa, y también sabremos que Dios es justo y santo, sabremos lo que le gusta a Dios y lo que detesta, y sabremos cómo debemos practicar para obtener la aprobación de Dios. De esa manera, no importa cuánta rebeldía o resistencia a Dios haya dentro de nosotros, mientras aceptemos la obra de Dios en los últimos días, seremos purificados por las palabras de juicio de Cristo de los últimos días, finalmente seremos completamente salvos por Dios, y entraremos en el reino de los cielos”.

Finalmente, mi amiga de la iglesia dijo que regresaría en unos días, y que continuaría hablando conmigo sobre este aspecto de la verdad. Yo estaba encantado, y no podía dejar de suspirar y pensar: “¡Gracias a la orientación de Dios, finalmente hay esperanza para mí de escapar de la esclavitud del pecado!” ¡Toda la gloria sea para Dios! ¡Amén!

Para conocer más: Que es remision de pecados

Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

sábado, 28 de agosto de 2021

Yo di la bienvenida al retorno del Señor

 Qingxin, Myanmar

Mis padres son ambos cristianos y desde temprana edad empecé a ir con ellos a la iglesia para asistir a los servicios. A la edad de 12 años asistí a un gran campamento cristiano en Myanmar y estando allí un pastor me dijo: “La única manera de evitar la muerte y entrar en el reino de los cielos es ser bautizado”. Y así, con el fin de entrar en el reino de los cielos, decidí bautizarme mientras estaba en el campamento. A partir de ese momento me convertí en una cristiana genuina.

Al llegar a la edad adulta, pasé a ser la presidenta de la asociación de jóvenes de mi iglesia durante muchos años y siempre que los predicadores no se encontraban allí yo dirigía a los hermanos y hermanas en la oración, los estudios bíblicos, los himnos y el compartir los testimonios. Después de casarme, me pusieron a cargo de la recepción de las ofrendas de los domingos y los diezmos. Al principio nuestra iglesia tenía la obra del Espíritu Santo: el pastor hablaba con fluidez y elocuencia, y los hermanos y hermanas disfrutaban de los sermones y se sentían edificados por ellos. Todos estábamos rebosantes de confianza, asistíamos a todos los servicios de la iglesia y difundíamos el evangelio dondequiera que podíamos con gran entusiasmo. Pero con el tiempo los sermones del pastor se volvieron repetitivos y mediocres y ya no podían proveer lo que necesitábamos. La confianza de los hermanos y hermanas comenzó por tanto a decaer y se interesaron más en el dinero y los placeres de la carne. La asistencia de la congregación empezó a decaer, hasta que llegó a un punto en que el pastor tenía que hacer llamadas cada sábado sólo para intentar conseguir que todos asistieran. Incluso cuando los hermanos y hermanas se presentaban, cantaban los himnos desganados y sin devoción, dormitaban durante los sermones y empezaban a hablar de negocios tan pronto como acababan los servicios. Estos se habían convertido en su totalidad en formalismo sin sustancia. Y esto me inquietaba mucho. Yo pensaba: “¿Cómo se vuelve nuestra iglesia un campo seco?”. Pero entonces recordé que, a lo largo de los 30 años anteriores, yo había oído a diferentes pastores decir lo mismo: “Creemos en el Señor Jesús, así que todos nuestros pecados han sido perdonados”. “Obtenemos la salvación por la gracia de Dios a causa de nuestra fe”. “El Señor Jesús ya ha completado Su obra de redención una vez, por lo que nosotros los creyentes en el Señor ya somos salvos y entraremos en el reino de los cielos”. A causa de esto, “yo ya soy salva, entraré en el reino de los cielos” pasó a ser el principio básico de mi fe en Dios. Por muy inhóspita que estuviera la iglesia, o por muy débiles y pasivos que estuvieran los creyentes, siempre me decía a mí misma: “Debo guardar el camino del Señor. Mientras no abandone al Señor, Él no me abandonará. Cuando el Señor vuelva, Él me llevará al reino de los cielos”. Aunque yo seguía advirtiéndome a mí misma de esta manera, seguía siendo incapaz de mantenerme en la senda del Señor: pecaba de día y confesaba los pecados por la noche, pero cuando oraba, no podía sentir al Señor a mi lado. Mi espíritu se sentía sombrío y vacío, y yo sentía que estaba cada vez más lejos del Señor, como si Él me hubiera abandonado. Esto me provocó un gran sufrimiento, pero yo era incapaz de encontrar la fuente del problema…

