jueves, 30 de septiembre de 2021
Lectura del día | Fragmento 28 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I"
El Señor Jesús dijo que regresará; así pues, cuando regrese en los últimos días, ¿por qué medio se aparecerá a la gente?
miércoles, 29 de septiembre de 2021
Noticias del arrebatamiento: ¿Qué significa en realidad Arrebatamiento?
Wang Lan es una colaboradora importante de una iglesia local. Al ver que Jesucristo no regresaba en el año 2000, la fe y el amor de muchos hermanos y hermanas se enfrió, y desde entonces no asistían a las reuniones. Aunque ella predicaba y trabajaba en todos los sitios por cortesía, la verdad es que en el fondo de su corazón estaba extremadamente perpleja. Jesucristo no vino en el 2000 a arrebatarlos. ¿Se debía a que el Señor no había venido o porque estaban yendo por el camino equivocado y el Señor los abandonó? Ella no lo sabía. Es más, ni se atrevía a exponer estas dudas. …
La colaboradora Li Hua siempre estaba activa y era una entusiasta. Y sin embargo, durante todo este tiempo no había acudido a las reuniones. Por la tarde, Wang Lan y Liu Yun visitaron juntas a Li Hua.
Llamaron a la puerta de Li Hua. Li Hua apareció algo demacrada. Tras intercambiar unos saludos, Li Hua habló en confianza de sus sentimientos más íntimos: “Hermana Wang, hermana Liu, no quiero perderme las reuniones, pero conocéis perfectamente la situación de la iglesia hoy por hoy. A nuestra iglesia le falta por completo la presencia del Señor. Ya no soy capaz de sentir el liderazgo del Señor. Incluso si voy a las reuniones, oiré los mismos sermones viejos. Sería mejor que me quedase en casa a pensar a solas: ¿Por qué nos falta la presencia y la guía del Señor? A lo largo de todo este tiempo me lo he estado preguntando. En mi opinión, es como si hubiésemos seguido al hombre, tomado el camino equivocado, y hubiésemos sido abandonados por el Espíritu Santo. De lo contrario, según el camino de búsqueda del hermano Lin, deberíamos estar cada vez más transformados y sentirnos cada vez más seguros. Es más, la iglesia ahora no debería estar tan desolada. ¿No opináis lo mismo?
Las palabras de Li Hua tocaron la fibra de Wang Lan y Liu Yun. La verdad es que estas dudas eran las que les habían preocupado en sus casas. Inesperadamente, Li Hua sacó el tema ese día. Liu Yun miró a Wang Lan y luego dijo con firmeza: “Cierto. Yo también pienso que nuestra iglesia local hace mucho que ha perdido la obra del Espíritu Santo. ¿En qué lugar de la tierra estará el Espíritu Santo trabajando ahora? ¿Se supone que debemos salir en buscar de la obra del Espíritu Santo? No es bueno quedarse sentado y esperar pasivamente la llegada de la muerte. Como colaboradoras de la iglesia, deberíamos ser responsables de las vidas de nuestros hermanos y hermanas. La Biblia dice: ‘Las débiles no habéis fortalecido, la enferma no habéis curado, la perniquebrada no habéis vendado, la descarriada no habéis hecho volver, la perdida no habéis buscado’ (Ezequiel 34:4). Hemos fracasado en nuestro cometido. Cuando llegue la hora, ¿cómo podremos rendirle cuentas al Señor?”
Las palabras de Liu Yun atravesaron el corazón de Wang Lan como una cuchilla. Wang Lan asintió y dijo: “De hecho, durante todo este tiempo, he estado estudiando las profecías en la Biblia acerca del regreso del Señor. Vi que las profecías ya se han cumplido. Si ese es el caso, ¿demuestra eso que el Señor ha vuelto? ¿Significa que otras iglesias han sido arrebatadas primero, pero nosotros no?” Al oír las palabras de Wang Lan, Li Hua pareció emocionarse un poco. Dijo emocionada: “Creo que es posible. Si otras iglesias de verdad han sido arrebatadas, demuestra que la nuestra ha ido por el camino equivocado y el Señor la ha abandonado. Entonces, ¿dónde aparece ahora el Señor para obrar?” Wang Lan continuó diciendo: “Basándonos en las profecías de la Biblia, hay dos posibles maneras para el regreso del Señor. Una es volver en secreto. La otra es aparecer públicamente. Ahora es el final de los últimos días. Puede que el Señor haya descendido en secreto, y aún no lo sabemos. Al igual que cuando Jesucristo obró en una ocasión sobre la tierra: tan sólo una minoría supo reconocerlo y lo siguió. No fue hasta que lo crucificaron y se les apareció públicamente a los hombres tras Su resurrección, que más gente supo que Él era el Mesías anunciado”.
