El Señor Jesús dijo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). De esto podemos entender que solo arrepintiéndose verdaderamente ante Dios, se puede conseguir la misericordia y la salvación de Dios y entrar al reino celestial. Muchos hermanos y hermanas piensan que mientras se presenten ante el Señor Jesús para orar a Él con las lágrimas de dolor confesando sus propios pecados, esto es el verdadero arrepentimiento. Sin embargo, también algunos se preguntan: “Aunque podemos orar y confesar nuestros pecados, todavía pecamos a menudo, ¿es esto el verdadero arrepentimiento?”
De hecho, cuando oramos al Señor y confesamos nuestros pecados, esto solo puede decir que tenemos intenciones de confesar y arrepentirnos, pero no representa el verdadero arrepentimiento. La clave es ver cómo practicamos y que si alcanzamos el cambio verdadero o no. Aunque a menudo nos confesamos ante el Señor y nuestra actitud parece que sea muy sincera, luego, aún seguimos pecando como siempre, e incluso no odiamos ni detestamos los pecados. En verdad, nuestras oraciones y arrepentimientos están engañando a Dios para escapar de las disciplinas de Dios y obtener el perdón y la redención del Señor, pero tenemos intenciones para cambiarnos por completo, ¿cómo puede ser el verdadero arrepentimiento esto?
En la Biblia se registra el testimonio del verdadero arrepentimiento de los ninivitas hacia Dios. Cuando el rey de Nínive oyó lo que el profeta Jonás transmitió las palabras de Dios “Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada” (Jonás 3:4), él creyó, obedeció y dejó de lado su posición del rey, y se quitó su vestidura, guiando al pueblo de Nínive a vestir de cilicio y cenizas para confesar y arrepentirse ante Dios.
La Palabra de Dios dice: “Después de escuchar la declaración de Dios, el rey de Nínive y sus súbditos llevaron a cabo una serie de actos. ¿Cuál es la naturaleza de su conducta y sus acciones? En otras palabras, ¿cuál es la esencia de la totalidad de su conducta? ¿Por qué hicieron lo que hicieron? En los ojos de Dios se habían arrepentido sinceramente, no sólo porque habían rogado a Dios fervientemente y confesado sus pecados delante de Él, sino también porque habían abandonado su conducta malvada. Actuaron de esta forma porque después de oír las palabras de Dios, se asustaron increíblemente y creyeron que Él haría lo que dijo. Ayunando, vistiendo de cilicio y sentándose sobre cenizas, deseaban expresar su disposición a reformarse de sus caminos y refrenar su maldad, a orar para que Jehová Dios contuviese Su enojo, a rogar a Jehová Dios para que se retractase de Su decisión, así como de la catástrofe que estaba a punto de caer sobre ellos. Por medio del examen de todo su comportamiento se puede ver que ya entendieron que sus actos malvados anteriores eran detestables para Jehová Dios y que entendieron la razón por la que Él los destruiría pronto. Por estas razones, todos deseaban arrepentirse completamente, volverse de sus caminos malvados y abandonar la violencia en sus manos. En otras palabras, una vez conocieron la declaración de Jehová Dios, todos y cada uno de ellos sintió miedo en su corazón; ya no continuaron más con su conducta malvada ni cometiendo esos actos aborrecidos por Jehová Dios. Adicionalmente, rogaron a Jehová Dios que perdonase sus pecados pasados y que no los tratase de acuerdo a sus acciones pasadas. Estaban dispuestos a no involucrarse más en la maldad y actuar según las instrucciones de Jehová Dios, para nunca más enfurecer a Jehová Dios. Su arrepentimiento fue sincero y profundo. Vino de las profundidades de sus corazones y no fue fingido, ni tampoco temporal”.
Podemos ver en este pasaje que el verdadero arrepentimiento no solo es que podemos admitir nuestros pecados y malas acciones, también debemos entender la actitud de Dios hacia los pecados del hombre y conocer la raíz y el daño del pecado. Solo de esta manera somos capaces de tener el verdadero temor de Dios, lamentarnos de nuestra rebeldía y odiar verdaderamente nuestros pecados, no volveremos a andar por el camino viejo, sino que podemos arrepentirnos y nacer de nuevo, solo así es el verdadero arrepentimiento. Solo cuando nos arrepintamos verdaderamente, podremos recibir la misericordia de Dios.
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
No hay comentarios:
Publicar un comentario