jueves, 30 de septiembre de 2021

Lectura del día | Fragmento 28 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I"


Lectura del día | Fragmento 28 | "La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo I"

Dios convierte el arco iris en símbolo de Su pacto con el hombre

(Génesis 9:11-13) Yo haré Mi pacto con vosotros, ninguna carne será cortada nunca más por las aguas de una inundación; ni habrá una inundación nunca más que destruya la tierra. Y Dios dijo: Este es el signo del pacto que hago entre Yo y vosotros y cada criatura viviente que esté con vosotros, por generaciones perpetuas. Pongo Mi arcoíris en las nubes, y ese será el signo de un pacto entre Yo y la tierra.

Seguidamente, echemos un vistazo a esta parte de las escrituras sobre cómo hizo Dios el arco iris como símbolo de Su pacto con el hombre.

La mayoría de las personas sabe lo que es un arco iris y ha oído algunas historias relacionadas con él. En cuanto a la historia del arco iris en la Biblia, algunos la creen, algunos la consideran una leyenda, mientras otros no la creen en absoluto. En cualquier caso, todo lo que ocurrió en relación al arco iris son todas las cosas que Dios hizo una vez, y cosas que tuvieron lugar durante el proceso de la gestión del hombre por parte de Dios. Estas cosas se han recogido con exactitud en la Biblia. Estos relatos no nos dicen cuál era el estado de ánimo de Dios en ese momento ni los propósitos subyacentes a estas palabras que Él pronunció. Además, nadie puede apreciar lo que Dios estaba sintiendo cuando las dijo. Sin embargo, el estado anímico de Dios en relación a todo esto se revela entre las líneas del texto. Es como si Sus pensamientos en ese momento saltasen de la página a través de cada palabra y frase de la palabra de Dios.

Los pensamientos de Dios son aquello de lo que deberían preocuparse las personas y lo que deberían intentar llegar a conocer más. Esto se debe a que están estrechamente relacionados con el entendimiento que el hombre tiene de Dios, que es un vínculo indispensable para la entrada del hombre en la vida. ¿Así pues, qué estaba pensando Dios en el momento en que estaban aconteciendo estas cosas?

Originalmente, Dios creó una humanidad que a Sus ojos era muy buena y cercana a Él, pero fue destruida por el diluvio tras rebelarse contra Él. ¿Le dolió a Dios que esa humanidad desapareciese así al instante? ¡Por supuesto que sí! ¿Cuál fue la expresión de este dolor? ¿Cómo se registró en la Biblia? Se registra así: “Yo haré Mi pacto con vosotros, ninguna carne será cortada nunca más por las aguas de una inundación; ni habrá una inundación nunca más que destruya la tierra”. Esta simple frase revela los pensamientos de Dios. Esta destrucción del mundo le dolió mucho. En palabras del hombre, Él estaba muy triste. Podemos imaginar: ¿qué aspecto tenía la tierra, una vez llena de vida, tras ser destruida por el diluvio? ¿Qué aspecto tenía ahora esa tierra que una vez estuvo llena de seres humanos? Ninguna morada humana, ninguna criatura viviente, agua por todas partes y un caos absoluto sobre la superficie del agua. ¿Era aquella escena el propósito original de Dios cuando creó el mundo? ¡Por supuesto que no! El propósito original de Dios era ver vida por toda la tierra, ver los seres humanos que creó adorándole, no sólo que fuese Noé el único en adorarle o el único que respondería a Su llamado para completar lo que había encargado. Cuando la humanidad desapareció, Dios no vio lo que había pretendido originalmente, sino todo lo contrario. ¿Cómo no iba estar dolido Su corazón? Así pues, cuando estaba revelando Su carácter y expresando Sus emociones, Dios tomó una decisión. ¿Qué tipo de decisión tomó? Hacer un arco en las nubes (nota: el arco iris que vemos) como pacto con el hombre, una promesa de que Dios no destruiría de nuevo a la humanidad con un diluvio. Al mismo tiempo, también fue para decirles a las personas que Él había destruido una vez al mundo con un diluvio, para que la humanidad recordase siempre por qué hizo Dios tal cosa.