Las tres hermanas abrieron sus corazones audazmente. Mantuvieron una conversación entre ellas. Cuanto más discutían el tema, más claro lo tenían.
Liu Yun: Hermana Wang, estoy completamente de acuerdo con tu interpretación. Puede que el Señor realmente haya vuelto. Si no lo buscamos, seremos eliminados.
Li Hua: Si eso es el caso, no deberíamos quedarnos sentados y esperar la muerte con pasividad. Deberíamos salir y buscar los pasos de la obra de Dios. Y sin embargo, ¿dónde buscarlos?
Wang Lan: Jesucristo dijo que volvería. Se hizo carne, y luego se encarnará como el Hijo del Hombre para obrar sobre la tierra cuando regrese. Sus palabras pueden demostrarlo. Dijo: “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). Creo que ‘el Hijo del Hombre’ aquí tiene que referirse a Dios encarnado. Si Dios no se hace carne para llevar a cabo Su obra, ¿cómo puede sufrir mucho y ser rechazado por esta Era? En el Apocalipsis también se profetiza: “Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candelabros de oro; y en medio de los candelabros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro” (Apocalipsis 1:12-13). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7). Como puede verse, cuando Dios regrese en los últimos días, se encarnará como el Hijo del Hombre y les hablará a las iglesias. Jesucristo también dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, […]” (Juan 10:27). Por lo tanto, deberíamos ser vírgenes sabias, que buscan la voz de Dios. Donde esté lo que el Espíritu les dice a las iglesias, allí estará la voz de Dios. Cuando encontremos la voz de Dios y aceptemos Su obra, seremos arrebatados. El arrebatamiento, tal como yo lo entiendo, es aceptar al Hijo del Hombre encarnado y presentarse ante Dios. Eso es el arrebatamiento. Si no aceptamos el regreso del Señor, seremos abandonados y no seremos arrebatados.
Liu Yun: ¡Tienes razón! Es muy probable que el Señor vuelva a la tierra como el Hijo del Hombre a través de la encarnación para llevar a cabo Su obra. Aceptar al Hijo encarnado del Hombre es en verdad ser arrebatado. Deberíamos ser vírgenes sabias y buscar la voz de Dios. Sólo si encontramos a Dios y aceptamos Su nueva obra, habremos sido realmente arrebatados.
Li Hua: Tus palabras han sido iluminadas por el Espíritu Santo. Ahora conocemos el verdadero significado del arrebatamiento. Significa que el Señor vendrá a la tierra para cuidar de nosotros. Cuando oigamos Su voz, nos volveremos ante Él. Estaremos arrebatados. Está de pie en el aire y nos lleva al cielo; es totalmente la idea e imaginación del hombre. Es insostenible.
Wang Lan: Según la profecía en el Apocalipsis, la iglesia de Filadelfia será arrebatada cuando llegue el Señor. Y también dice en Apocalipsis 3:12-13: “Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. “y mi nombre nuevo”. que se menciona aquí, tiene que significar que el Señor tendrá un nuevo nombre cuando regrese. La iglesia que será capaz de oír la voz de Dios y acepte Su nuevo nombre, es la Iglesia de Filadelfia. Es la única iglesia que en verdad será arrebatada. Aquellos que acepten el regreso del Señor, son los que habrán recibido el arrebatamiento y los que lo festejarán. Aquellos que no puedan oírle o aceptar Su nuevo nombre, serán abandonados. Así es como debería ser.
Tras el debate, la tristeza de Wang Lan se desvaneció. A sus ojos, el tema debatido durante aquella tarde había sido inspirado por el Espíritu Santo. Ahora conocía el verdadero significado del arrebatamiento y entendió que lo que ella había entendido en el pasado por el arrebatamiento, en realidad era su propia idea e imaginación, que no se correspondía para nada con los hechos reales. Sin embargo, dejando a un lado el entusiasmo, surgió otra confusión entre ellas: ¿Qué debían hacer para ser vírgenes sabias, seguir los pasos del Cordero y asistir a la celebración del banquete del Cordero, para no ser rechazadas por el Señor?
(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)
Fuente: Estudiar la Biblia
Para conocer más: La verdad del rapto
Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.
¿Pueden entrar en el reino de los cielos los que sólo aceptan al Señor Jesús pero no la obra y aparición de Su segunda venida?