En febrero de 2016 conocí al hermano Zheng y a la hermana Li Hui online. Después de compartir entre nosotros experiencias relativas a la fe en el Señor, les hablé acerca de mi desconcierto por el hecho de que mi iglesia se hubiera convertido en un campo seco. El hermano Zheng me dijo: “No es sólo vuestra iglesia la que está inhóspita y asolada: toda la comunidad religiosa está inhóspita ahora mismo. Es como el templo asolado que se convirtió en una guarida de ladrones cuando el Señor Jesús estaba llevando a cabo Su obra. Si entendemos cómo ese templo pasó a estar asolado en primer lugar, sabremos entonces cómo es que la comunidad religiosa está tan inhóspita y asolada ahora. Cuando el Señor Jesús concluyó la Era de la Ley y comenzó la Era de la Gracia, el Espíritu Santo no llevaba a cabo obra en el templo, sino que en su lugar la realizaba en esas personas que aceptaban y seguían al Señor Jesús. Los que adoraban a Jehová se perdieron la obra del Espíritu Santo porque no podían mantener el ritmo de la obra de Dios. Sin la protección y el cuidado de Dios vivían en pecado, como muestra el que su templo se convirtiera en un lugar de venta de ganado, ovejas y palomas, y de cambio de dinero. Un templo que originalmente brillaba con la gloria de Jehová se convirtió en una guarida de ladrones, ofendiendo así el carácter de Dios y siendo abandonado por Él con repugnancia. Esta fue una de las razones por las que el templo cayó originalmente en la desolación”. Después examinamos dos pasajes del libro de Amós en la Biblia: “Y además os retuve la lluvia cuando aún faltaban tres meses para la siega; hice llover sobre una ciudad y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovía, y la parte donde no llovía, se secó” (Amós 4:7). “He aquí vienen días, dijo Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová” (Amós 8:11).* El hermano Zheng también me envió dos pasajes de las palabras de Dios Todopoderoso: “Dios cumplirá este hecho: Él hará que todas las personas en todo el universo vengan ante Él y adoren al Dios que está en la tierra, y Su obra en otros lugares cesará y las personas se verán obligadas a buscar el camino verdadero. Será como José: todos fueron a él por comida y se postraron ante él porque él tenía cosas para comer. Con el fin de evitar la hambruna, las personas serán obligadas a buscar el camino verdadero. Toda la comunidad religiosa sufrirá una severa hambruna y solo el Dios de hoy es la fuente de agua viva, que posee la fuente que siempre fluye provista para el disfrute del hombre, y las personas vendrán y dependerán de Él” (‘El Reino Milenario ha llegado’ en “La Palabra manifestada en carne”). “De hecho, la obra de Dios en ellos cesó hace mucho tiempo y la obra del Espíritu Santo está completamente ausente en ellos. La obra de Dios hace mucho que se transfirió a otro grupo de personas, un grupo en quien Él pretende completar Su nueva obra. Ya que los que están en la religión no pueden aceptar la nueva obra de Dios y solo se aferran a la antigua obra del pasado, Dios ha abandonado a estas personas y hace Su nueva obra en las personas que aceptan esta nueva obra. Estas son personas que cooperan en Su nueva obra y solo de esta manera se puede lograr Su gestión” (‘La obra de Dios y la práctica del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”). El hermano Zheng dijo entonces: “Las iglesias actuales están tan asoladas como lo estaba el templo y eso también se debe a que Dios está llevando a cabo una obra nueva. El Señor Jesús que hemos estado esperando con desesperación se ha encarnado ahora en forma humana y regresa entre nosotros. Él ha adoptado el nombre Dios Todopoderoso para expresar la verdad y llevar a cabo la obra de juzgar, purificar y salvar al hombre en los últimos días. Él ha venido para concluir la Era de la Gracia y comenzar la Era del Reino. El Espíritu Santo ya se ha marchado de las iglesias de la Era de la Gracia y está obrando ahora en quienes aceptan la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso. Todos los que están simplemente guardando el nombre del Señor Jesús pero no están al día con la nueva obra de Dios, ya no tendrán a Dios a su lado, no tendrán más la obra del Espíritu Santo y nunca se les proveerá el agua viva de la vida. Por tanto, por supuesto que estas iglesias estarán cada vez más asoladas…”.

Al escuchar al hermano Zheng, llegué a ser consciente de que la situación con las iglesias hoy en día es realmente la misma que con los templos cuando el Señor Jesús comenzó Su obra. Sentí que había una nueva luz y la guía del Señor en lo que el hermano Zheng estaba hablando. Pero me sentí un poco desconcertada por lo que él dijo acerca del retorno del Señor Jesús para hacer la nueva obra de juzgar y purificar al hombre: es posible que el Señor Jesús haya regresado, pero nosotros los creyentes ya éramos salvos, por lo que cuando Él vuelva debería llevarnos directamente al reino de los cielos, ¡no llevar a cabo otra etapa de la obra de juico y purificación! Pero entonces me di cuenta de que el retorno del Señor era un gran acontecimiento y, por tanto, yo tenía que buscar respuestas con ahínco en primer lugar.

Por tanto, hablé de mi desconcierto al hermano Zheng y él me dijo: “Muchos hermanos y hermanas del Señor comparten tu punto de vista. Ellos también piensan que como hemos aceptado al Señor Jesús como nuestro Salvador, nuestros pecados son perdonados, entonces, alcanzaremos la salvación por medio de Su gracia y cuando Él vuelva todos seremos llevados directamente al reino de los cielos. Así pues, se niegan a aceptar la salvación de Dios de los últimos días. La razón principal para esto es que no entendemos los buenos resultados que la obra del Señor Jesús ha traído y no conocemos la obra de Dios. Dios Todopoderoso dijo: ‘En ese momento, la obra de Jesús era la obra de redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvado y ser justificado por la fe. Sin embargo, en aquellos que creían seguía habiendo algo de rebeldía y oposición a Dios que había que continuar eliminando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados. Si creías, ya no pertenecías al pecado’ (‘La visión de la obra de Dios (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”). ‘Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad y se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de la totalidad de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter satánicamente corrompido. Y, así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios ha vuelto a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra ha llevado al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida’ (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de las palabras de Dios podemos ver que la obra del Señor Jesús durante la Era de la Gracia fue la de redención para la humanidad. El Señor Jesús fue clavado en la cruz para ser nuestra ofrenda por el pecado, para redimirnos de la condenación por la ley. Al venir ante el Señor, admitir nuestros pecados y arrepentirnos, se nos pueden perdonar nuestros pecados. Esto es ser salvado. En otras palabras, ser salvado significa que los pecados son perdonados y no hay acusación de pecado bajo la ley, pero no significa que hayamos escapado del carácter corrupto de Satanás o de nuestra naturaleza satánica y que nunca más pecaremos. Nuestra naturaleza satánica como la arrogancia, el engaño, el egoísmo y la avaricia sigue existiendo. Debido al dominio de nuestra naturaleza satánica y del carácter de Satanás, seguimos mintiendo y engañando frecuentemente, actuamos de una manera arrogante y terca, y fingimos ser buenos para engañar a Dios. Siempre criticamos a Dios deliberadamente, especialmente cuando las cosas no encajan con nuestros conceptos, acusamos y resistimos a Dios. ¿Cómo podría una humanidad como nosotros que es tan profundamente corrupta y resistente a Dios obtener Su alabanza? ¿Seríamos aptos para entrar en el reino de los cielos? Si Dios nos llevara —a una humanidad corrupta que le resiste y pertenece a Satanás— a Su reino, no habría forma entonces de explicar la justicia y la santidad de Dios. Así pues, para que estemos cualificados para entrar en el reino, necesitamos que Dios lleve a cabo una etapa de la obra de juicio y purificación para transformar nuestro carácter corrupto y deshacernos totalmente de los grilletes de nuestra naturaleza pecaminosa. Una vez que nuestro carácter vital haya sido transformado, ya no nos revelaremos más contra Dios ni lo resistiremos y seremos capaces de obedecerle verdaderamente, ser completamente ganados por Él, ser salvados completamente por Él y entrar en el reino de los cielos para heredar lo que Él ha prometido. Estos son los resultados traídos por la obra de juicio de Dios de los últimos días y podemos ver que la obra de redención del Señor Jesús fue allanar el camino para el juicio y la purificación de las personas durante los últimos días. Por tanto, nuestra fe en el Señor nos trae el perdón de nuestros pecados pero no un escape completo del pecado o la entrada en el reino de los cielos. Necesitamos experimentar otra etapa de obra de juicio y purificación para salvarnos totalmente del pecado. La obra de juicio de Dios de los últimos días hace realidad de forma exacta estas palabras de la Biblia: ‘que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo’ (1 Pedro 1:5)”.