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Reflexión del evangelio de hoy: ¿Pueden entrar en el reino de los cielos los que sólo aceptan al Señor Jesús pero no la obra y aparición de Su segunda venida?
Al oír a alguien testificar que el Señor ha vuelto y ha expresado la verdad y ha hecho una nueva obra de salvar y purificar a la gente, algunas personas se niegan a aceptar esta nueva obra, porque piensan que gracia a la salvación y el perdón del Señor Jesús podrán ser arrebatadas directamente al reino de los cielos cuando Él venga. ¿Es este punto de vista coherente con la Palabra de Dios? Leamos lo que dice la Palabra de Dios.
Dios dice: “Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios”.
“Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida”.
Las palabras de Dios nos dicen claramente que después de habernos creído en el Señor solo conseguimos el perdón de los pecados, pero todavía no estamos libres de la esclavitud de la naturaleza pecaminosa. Así como todavía podemos discutir y enojarnos con otros cuando no estamos de acuerdo con ellos; todavía tenemos celos de aquellos que son mejores que nosotros; todavía buscamos el dinero y deseos carnales, y así sucesivamente. Es obvio que a menudo vivimos en el pecado sin ser capaces de librarnos de él. Dios es santo, y a los impuros no se les permite entrar en el reino de los cielos, entonces ¿cómo es posible que estemos cualificados para entrar en él? Por esta razón, el Señor prometió venir de nuevo a expresar la verdad y a hacer una etapa de obra de jugar y purificar a la humanidad en los últimos días, a fin de resolver completamente la raíz de su pecado, de que pudiera ser purificada y entrar en el reino de los cielos. Así pues, aceptar la obra de juicio del regreso del Señor es la única manera en que entramos en el reino celestial. Si aceptamos la obra del Señor Jesús, no la de juicio y purificación de Dios en los últimos días, estamos rechazando Su salvación en los últimos días, y perderemos la oportunidad de ser purificados del pecado y de entrar en el reino de los cielos.
Para conocer más: Quiénes entrarán al reino de Dios
martes, 28 de septiembre de 2021
¿A quiénes protege Dios en medio del desastre?
Ahora la epidemia en Perú se vuelve cada vez más grave, mueren muchas personas cada día, ¿te preocupas por la seguridad de tu familia?
Quizás dirías que mientras oremos al Señor Jesús y tengamos fe en Él, nos guardará. Pero, ¿es éste realmente el caso? Todos sabemos que algunos creyentes han muerto en los desastres, ¿por qué Dios no los guardó? ¿Acaso es que no habían orado al Señor ni habían tenido fe en Él? Así pues, ¿qué clase de personas son protegidas por Dios en el desastre?
Lean el siguiente artículo para conocer los detalles.
Por Junying
¿Qué es la salvación? La salvación viene de Dios. La salvación de Dios está preparada para salvar a la humanidad y desborda el gran amor y la misericordia de Dios por la humanidad. El hecho de que podamos recibir la salvación de Dios está directamente relacionado con el hecho de que seamos salvados y entremos en el reino de los cielos. ¡Comprendamos la salvación de Dios a partir de Su obra y busquemos cómo obtenerla!
La salvación de Dios para la humanidad en la Era de la Ley
En el principio, Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas. Después de que todo quedara establecido, Él creó a Adán y Eva, los progenitores de los seres humanos. Dios los puso en el jardín del Edén y vivieron felices bajo Su protección. Sin embargo, la serpiente los tentó para que traicionaran a Dios y tras hacerlo acabaron expulsados del jardín del Edén y arrojados a una vida de enfermedad, envejecimiento y muerte. Desde entonces, la humanidad se volvió cada vez más corrupta y cayó en tal maldad y depravación que Dios desató un gran diluvio para aniquilar a todos los seres humanos de ese tiempo, y sólo permitió que ocho miembros de la familia de Noé sobrevivieran. Después de aquello, la humanidad continuó sobreviviendo y reproduciéndose en la tierra, pero la gente de aquella época sólo era consciente de su comida y su techo y de toda la gracia que Dios les había concedido. No sabían cómo ser buenas personas, cómo vivir en la tierra, de dónde venían los seres humanos o cómo adorar o venerar a Dios. La gente así no tenía la habilidad de glorificar o exaltar a Dios y eran totalmente incapaces de cumplir la voluntad de Dios. Por eso Dios inició Su obra de gestión para la salvación de la humanidad. Jehová Dios usó a Moisés para dictar Sus mandamientos y la ley para guiar la vida de la humanidad en la tierra. Por ejemplo, observar el Sabbat, honrar a los padres, no adorar ídolos y no cometer adulterio ni robar. También estableció regulaciones para los sacrificios de personas, para la comida, la recompensa por el robo, así como para la matanza de animales. Cualquiera que violara las leyes de Dios sería quemado o apedreado hasta la muerte, pero si guardaba las leyes y los mandamientos de Jehová, sería bendecido por Él. Jehová Dios contuvo a los seres humanos por medio de Sus mandamientos y leyes; esto guio a la gente a vivir en la tierra de una manera apropiada y ordenada, lo cual les permitió actuar de acuerdo con las normas y saber que debían adorar al único Dios; esta fue la salvación de Dios en la Era de la Ley. Al presentarse ante Dios, escuchar las palabras de Jehová, cumplir Sus leyes y mandamientos y adorar devotamente a Jehová, las personas podían ser salvadas y bendecidas por Dios y obtener la salvación de Dios en la Era de la Ley.
La salvación de Dios para la humanidad en la Era de la Gracia
A finales de la Era de la Ley la gente se volvió cada vez más corrupta y pocos cumplían ya con la ley y los mandamientos. Estaban haciendo muchas cosas que ofendían el carácter de Dios, tales como adorar ídolos, cometer adulterio, idear planes malvados, robar y hurtar y ser codiciosos y corruptos. Incluso usaban palomas, reses y ovejas cojas y ciegas como sacrificios para Dios. Dios es justo y santo, así que ese tipo de comportamiento por parte de la gente inevitablemente condujo a su muerte según lo determinado por la ley, pues ofendían el carácter de Dios. Sin embargo, Dios ama a la humanidad y no quiere destruir a todos los hombres, así que se hizo personalmente carne para venir a la tierra. El Señor Jesús encarnado concluyó la Era de la Ley y comenzó la Era de la Gracia; Él expresó el camino del arrepentimiento, proporcionando a la humanidad un nuevo sendero de práctica. Él enseñó a la gente a perdonar y ser tolerante, a amar a sus enemigos y perdonar a los demás setenta veces siete. El Señor Jesús también sanó a los enfermos y expulsó a los demonios; realizó todo tipo de milagros y, mientras la gente se confesara con sinceridad, el Señor Jesús perdonaba sus pecados con Su gran tolerancia y paciencia. Finalmente, el Señor Jesús fue clavado en la cruz como una ofrenda permanente por los pecados de la humanidad. Él cargó con todos los pecados de la humanidad y de esa manera llevó a cabo la obra de redención de la Era de la Gracia. Esta fue la salvación que le trajo Dios a la humanidad en la Era de la Gracia. Al aceptar la salvación del Señor Jesús, al orar en Su nombre y al confesar y arrepentirnos ante el Señor, nuestros pecados pueden ser redimidos y podemos disfrutar de la paz y el gozo que Dios nos ha concedido. En eso consiste obtener la salvación de Dios en la Era de la Gracia.
La salvación de Dios para la humanidad en los últimos días
El Señor Jesús nos redimió, permitiendo que nuestros pecados fueran perdonados. Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa no ha sido eliminada. Nuestro carácter satánico, nuestra naturaleza arrogante y engreída, egoísta y despreciable, retorcida y tramposa, malvada y codiciosa, siniestra y maliciosa, todavía está profundamente arraigada en nosotros. Dominados por este carácter satánico, todavía pecamos y nos oponemos a Dios sin quererlo. Por ejemplo, a menudo nos involucramos en conflictos e intrigas sólo por nuestro propio beneficio e incluso perdemos la confianza en nuestros seres queridos. Cuando nos enfrentamos a enfermedades, calamidades o peligros, culpamos y malinterpretamos a Dios. Incluso tratamos de oponernos y razonar con Él. Carecemos por completo de obediencia. Jehová Dios dijo: “[…] Seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45). El Señor Jesús dijo: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). Dios es santo, y ningún pueblo manchado puede entrar en Su reino. Estamos cubiertos de inmundicia; somos corruptos e injustos, indignos de ver el rostro de Dios o de entrar en Su reino. Está escrito en la Biblia: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Así nos damos cuenta de que, si no somos capaces de deshacernos de las ataduras y restricciones del pecado y continuamos pecando a menudo y a sabiendas, nos estaremos oponiendo a Dios a causa de nuestros pecados y por tanto seremos destruidos por Él.