Cuando oí las palabras de Dios Todopoderoso y lo que el hermano Zheng dijo, me di cuenta de que lo que el Señor Jesús había hecho era la obra de redención, no la de eliminar completamente los pecados. Cuando las personas cometen pecados, deben ser acusadas y castigadas bajo la ley, pero si venimos ante el Señor Jesús y admitimos nuestros pecados, estos se nos perdonarán entonces. Dios no nos ve como pecaminosos y nos absuelve del castigo, y eso es la salvación. Pero esta salvación sin duda no significa que hayamos sido purificados y totalmente salvados. Parece que las personas no entienden la verdad y, por tanto, malinterpretan lo que es la verdadera salvación. Pienso en eso ahora que seguimos viviendo vidas pecaminosas —cometiendo pecados y admitiéndolos cada día— y por tanto esa es la razón por la que necesitamos otra etapa de la obra de juicio y purificación de Dios. Cuando pienso en lo que dijo el pastor en el campamento —“Para un cristiano, la única manera de evitar la muerte y entrar en el reino de los cielos es ser bautizado”— me doy cuenta de que esta forma de pensar es realmente muy poco realista. Podríamos decir incluso que es infantil y ridícula. Más adelante, cuando pude tener largas charlas con el hermano Zheng y la hermana Li Hui y digerir su enseñanza, llegué a sentir que la verdad se encuentra en las palabras de Dios Todopoderoso para buscarla, que estas son muy prácticas y que pueden beneficiarme y ayudarme mucho. Pero el retorno del Señor es algo importante y con el fin de tratarlo de forma seria y cauta, decidí llevar a cabo una investigación exhaustiva de la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

Por tanto, en las semanas que siguieron empecé a investigar online en busca de información sobre la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso. Antes de ir online, oré al Señor: “Señor, si el Relámpago Oriental es realmente el Señor en el que tengo fe, te suplico que conmuevas mi corazón y me permitas reconocer Tu voz”. Sin ser realmente consciente de ello, di clic en un sitio web y para mi sorpresa encontré que todo era juicios, ataques y acusaciones contra Dios Todopoderoso y Su iglesia por parte de la comunidad religiosa y el PCCh. Me sorprendí mucho y tuve miedo de estar aventurándome en una senda peligrosa. Así pues, envié el enlace al hermano Zheng y la hermana Li Hui y les pregunté: “¿Cómo explicáis todo esto?”. Originalmente pensé que el hermano Zheng y los demás no tendrían respuesta a la información enviada por mí, y por eso me sorprendí cuando contestaron con calma y firmemente: “Dios Todopoderoso es el Dios verdadero, el retorno del Señor Jesús. Todos los chismes que la comunidad religiosa y el PCCh difunden online son rumores y sinsentidos diseñados para confundir a las personas. Es parte de su malvado plan para evitar que las personas sigan a Dios…”.

Lo que dijo el hermano Zheng me conmovió realmente y en mi corazón empecé a luchar para que todo ello tuviera sentido. Me desconecté y oré al Señor: “Señor, si Dios Todopoderoso es realmente Tu retorno te suplico entonces que me esclarezcas e ilumines para poder entender Tu camino y no perder la oportunidad de presenciar Tu retorno. Si todos estos chismes online son sólo rumores difundidos por la comunidad religiosa y el PCCh, hazme sorda a ellos, porque ser raptada por Satanás es una cosa terrible”. Después de orar me sentí un poco más tranquila y entonces recordé los tiempos en los que también me acusaron en falso, así como una ocasión en la que un comerciante que yo conocía que hacía buenos negocios vendiendo productos de jade, vio como se arruinaba su reputación por los rumores difundidos por un competidor envidioso. Empezó a brillar un poco de luz en mi corazón y me di cuenta de cuán oscuro y malvado es este mundo y de que la mayor parte de lo que hay online —bueno o malo— es simplemente personas hablando. Después pensé detenidamente en las acusaciones online contra Dios Todopoderoso y Su iglesia difundidas por la comunidad religiosa y el PCCh: no se aportaban pruebas y nada de ello parecía muy creíble. Además, yo había leído las palabras de Dios Todopoderoso y había estado en contacto con los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Lo que ellos decían no tenía relación con los rumores difundidos online y no habían intentado obligarme a unirme a su iglesia. En los pocos meses de contacto con ellos, además de explorar la Biblia, leer las palabras de Dios Todopoderoso y hablar conmigo de las palabras de Dios, no habíamos debatido ningún otro tema. A partir de la forma en la que hablaban, yo podía deducir que eran personas piadosas y honradas. Su enseñanza estaba llena de luz y yo sentía que era muy útil para mí, y su iglesia era realmente una iglesia que tenía la obra del Espíritu Santo. Al pensar sobre esto, me di cuenta de que una iglesia que tiene la obra del Espíritu Santo es una iglesia de Dios y, por tanto, por supuesto que Satanás la atacaría y acusaría y habría mucha propaganda negativa a su alrededor.

En una fecha posterior leí online sobre las muchas acciones malvadas del PCCh: cómo expulsaban de China a misioneros extranjeros, quemaban Biblias, derribaban iglesias y detenían y mataban cristianos… El odio y la ira hacia el PCCh crecieron en mi corazón. ¿Cómo podían ser tan malévolos como para perseguir a cristianos inocentes y desarmados? El PCCh siempre se ha opuesto a Dios promoviendo el ateísmo y ha capturado y perseguido a los cristianos con una ausencia total de humanidad y razón, por lo que no había manera de saber si lo que decía era verdadero o falso. Por tanto, inicié de nuevo el contacto con el hermano Zheng y los demás, y ellos hablaron sobre muchas verdades relativas a la obra de Dios de los últimos días y cómo discernir los astutos planes de Satanás… Después de escucharlos sentí que tenía un poco más de entendimiento de la obra de Dios de los últimos días y podía discernir que todo el sinsentido diseminado online por la comunidad religiosa y el PCCh era rumores sin base y opiniones ridículas que formaban parte de los astutos planes de Satanás para evitar que las personas aceptaran la obra de Dios Todopoderoso. Decidí no escuchar nunca más nada de lo que la comunidad religiosa y el PCCh decían. La preocupación y el miedo desaparecieron de mi corazón y, al mismo tiempo, reconocí que la obra de Dios Todopoderoso y la obra del Señor Jesús eran lo mismo y ambas habían encontrado resistencia y acusaciones de los regímenes políticos satánicos y los círculos religiosos. ¡Para mí, esto confirmó aún más que la obra de Dios Todopoderoso es el camino verdadero!

Un día en el que estaba usando Facebook, oí un himno que alababa a Dios, el cual encontré particularmente conmovedor. Ciertamente, sólo Dios merece la alabanza y es digno de ser ensalzado. Este himno tenía la guía del Espíritu Santo y cuando revisé para ver de dónde había venido, descubrí que era uno de los himnos de la Iglesia de Dios Todopoderoso. No pude evitar ser conmovida hasta llorar por esto y busqué con entusiasmo a los hermanos y hermanas para decirles que Dios había conmovido mi corazón y me había guiado… Ahora creo completamente que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado y estoy dispuesta a seguir a Dios Todopoderoso hasta el final del camino.

Ahora asisto a la Iglesia de Dios Todopoderoso y, no sólo disfruto de recibir el agua viva de vida que fluye del trono, sino que mi confianza y amor han sido restaurados. Lo que es aún más importante, ahora puedo distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, la oscuridad y la luz. Sé qué son las verdades y qué son los rumores. Las verdades vienen de Dios, mientras que los rumores vienen de Satanás. Cuando oímos rumores, no debemos aceptarlos ciegamente, sino que debemos distinguir cuidadosamente la verdad de las falsedades, orar de todo corazón y buscar y examinar humildemente el camino verdadero. Sólo entonces podemos escapar de los rumores y volver ante Dios.

Para conocer más: Cómo debemos esperar la venida de Cristo

Unas citas bíblicas son tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.


viernes, 27 de agosto de 2021

Qué son la encarnación y su esencia

 

✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈┈•✼•┈┈┈•✼


Reflexión Cristiana: Qué son la encarnación y su esencia

Las palabras relevantes de Dios:

La “encarnación” es la aparición de Dios en la carne; Él obra en medio de la humanidad creada a imagen de la carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre.

Extracto de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La encarnación significa que el Espíritu de Dios se hace carne, es decir, que Dios se hace carne; la obra que la carne realiza es la obra del Espíritu, la cual se materializa en la carne y es expresada por la carne. Nadie, excepto la carne de Dios, puede cumplir con el ministerio del Dios encarnado; es decir, que solo la carne encarnada de Dios, esa humanidad normal —y nadie más— puede expresar la obra divina. Si durante Su primera venida, Dios no hubiera poseído una humanidad normal antes de los veintinueve años de edad, si al nacer, hubiera podido obrar milagros, si tan pronto como hubiera aprendido a hablar, hubiera podido hablar el lenguaje del cielo, si en el momento en el que puso Su pie sobre la tierra por primera vez, hubiera podido comprender todos los asuntos mundanos, distinguir todos los pensamientos y las intenciones de cada persona, a esa persona no se le habría podido haber llamado un hombre normal y tal carne no podría haberse llamado carne humana. Si este fuera el caso con Cristo, entonces el sentido y la esencia de la encarnación de Dios se perdería. Que posea una humanidad normal demuestra que Él es Dios encarnado en la carne; que pase por un proceso de crecimiento humano normal demuestra aún más que Él es de carne normal; además, Su obra es prueba suficiente de que Él es la Palabra de Dios, el Espíritu de Dios, hecho carne.

Extracto de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne vestida con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso; Él es la personificación del Espíritu. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne, mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo. Sea Su humanidad o Su divinidad, ambas se someten a la voluntad del Padre celestial. La esencia de Cristo es el Espíritu, es decir, la divinidad. Por lo tanto, Su esencia es la de Dios mismo; esta esencia no interrumpirá Su propia obra y Él no podría hacer nada que destruyera Su propia obra ni tampoco pronunciaría ninguna palabra que fuera en contra de Su propia voluntad. Por lo tanto, el Dios encarnado nunca haría ninguna obra que interrumpiera Su propia gestión. Esto es lo que todas las personas deben entender. La esencia de la obra del Espíritu Santo es salvar al hombre y es por el bien de la propia gestión de Dios. De manera similar, la obra de Cristo también es salvar a los hombres, y lo es por causa de la voluntad de Dios. Dado que Dios se hace carne, Él hace realidad Su esencia dentro de Su carne de tal manera que Su carne es suficiente para emprender Su obra. Por lo tanto, toda la obra del Espíritu de Dios la reemplaza la obra de Cristo durante el tiempo de la encarnación, y la obra de Cristo está en el corazón de toda la obra, a través del tiempo de la encarnación. No se puede mezclar con la obra de ninguna otra era. Y ya que Dios se hace carne, obra en la identidad de Su carne; ya que viene en la carne, entonces termina en la carne la obra que debía hacer. Ya sea el Espíritu de Dios o Cristo, ambos son Dios mismo y Él hace la obra que debe hacer y desempeña el ministerio que debe desempeñar.