Sin embargo, las palabras de Dios dicen: “Sin embargo, la obra realizada por Dios es diferente. Como creó al hombre, lo guía; como lo salva, lo hará de manera concienzuda y lo ganará por completo; como dirige al hombre, lo llevará al destino adecuado; y como creó al hombre y lo gestiona, debe asumir la responsabilidad por el sino y la perspectiva del ser humano. Esta es, precisamente, la obra realizada por el Creador” (‘Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso’ en “La Palabra manifestada en carne”). Dios creó a la humanidad y quiere ganar al hombre por completo. Ya que está salvando a la humanidad, quiere apartarla por completo de las garras de Satanás. Por eso Dios ha preparado la salvación de los últimos días para nosotros. Tal como está escrito en la Biblia: “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5). “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Hebreos 9:28). “Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en espíritu, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:13). Las palabras de Dios dicen: “Los pecados del hombre fueron perdonados, y esto es gracias a la obra de crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en su viejo carácter satánico corrupto del pasado. Así pues, el hombre debe ser completamente salvado de su carácter satánico corrupto para que su naturaleza pecadora le sea completamente extirpada y no se desarrolle más, permitiendo, así, que el carácter del hombre se transforme. Esto requeriría que el hombre entendiera la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También requeriría que el hombre actuara de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y pueda ser conforme a la voluntad de Dios, despojarse de su carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, emergiendo, así, totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de estas palabras entendemos que el regreso del Señor Jesús en los últimos días tiene como fin concedernos el camino de vida adecuado para que podamos entender toda la verdad y el sendero que lleva a la purificación de nuestro corrupto carácter satánico, para así deshacernos de las ataduras y restricciones de nuestro carácter corrupto. Sólo de esta manera nos será posible convertirnos en personas que cumplan con la voluntad de Dios, que logren la salvación de Dios y estén calificadas para entrar en Su reino. Esta es la salvación que Dios ha preparado para nosotros en los últimos días.
¿Qué obra hace principalmente Dios de los últimos días? El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). “Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo” (Juan 5:22). “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Dios nos ha dicho claramente que Dios de los últimos días pronunciará más palabras y hará la obra de juicio para guiarnos a entrar en toda verdad. Si aceptamos la salvación del Dios de los últimos días, entendemos todos los aspectos de la verdad, encontramos la senda para que nuestros pecados sean purificados y además actuamos de acuerdo con los requerimientos de Dios y el camino que Él nos señala, seremos capaces de liberarnos de nuestro carácter corrupto y satánico, de ser purificados y obtener la salvación de Dios. ¡Sólo así se obtiene la salvación total de Dios! Ojalá todos seamos vírgenes prudentes que siguen verdaderamente la voz de Dios y, cuando oigamos que alguien está dando testimonio de que Dios está pronunciando palabras y llevando a cabo la obra de juicio, no la rechacemos ciegamente. En cambio, debemos tratarla con cautela y buscarla e investigarla proactivamente para discernir si es realmente la obra de Dios, si contiene expresiones de la verdad. ¡Esa es la única manera de dar la bienvenida al regreso del Señor Jesús y obtener la salvación de Dios de los últimos días!
Leer más: Reflexiones Cristianas
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El Señor Jesús fue crucificado para salvar y redimir a la humanidad
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Mensajes Bíblicos: El Señor Jesús fue crucificado para salvar y redimir a la humanidad
“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:17).
¿Conoces el significado de «salvar» y «redimir»? Salvar significa la salvación, redimir es entregar la vida de una persona a cambio de la humanidad que vive bajo las manos de Satanás. El Hijo de Dios, el Señor Jesús, no tenía ningún pecado, no obstante, redimió a la humanidad corrupta a costa de la muerte y perdonó sus pecados. Así pues, lo que hizo el Señor Jesús fue la obra de la redención.