Extracto de ‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto, porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que también es la carne particular asumida por Dios a medida que lleva a cabo y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no puede ser suplantada por cualquier hombre, sino que es una carne que puede soportar adecuadamente la obra de Dios en la tierra, expresar el carácter de Dios y representarlo bien, y proveer la vida al hombre.

Extracto de ‘Solo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”

Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, manifestará la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante.

Extracto de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

La implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre. Su vida y Su obra encarnadas pueden dividirse en dos etapas. Primero es la vida que vive antes de desempeñar Su ministerio. Dios vive en una familia humana ordinaria, en una humanidad totalmente normal, obedeciendo la moral y las leyes normales de la vida humana, con necesidades humanas normales (comida, vestido, descanso, refugio), debilidades humanas normales y emociones humanas normales. En otras palabras, durante esta primera etapa Él vive en una humanidad no divina y completamente normal, y se involucra en todas las actividades humanas normales. La segunda etapa es la vida que vive después de empezar a desarrollar Su ministerio. Sigue morando en la humanidad ordinaria con un caparazón humano normal, sin mostrar señal externa alguna de lo sobrenatural. No obstante, vive puramente por el bien de Su ministerio y durante este tiempo Su humanidad normal existe enteramente para sostener la obra normal de Su divinidad; y es que, para entonces, Su humanidad normal ha madurado hasta el punto de ser capaz de desempeñar Su ministerio. Por tanto, la segunda etapa de Su vida consiste en llevar a cabo Su ministerio en Su humanidad normal, cuando es una vida tanto de humanidad normal como de divinidad completa. La razón por la que durante la primera etapa de Su vida Él vive en una humanidad completamente ordinaria es que Su humanidad no puede mantener aún a la totalidad de la obra divina, todavía no está madura; solo después de que Su humanidad madura y es capaz de cargar con Su ministerio, Él puede ponerse a realizar el ministerio que debe llevar a cabo. Como Él, siendo carne, necesita crecer y madurar, la primera etapa de Su vida es la de una humanidad normal, mientras que en la segunda, al ser capaz Su humanidad de acometer Su obra y llevar a cabo Su ministerio, la vida que el Dios encarnado vive durante ese periodo es una tanto de humanidad como de divinidad completa. Si el Dios encarnado hubiera comenzado Su ministerio formal desde el momento de Su nacimiento, realizando señales sobrenaturales y maravillas, entonces no tendría una esencia corpórea. Por tanto, Su humanidad existe por el bien de Su esencia corpórea; no puede haber carne sin humanidad y una persona sin humanidad no es un ser humano. De esta forma, la humanidad de la carne de Dios es una propiedad intrínseca de la carne encarnada de Dios. Decir que “cuando Dios se hace carne es totalmente divino y no es en absoluto humano”, es una blasfemia, pues esta afirmación simplemente no existe y viola el principio de la encarnación. Incluso después de empezar a llevar a cabo Su ministerio, cuando realiza Su obra, sigue viviendo Su divinidad con un caparazón externo humano; solo que en ese momento, Su humanidad tiene el único propósito de permitirle a Su divinidad desempeñar la obra en la carne normal. Así pues, el agente de la obra es la divinidad habitando en Su humanidad. Es Su divinidad, no Su humanidad, la que obra, pero esta divinidad está escondida dentro de Su humanidad; en esencia, Su divinidad completa, no Su humanidad, es la que lleva a cabo Su obra. Pero el actor de la obra es Su carne. Se podría decir que Él es hombre, pero también es Dios, porque Dios se convierte en un Dios que vive en la carne, con un caparazón y una esencia humanos, pero también con la esencia de Dios. Al ser un hombre con la esencia de Dios, Él está por encima de todos los humanos creados y de cualquier hombre que pueda desarrollar la obra de Dios. Por tanto, entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo, entre todos los que poseen humanidad, solo Él es el Dios mismo encarnado, todos los demás son humanos creados. Aunque todos poseen humanidad, los humanos creados no tienen más que humanidad, mientras que Dios encarnado es diferente. En Su carne, no solo tiene humanidad sino que, más importante aún, también tiene divinidad. Su humanidad puede verse en la apariencia externa de Su carne y en Su vida cotidiana, pero Su divinidad es difícil de percibir. Como Su divinidad se expresa únicamente cuando Él tiene humanidad y no es tan sobrenatural como las personas lo imaginan, verla es extremadamente difícil para las personas. Incluso hoy es extremadamente difícil que la gente pueda comprender la verdadera esencia del Dios encarnado. Incluso después de haber hablado tanto sobre ello, supongo que sigue siendo un misterio para la mayoría de vosotros. De hecho, este asunto es muy simple: como Dios se hace carne, Su esencia es una combinación de humanidad y divinidad. Esta combinación se llama Dios mismo, Dios mismo en la tierra.