Dios Todopoderso dice: “Sin la redención de Jesús, los hombres habrían vivido por siempre en el pecado y se habrían vuelto los hijos del pecado, los descendientes de los demonios. De continuar así, toda la tierra se habría convertido en el sitio donde habita Satanás, el lugar de su morada. Sin embargo, la obra de la redención requería brindar misericordia y bondad a la humanidad. Sólo así los humanos podían recibir el perdón y, al final, ganarse el derecho a que Dios los hiciera completos y los obtuviera plenamente. Sin esta etapa de la obra, el plan de gestión de seis mil años no habría podido avanzar. Si Jesús no hubiera sido crucificado, si solamente hubiera sanado a los enfermos y exorcizado a los demonios, las personas no podrían haber sido perdonadas completamente por sus pecados. En los tres años y medio que Jesús pasó haciendo Su obra en la tierra, completó sólo la mitad de Su obra de redención. Luego, al ser clavado en la cruz y al convertirse en la semejanza de la carne pecadora, al ser entregado al malvado, Él completó la obra de la crucifixión y dominó el destino de la humanidad. Sólo después de ser entregado en las manos de Satanás, redimió a la humanidad. Durante treinta y tres años y medio sufrió en la tierra, lo ridiculizaron, lo difamaron y lo abandonaron, incluso al punto en el que no tenía un lugar donde posar Su cabeza, ningún lugar para descansar; luego fue crucificado y todo Su ser, un cuerpo inmaculado e inocente, fue clavado en la cruz y padeció todo tipo de sufrimientos. Quienes estaban en el poder se burlaron de Él y lo flagelaron e incluso los soldados escupieron en Su rostro; sin embargo, Él permaneció en silencio y soportó hasta el final, sometiéndose incondicionalmente hasta la muerte, con la cual redimió a toda la humanidad. Sólo entonces se le permitió descansar. La obra que Jesús llevó a cabo representa únicamente la Era de la Gracia, no representa la Era de la Ley ni sustituye a la obra de los últimos días. Esta es la esencia de la obra de Jesús en la Era de la Gracia, la segunda era por la que la humanidad ha pasado: la Era de la Redención”.
De estas palabras, se ve la importancia de la obra de la crucifixión del Señor Jesús. Sin la redención del Señor Jesús, la gente que vivía bajo la ley cometería más y más pecados, no tendría suficiente ofrenda para redimir sus pecados, e inevitablemente, sería ejecutada y condenada por las leyes, nadie podría sobrevivir. Por lo tanto, Dios se hizo carne personalmente, soportó el sufrimiento, cargó los pecados del hombre y fue crucificado para completar la obra de redención, por fin redimió a toda la humanidad de Satanás. Como resultado, la gente sobrevivió confiando en la ofrenda del pecado del Señor Jesús, y podía orar e invocar directamente a Dios y disfrutar de Su abundante gracia y suministro. Tal como dijo el Señor Jesús: “Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
Para conocer más: Cómo se obtiene la salvación
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lunes, 27 de septiembre de 2021
La clave de acoger el regreso del Señor es escuchar Su voz
¿Sabes? Hay un grupo de vírgenes prudentes han oído la voz de Dios y han acogido el regreso del Señor. Al ver esta noticia, ¿te sientes confundido y sin saber qué tiene que ver oír la voz de Dios con acoger al Señor? Leamos algunos versículos y las palabras de Dios para aclarar esta pregunta.
Palabra de Dios para hoy | Fragmento 526 | "Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio"
domingo, 26 de septiembre de 2021
¿Cómo reconoció al Señor la mujer samaritana?
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Reflexiones cristianas cortas: ¿Cómo reconoció al Señor la mujer samaritana?
Hay una persona no tuvo muchos conocimientos sobre las Escrituras, pero pudo reconocer al Señor Jesús como el Mesías venidero. Ésta es la mujer samaritana. ¿Quieres saber las causas por las que pudo reconocer al Señor?
El misterio acerca de que el Señor Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre
predicación cristiana:¿Por qué el Señor Jesús llamaba Padre a Dios en el cielo?
En el pasado, vi la Biblia grabada, “Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo amado en quien me he complacido’” (Mateo 3:16-17). Además, Jesucristo solía decir “Dios el Padre” mientras oraba. Por lo tanto, creía firmemente que Dios era el Padre en el cielo y que Jesucristo era solo el Hijo de Dios. Pero más tarde, leí las palabras de Jesucristo: “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Y está escrito en la Escritura: “Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesucristo le dijo: ‘¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?’” (Juan 14:8-10). Entonces me sentí muy confundido en mi corazón: el Dios en el cielo dijo que Jesucristo era su Hijo amado. Además, Jesucristo llamó a Dios en el cielo Padre en sus oraciones. Sin embargo, Jesucristo dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; [...] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9-10). “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Entonces, ¿Jesucristo es realmente el Hijo o el Padre? Normalmente, el Hijo es el Hijo y el Padre es el Padre. ¿Cómo pueden convertirse en uno? Con esta complicación, les pregunté a muchos hermanos y hermanas del Señor, incluidos a pastores, ancianos y predicadores. Todos dijeron que era un gran misterio para que el hombre no pudiera explicarlo claramente por nuestra mente. Como consecuencia, esta duda, estuvo en mi mente muchos años.
Esta duda estuvo en mí hasta que un día, leí un pasaje en un libro espiritual que me había dado un amigo mío, “Cuando Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre al orar, solo lo hacía desde la perspectiva de un hombre creado, solo porque el Espíritu de Dios se había vestido con la carne de un hombre ordinario y normal y tenía el envoltorio exterior de un ser creado. Incluso si dentro de Él estaba el Espíritu de Dios, Su apariencia externa seguía siendo la de un hombre normal; en otras palabras, había pasado a ser el ‘Hijo del hombre’ del que todos los hombres, incluido el propio Jesús, hablaban. Dado que es llamado el Hijo del hombre, Él es una persona (sea hombre o mujer, en cualquier caso una con el caparazón exterior de un ser humano) nacida en una familia normal de personas ordinarias. Por tanto, que Jesús llamara a Dios en el cielo por el nombre de Padre era igual a cuando vosotros lo llamasteis Padre al principio; Él lo hizo desde la perspectiva de un hombre creado. ¿Recordáis todavía la oración del Señor que Jesús os enseñó para memorizar? ‘Padre nuestro que estás en los cielos…’. Él pidió a todos los hombres que llamaran a Dios en el cielo por el nombre de Padre. Y como Él también lo llamaba Padre, lo hacía desde la perspectiva de uno que está en igualdad de condiciones con todos vosotros. Como llamasteis a Dios en el cielo por el nombre de Padre, esto muestra que Jesús se consideraba en igualdad de condiciones que todos vosotros, como un hombre escogido por Dios (es decir, el Hijo de Dios) sobre la tierra. Si llamáis a Dios Padre, ¿no es porque sois un ser creado? Por muy grande que fuera la autoridad de Jesús en la tierra, antes de la crucifixión, Él era simplemente un Hijo del hombre, dominado por el Espíritu Santo (es decir, Dios), y uno de los seres creados de la tierra, porque aún tenía que completar Su obra. Así pues, que llamara Padre a Dios en el cielo, era únicamente por Su humildad y obediencia. Que se dirigiera a Dios (es decir, al Espíritu en el cielo) de esa manera no demuestra, sin embargo, que Él fuera el Hijo del Espíritu de Dios en el cielo. Más bien, Su perspectiva era sencillamente diferente, no es que Él fuera una persona distinta. ¡La existencia de personas diferentes es una falacia! Antes de Su crucifixión, Jesús era un Hijo del hombre sujeto a las limitaciones de la carne, y Él no poseía la plena autoridad del Espíritu. Por esta razón, Él sólo podía buscar la voluntad de Dios Padre desde la perspectiva de un ser creado. Es como cuando oró tres veces en Getsemaní: ‘No sea como yo quiero, sino como tú quieras’. Antes de que lo pusieran en la cruz, Él no era más que el Rey de los judíos; Él era Cristo, el Hijo del hombre, y no un cuerpo de gloria. Esa es la razón por la que, desde el punto de vista de un ser creado, llamaba Padre a Dios” (“¿Existe la Trinidad?”).
Estas palabras me iluminaron de inmediato y la duda que tantos años estuvo en mi mente finalmente se resolvió. Resultó que Jesucristo era el Espíritu de Dios revistiéndose de carne para convertirse en el Hijo del hombre. Tenía la apariencia exterior de un ser creado y vivía como un hombre normal. Cuando Jesucristo oró a Dios el Padre, lo hizo desde la perspectiva de un ser creado. Al igual que cuando Jesucristo nos enseñó a memorizar el Padrenuestro, “Padre nuestro que estás en el cielo…”, también nos pidió que llamemos a Dios en el cielo con el nombre de Padre. Según mi pensamiento, porque Jesucristo llamó a Dios en el cielo con el nombre de Padre, concluimos que Jesucristo no era el mismo Dios sino el Hijo del Espíritu de Dios; al que también llamamos Dios en el cielo, por el nombre de Padre, ¿podemos decir que somos hijos del Espíritu de Dios? ¡Qué absurdo fue mi pensamiento! Jesucristo es Dios mismo, sin embargo, podría llamar a Dios en el cielo con el nombre de Padre desde la misma perspectiva de un ser creado y buscar la voluntad de Dios el Padre. Revela por completo la esencia humilde y oculta de Dios. Sin embargo, no solo no tenía conocimiento de la esencia humilde de Dios, sino que también desarrollé nociones al llamar al Señor "Dios el Padre" mientras rezaba. ¡Qué ignorante era!