Extracto de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La humanidad de Dios encarnado existe para mantener la obra divina normal en la carne; Su pensamiento humano normal sustenta Su humanidad normal y todas Sus actividades corporales normales. Se podría decir que Su pensamiento humano normal existe con el fin de sustentar toda la obra de Dios en la carne. Si esta carne no poseyera una mente humana normal, entonces Dios no podría obrar en la carne y lo que Él debe hacer en la carne no se cumpliría jamás. Aunque el Dios encarnado posee una mente humana normal, Su obra no está adulterada por el pensamiento humano; Él emprende la obra en la humanidad con una mente normal, bajo la condición previa de que Él posee la humanidad con una mente propia, no por el ejercicio del pensamiento humano normal. No importa cuán elevados sean los pensamientos de Su carne, Su obra no está manchada con la lógica o el pensamiento. En otras palabras, Su obra no es concebida por la mente de Su carne, sino que es una expresión directa de la obra divina en Su humanidad. Toda Su obra es el ministerio que debe cumplir y nada de ella es concebida por Su cerebro. Por ejemplo, sanar a los enfermos, echar fuera a los demonios y la crucifixión no fueron productos de Su mente humana y ningún hombre con una mente humana podría haber logrado estas cosas. De igual forma, la obra de conquista actual es un ministerio que debe llevar a cabo el Dios encarnado, pero no es la obra de una voluntad humana, es la obra que Su divinidad debe llevar a cabo y que ningún humano carnal es capaz de realizar. Así pues, el Dios encarnado debe poseer una mente humana normal, debe poseer una humanidad normal, porque Él debe desempeñar Su obra en la humanidad con una mente normal. Esta es la esencia de la obra del Dios encarnado, la propia esencia del Dios encarnado.

Antes de que Jesús llevara a cabo la obra, simplemente vivió en Su humanidad normal. Nadie podía darse cuenta de que Él fuera Dios, nadie descubrió que Él era el Dios encarnado; las personas solo lo conocían como un hombre totalmente corriente. Su humanidad normal, totalmente ordinaria, era una prueba de que Él era Dios encarnado en la carne y de que la Era de la Gracia fue la era de la obra del Dios encarnado y no la del Espíritu. Fue una prueba de que el Espíritu de Dios se materializara completamente en la carne, de que en la era de la encarnación de Dios Su carne llevaría a cabo toda la obra del Espíritu. El Cristo con humanidad normal es una carne en la que el Espíritu se materializa y posee una humanidad normal, un sentido normal y un pensamiento humano. “Materializarse” significa que Dios se hace hombre, que el Espíritu se hace carne; dicho de manera más clara, es cuando Dios mismo habita en la carne con una humanidad normal y expresa Su obra divina a través de ella. Esto es lo que significa materializarse o encarnarse. Durante Su primera encarnación, fue necesario que Dios sanara a los enfermos y echara fuera a los demonios, porque Su obra era redimir. Con el fin de redimir a toda la raza humana, necesitaba ser compasivo e indulgente. La obra que Él llevó a cabo antes de ser crucificado fue sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios, lo que presagió Su salvación del hombre del pecado y la inmundicia. Siendo la Era de la Gracia, era necesario que Él sanase a los enfermos, mostrando de esta forma señales y maravillas representativas de la gracia en aquella era; y es que la Era de la Gracia se centraba en la concesión de la misma, simbolizada por la paz, el gozo y las bendiciones materiales, todo aquello muestras de la fe de las personas en Jesús. Es decir que sanar a los enfermos, echar fuera a los demonios y conceder gracia eran capacidades instintivas de la carne de Jesús en la Era de la Gracia; eran la obra que el Espíritu materializó en la carne. Pero mientras llevaba a cabo tal obra, Él vivía en la carne y no la trascendió. Independientemente de qué actos de sanación llevara a cabo, seguía poseyendo una humanidad normal y seguía viviendo una vida humana normal. La razón por la que digo que, durante la era de la encarnación de Dios, la carne llevó a cabo toda la obra del Espíritu es que, independientemente de la obra que Él realizara, la realizaba en la carne. Pero debido a Su obra, las personas no consideraron que Su carne tuviera una esencia completamente corpórea, porque esta carne podía realizar maravillas y, en ciertos momentos especiales, podía hacer cosas que trascendían la carne. Por supuesto, todos estos acontecimientos tuvieron lugar después de que Él comenzase Su ministerio, como cuando fue tentado durante cuarenta días o transfigurado en la montaña. Por tanto, el sentido de la encarnación de Dios no se completó con Jesús, sino que solo se cumplió parcialmente. La vida que Él vivió en la carne antes de empezar Su obra fue totalmente normal en todos los aspectos. Después de empezar la obra solo retuvo el caparazón externo de Su carne. Como Su obra era una expresión de divinidad, excedía las funciones normales de la carne. Después de todo, la carne encarnada de Dios era diferente que la de los humanos de carne y hueso. Por supuesto, en Su vida diaria, Él necesitaba comida, ropa, descanso y refugio, tenía todas las necesidades normales y el razonamiento de un ser humano normal y pensaba como un ser humano normal. Las personas seguían considerándolo un hombre normal, excepto que la obra que realizaba era sobrenatural. Realmente, hiciera lo que hiciera, Él vivía en una humanidad ordinaria y normal; en tanto que realizaba la obra, Su razonamiento era particularmente normal y Sus pensamientos especialmente lúcidos, más que los de cualquier otra persona normal. Era necesario que el Dios encarnado tuviera esta forma de pensar y este razonamiento porque la obra divina debía expresarla una carne cuyo razonamiento fuera muy normal y cuyos pensamientos fueran muy lúcidos; solo así podía expresar Su carne la obra divina. A lo largo de los treinta y tres años y medio que Jesús vivió en la tierra, Él retuvo Su humanidad normal; sin embargo, debido a Su obra, durante Su ministerio de tres años y medio, las personas creían que Él era muy trascendente, que era mucho más sobrenatural que antes. En realidad, la humanidad normal de Jesús se mantuvo inmutable antes y después de comenzar Su ministerio; Su humanidad fue la misma durante todo ese tiempo, pero debido a la diferencia antes y después de empezar Su ministerio, surgieron dos opiniones diferentes en relación a Su carne. Independientemente de lo que las personas pensaran, Dios encarnado retuvo Su humanidad original y normal todo el tiempo, porque desde que Él se encarnó, vivió en la carne, la carne que tenía una humanidad normal. Independientemente de si estaba o no llevando a cabo Su ministerio, la humanidad normal de Su carne no podía eliminarse, porque la humanidad es la esencia básica de la carne. Antes de que Jesús llevara a cabo Su ministerio, Su carne se mantuvo completamente normal, involucrándose en todas las actividades humanas normales; Él no parecía sobrenatural en lo más mínimo ni mostraba ninguna señal milagrosa. En ese momento Él era simplemente un hombre muy común que adoraba a Dios, aunque Su búsqueda era más honesta, más sincera que la de cualquiera. Así fue cómo se manifestó Su humanidad totalmente normal. Debido a que Él no realizó obra alguna antes de asumir Su ministerio, nadie era consciente de Su identidad, nadie podía decir que Su carne fuera diferente a la de los demás, porque no obró ni un solo milagro y no realizó ni una pizca de la propia obra de Dios. Sin embargo, después de empezar a desarrollar Su ministerio, Él retuvo el caparazón externo de humanidad normal y siguió viviendo con un razonamiento humano normal; pero, como había empezado a realizar la obra de Dios mismo, a asumir el ministerio de Cristo y a llevar a cabo la obra que los seres mortales, los seres de carne y hueso, eran incapaces de realizar, las personas supusieron que Él no tenía una humanidad normal y que no era una carne del todo normal, sino incompleta. A causa de la obra que realizaba, las personas decían que Él era un Dios en la carne que no tenía una humanidad normal. Este entendimiento es erróneo, porque las personas no comprendían el sentido de la encarnación de Dios. Esta malinterpretación surgió del hecho de que la obra expresada por Dios en la carne era la obra divina, expresada en una carne que tenía una humanidad normal. Dios estaba vestido de carne, moraba en la carne y Su obra en Su humanidad ocultaba la normalidad de Su humanidad. Por esta razón las personas creían que Dios no tenía humanidad, sino solo divinidad.