Luego leí estas palabras siguientes: “Todavía están los que dicen: ‘¿No declaró Dios expresamente que Jesús era Su Hijo amado?’. Jesús es el Hijo amado de Dios, en quién Él se regocija grandemente; esto ciertamente fue dicho por Dios mismo. Eso fue Dios dando testimonio de sí mismo, pero simplemente desde una perspectiva diferente, la del Espíritu en el cielo dando testimonio de Su propia encarnación. Jesús es Su encarnación, no Su Hijo en el cielo. ¿Entiendes? ¿No indican las palabras de Jesús, ‘Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí’ que Ellos son un Espíritu? ¿Y acaso no se debe a la encarnación que Ellos fueran separados entre el cielo y la tierra? En realidad, siguen siendo uno; sin importar lo que digan, es simplemente Dios dando testimonio de sí mismo. […] Pero en esos tiempos, el Espíritu en el cielo solo declaró que Él era el Hijo amado de Dios, y no mencionó que fuese el único Hijo de Dios. Esto simplemente no ocurrió. ¿Cómo podría Dios tener un único hijo? Entonces ¿no se habría hecho hombre Dios? Como Él era la encarnación, se le llamó el Hijo amado de Dios y, a partir de esto, llegó la relación entre Padre e Hijo” (“¿Existe la Trinidad?”).
Después de leer esto, fui aún más consciente de que cuando el Espíritu en el cielo llamó a Jesús su Hijo amado, Dios presenció su carne encarnada desde la perspectiva del Espíritu. Ese fue Dios dando testimonio de sí mismo. Sin embargo, cuando Jesucristo llamó a Dios en el cielo con el nombre de Padre, llamó al Espíritu de Dios desde la perspectiva de la carne. Pero no pudo probar que Jesucristo era el Hijo del Espíritu de Dios en el cielo. En el tiempo del Nuevo Testamento, Dios encarnado vino a hacer la obra de la crucifixión y la redención. Él tomó los pecados de la humanidad como ofrenda por el pecado. Como el Espíritu de Dios no es apropiado para ser crucificado directamente, solo el Espíritu de Dios asumiendo la carne y viniendo a la tierra es el más adecuado para terminar el trabajo. Como la encarnación del Espíritu de Dios, Jesucristo hizo la obra de Dios mismo. Lo que Jesucristo expresó fue la voluntad del Espíritu. La carne y el Espíritu de Dios son uno y tienen la misma esencia, disposición, sabiduría y omnipotencia. Existe el único Dios verdadero en el cielo y en la tierra. No pude evitar recordar lo que Jesucristo dijo una vez: “El más importante es: ‘Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es’” (Marcos 12:29). Jesucristo enfatizó específicamente este mandamiento sólo para hacernos saber que Dios es único; es decir, hay un solo Dios y solo un Espíritu de Dios. Ciertamente, no hay una relación Padre-Hijo de la que hablar. Pensemos cuidadosamente: ¿Por qué podríamos producir la concepción del Padre y del Hijo? En último análisis, se debió al hecho de que no conocemos al Dios encarnado. Cuando estudiaba la Biblia, descubrí que no había estas declaraciones sobre el Padre y el Hijo en la era de la ley del Antiguo Testamento. La gente en ese momento no tenía la concepción del Padre y el Hijo. De hecho, la gente comenzó a desarrollar esta concepción después de que Jesucristo se hizo carne para hacer su trabajo, incluso a Felipe, que siguió al Señor Jesús. Entonces le dijo al Señor Jesús: “Señor, muéstranos al Padre". Sin embargo, Jesucristo corrigió su conocimiento erróneo. Él dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; [...] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9-10). Además, Jesucristo dijo una vez: “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Las palabras de Jesucristo hicieron bastante clara la relación entre el Padre y el Hijo, sin embargo, fue solo porque estábamos aturdidos y embotados que solo conocíamos las letras de los versículos pero no sabíamos que Dios estaba dispuesto a hacerlo. ¿No me dijeron las palabras de culpa de Jesucristo hacia Felipe? Según mi propia imaginación, determiné que Dios tenía los aspectos del Padre y del Hijo. Además, lo consideré como el Hijo de Dios en vez de Dios mismo. ¿No negué o blasfemé contra Dios? ¿Podría Dios ser único en mi corazón? ¡Lo que hice fue algo que ofendió severamente la disposición de Dios! Al pensar en eso, no pude evitar sentirme arrepentido y condenado por mi errónea idea. Al mismo tiempo, también le agradecí a Dios por haberme llevado a comprender esta verdad y misterio a partir de estas palabras y trascender mi concepción equivocada.
Ahora finalmente entiendo el significado de las palabras de Jesucristo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; [...] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9-10). “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Mientras tanto, sé que Jesucristo no es el Hijo de Dios en el cielo sino el mismo Dios encarnado en sustancia. Gracias a Dios por iluminarme para comprender el gran misterio. ¡Gloria a Dios!
Fuente: Estudiar la Biblia
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