Extracto de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La humanidad de Cristo está gobernada por Su divinidad. Aunque Él está en la carne, Su humanidad no es del todo parecida a la de un hombre de la carne. Él tiene Su propio carácter único y a este también lo gobierna Su divinidad. Su divinidad no tiene debilidades; la debilidad de Cristo se refiere a la debilidad de Su humanidad. Hasta cierto punto, esta debilidad constriñe Su divinidad, pero esos límites están dentro de un cierto radio de acción y tiempo y no son ilimitados. Cuando llega el tiempo de ejecutar la obra de Su divinidad, se hace independientemente de Su humanidad. La humanidad de Cristo está completamente dirigida por Su divinidad. Además de la vida normal de Su humanidad, Su divinidad influye en todas las demás acciones de Su humanidad, las afecta y las dirige. Aunque Cristo tiene una humanidad, no interrumpe la obra de Su divinidad y esto es precisamente porque la humanidad de Cristo está dirigida por Su divinidad; aunque Su humanidad no es madura en Su conducta ante los demás, esto no afecta la obra normal de Su divinidad. Cuando digo que Su humanidad no se ha corrompido quiero decir que la humanidad de Cristo puede estar directamente comandada por Su divinidad, y que Él posee un sentido más elevado que el del hombre común. Su humanidad es la más adecuada para ser dirigida por la divinidad en Su obra; Su humanidad es la más capaz de expresar la obra de la divinidad y es la más capaz de someterse a tal obra. Mientras Dios obra en la carne, nunca pierde de vista el deber que el hombre en la carne debe cumplir; Él es capaz de adorar a Dios en el cielo con un corazón sincero. Tiene la esencia de Dios y Su identidad es la de Dios Mismo. Es solo que ha venido a la tierra y se ha vuelto un ser creado, con el caparazón exterior de un ser creado y que ahora posee una humanidad que antes no tenía; es capaz de adorar a Dios en el cielo. Este es el ser de Dios Mismo y que el hombre no puede imitar. Su identidad es Dios mismo. Es desde la perspectiva de la carne que Él adora a Dios; por lo tanto, las palabras “Cristo adora a Dios en el cielo” no son incorrectas. Lo que Él pide del hombre es precisamente Su propio ser; ya ha logrado todo lo que pide del hombre antes de que se lo demande. Nunca exigiría cosas a los demás para librarse Él de exigencias, porque todo esto constituye Su ser. Independientemente de cómo lleve a cabo Su obra, no actuaría de una manera en la que desobedeciera a Dios. No importa qué pida Él del hombre, ninguna exigencia excede lo que el hombre puede lograr. Todo lo que Él hace es hacer la voluntad de Dios y es en aras de Su gestión. La divinidad de Cristo está por encima de todos los hombres; por lo tanto, Él es la autoridad suprema de todos los seres creados. Esta autoridad es Su divinidad, es decir, el carácter y el ser de Dios mismo, que determina Su identidad. Por lo tanto, no importa qué tan normal sea Su humanidad, es innegable que tiene la identidad de Dios mismo; no importa desde qué punto de vista hable y la manera en la que Él obedezca la voluntad de Dios, no puede decirse que no sea Dios mismo.

Extracto de ‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Hijo del hombre encarnado expresaba la divinidad de Dios a través de Su humanidad y transmitía Su voluntad a la humanidad. A través de Su expresión de la voluntad y del carácter de Dios, también les reveló a las personas el Dios que no puede verse ni tocarse, que habita en la esfera espiritual. Lo que las personas vieron fue Dios mismo, tangible y de carne y hueso. Así, el Hijo del hombre encarnado hizo concretas y humanas cosas como la identidad de Dios mismo, el estatus, la imagen, el carácter de Dios y lo que Él tiene y es. Aunque Su aspecto externo tenía algunas limitaciones respecto a la imagen de Dios, Su esencia y lo que Él tiene y es eran totalmente capaces de representar la propia identidad y el estatus de Dios mismo; sencillamente existían algunas diferencias en la forma de expresión. No podemos negar que el Hijo del hombre representaba la identidad y el estatus de Dios mismo, tanto en la forma de Su humanidad y en Su divinidad. Sin embargo, durante este tiempo, Dios obró a través de la carne, habló desde esa perspectiva y se presentó ante la humanidad con la identidad y el estatus del Hijo del hombre, y esto les proporcionó a las personas la oportunidad de encontrar y experimentar las palabras y la obra verdaderas de Dios en medio de la humanidad. También les permitió tener una percepción de Su divinidad y de Su grandeza en medio de la humildad, así como lograr un entendimiento y una definición preliminares de la autenticidad y la realidad de Dios. Aunque la obra realizada por el Señor Jesús, Sus formas de obrar y la perspectiva desde la que habló diferían de la persona real de Dios en la esfera espiritual, todo lo relativo a Él representaba realmente al Dios mismo que la humanidad nunca había visto antes; ¡es innegable! Es decir, no importa en qué forma aparezca Dios ni desde qué perspectiva hable, o en qué imagen se presente ante la humanidad, Dios no representa nada que no sea Él mismo. No puede representar a ningún ser humano ni a parte alguna de la humanidad corrupta. Dios es Dios mismo, y esto no se puede negar.

Extracto de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”

La esencia de Dios en sí misma ejerce autoridad, pero es capaz de someterse por completo a la autoridad que proviene de Él. Sea la obra del Espíritu o la obra de la carne, ninguna entra en conflicto con la otra. El Espíritu de Dios es la autoridad sobre toda la creación. La carne, con la esencia de Dios, también posee autoridad, pero Dios en la carne puede hacer toda la obra que obedece la voluntad del Padre celestial. Esto no lo puede alcanzar ni concebir una persona sola. Dios Mismo es la autoridad, pero Su carne puede someterse a Su autoridad. Esto es lo que implican las siguientes palabras: “Cristo obedece la voluntad de Dios Padre”. Dios es un Espíritu y puede hacer la obra de salvación, de la misma manera que lo puede hacer Dios hecho hombre. De cualquier manera, Dios Mismo hace Su propia obra; Él no interrumpe ni interfiere, ni, mucho menos, lleva a cabo una obra que se contradiga a sí misma, porque la esencia de la obra que hace el Espíritu y la carne es igual. Sea el Espíritu o la carne, ambos obran para cumplir una voluntad y para gestionar la misma obra. Aunque el Espíritu y la carne tienen dos cualidades dispares, sus esencias son las mismas; ambas poseen la esencia de Dios mismo y la identidad de Dios mismo. Dios mismo no tiene elementos de desobediencia; Su esencia es buena. Él es la expresión de toda la belleza y bondad, así como de todo el amor. Incluso en la carne, Dios no hace nada que desobedezca a Dios Padre. Incluso a costa de sacrificar Su vida, estaría dispuesto de todo corazón a hacerlo y no elegiría otra cosa. Dios no posee elementos de santurronería ni prepotencia, arrogancia o altivez; no posee elementos de ruindad. Todo lo que desobedece a Dios proviene de Satanás; Satanás es el origen de toda maldad y fealdad. La razón por la que el hombre tiene cualidades similares a las de Satanás es porque Satanás ha corrompido al hombre y ha trabajado en él. Satanás no ha corrompido a Cristo; por lo tanto, Él solo posee las características de Dios y ninguna de las de Satanás. No importa qué tan ardua sea la obra o débil la carne, Dios, mientras vive en la carne, nunca hará nada que interrumpa la obra de Dios mismo, y, mucho menos, abandonará la voluntad de Dios Padre en desobediencia. Él preferiría sufrir dolores en la carne que traicionar la voluntad de Dios Padre; así como Jesús lo dijo en la oración: “Padre mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras”. La gente toma sus propias decisiones, pero Cristo no. Aunque tiene la identidad de Dios mismo, aún así busca la voluntad de Dios Padre y cumple lo que Dios Padre le confió, desde la perspectiva de la carne. Esto es algo inalcanzable para el hombre. Lo que proviene de Satanás no puede tener la esencia de Dios, solo puede tener una que desobedece y se resiste a Dios. No puede obedecer por completo a Dios, mucho menos obedecer de buen grado la voluntad de Dios. Todos los hombres excepto Cristo pueden hacer lo que resiste a Dios y ni uno solo puede llevar a cabo directamente la obra que Dios le confió; ninguno es capaz de ver la gestión de Dios como un propio deber que debe desempeñar. Someterse a la voluntad de Dios Padre es la esencia de Cristo; la desobediencia contra Dios es la característica de Satanás. Estas dos cualidades son incompatibles y cualquiera que tenga las cualidades de Satanás no se puede llamar Cristo. La razón por la cual el hombre no puede hacer la obra de Dios en Su lugar es porque el hombre no tiene nada de la esencia de Dios. El hombre obra para Dios por el bien de sus intereses personales y perspectivas futuras, pero Cristo obra para hacer la voluntad de Dios Padre.

Extracto de ‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”

La carne vestida por el Espíritu de Dios es la propia carne de Dios. El Espíritu de Dios es supremo; Él es todopoderoso, santo y justo. De igual forma, Su carne también es suprema, todopoderosa, santa y justa. Carne como esa solo puede hacer lo que es justo y beneficioso para la humanidad; lo que es santo, glorioso y poderoso. Es incapaz de hacer cualquier cosa que viole la verdad, la moralidad y la justicia; mucho menos, cualquier cosa que traicione al Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es santo y, por lo tanto, Su carne no es susceptible de corrupción por Satanás; Su carne es de una esencia diferente a la carne del hombre. Porque es el hombre, no Dios, el que es corrompido por Satanás; Satanás no podría corromper la carne de Dios. Así pues, a pesar del hecho de que el hombre y Cristo moran dentro del mismo espacio, es solo el hombre a quien Satanás posee, usa y engaña. Por el contrario, Cristo es eternamente inmune a la corrupción de Satanás porque Satanás nunca será capaz de ascender al lugar más alto y nunca será capaz de acercarse a Dios. Hoy, todos vosotros debéis entender que sólo la humanidad, que ha sido corrompida por Satanás, es la que me traiciona. La traición jamás será un asunto que involucre a Cristo en lo más mínimo.

Extracto de ‘Un problema muy serio: la traición (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”

También te podría interesar leer: La segunda venida de Cristo