¿Fue la destrucción del mundo esta vez algo que Dios quiso? Definitivamente no fue algo que Él quisiese. Podríamos ser capaces de imaginar una pequeña parte de la visión deplorable de la tierra tras la destrucción del mundo, pero no podemos acercarnos a imaginar cómo fue la escena a ojos de Dios. Podemos decir que, tanto en el caso de las personas de ahora como en el de las de entonces, nadie puede imaginar o apreciar lo que Dios estaba sintiendo cuando vio esa escena, esa imagen del mundo tras su destrucción por el diluvio. Dios se vio obligado a hacer esto debido a la desobediencia del hombre, pero el dolor que sufrió Su corazón por esta destrucción del mundo a través del diluvio es una realidad que nadie puede comprender ni apreciar. Por ello Dios hizo un pacto con la humanidad, que debía decirles a las personas que recordaran que Dios hizo una vez algo así, y jurarles que Dios no destruiría nunca más al mundo de ese modo. En este pacto vemos el corazón de Dios, vemos que sufría cuando destruyó a la humanidad. En el lenguaje del hombre, cuando Él la destruyó y la vio desaparecer, Su corazón lloraba y sangraba. ¿No es esta la mejor manera en que podemos describirlo? Los seres humanos usan estas palabras para ilustrar las emociones humanas, pero como el lenguaje del hombre es demasiado deficiente, emplearlas para describir los sentimientos y emociones de Dios no me parece tan malo ni tampoco es tan excesivo. Al menos os proporciona un entendimiento muy gráfico, muy acertado, del estado de ánimo de Dios en aquel momento. ¿Qué pensaréis ahora cuando veáis de nuevo un arco iris? Al menos recordaréis que Dios se sintió una vez apenado por destruir el mundo con el diluvio. Recordaréis que, aunque Dios aborreció a este mundo y despreció a esta humanidad, cuando destruyó a los seres humanos que creó con Sus propias manos, Su corazón sufría y luchaba por dejarlo ir, sintiéndose renuente y resultándole difícil de soportar. Halló Su único alivio en la familia de ocho miembros de Noé. La colaboración de este hizo que Sus concienzudos esfuerzos para crear todas las cosas merecieran la pena. En un momento en que Dios estaba sufriendo, esto fue lo único que podía compensar Su dolor. Desde ese momento, Dios depositó todas las expectativas que tenía en la humanidad sobre la familia de Noé, esperando que esta pudiese vivir bajo Sus bendiciones y no bajo Su maldición, esperando que nunca volviesen a ver cómo Dios destruía el mundo mediante un diluvio, y esperando también que no fuesen destruidos.

¿Qué parte del carácter de Dios deberíamos percibir aquí? Dios había despreciado al hombre, porque el hombre estaba en enemistad con Él; pero en Su corazón, Su cuidado, preocupación y misericordia por la humanidad permanecían inmutables. Incluso cuando destruyó a la humanidad, Su corazón permaneció inmutable. Cuando esta estaba llena de corrupción y hasta cierto punto le desobedeció a Dios, Él tuvo que destruirla por Su carácter y Su esencia, y de acuerdo con Sus principios. Pero por Su esencia, Dios siguió compadeciéndose de ella, y hasta quiso usar diversas formas para redimirla, a fin de que continuase viviendo. En su lugar, el hombre se opuso a Dios, siguió desobedeciéndole y se negó a aceptar Su salvación, es decir, se negó a aceptar Sus buenas intenciones. No importa cómo lo llamó Dios, lo recordó, le proveyó, lo ayudó o toleró, el hombre no lo entendía ni lo apreciaba, ni le prestaba atención. En Su dolor, Dios no olvidó extenderle al hombre Su máxima tolerancia, esperando que el hombre volviera. Después de alcanzar Su límite, hizo lo que tuvo que hacer sin dudarlo. En otras palabras, hubo un período de tiempo y un proceso específicos desde el momento en que Dios planeó destruir la humanidad hasta el comienzo oficial de Su obra de destrucción de la misma. Este proceso existió con el propósito de capacitar al hombre para que volviera, y fue la última oportunidad que Dios le dio al hombre. ¿Qué hizo Dios, pues, en este período anterior a la destrucción de la humanidad? Llevó a cabo una cantidad significativa de trabajo de recordatorio y de exhortación. Independientemente del dolor y del pesar que había en Su corazón, Él continuó ejerciendo Su cuidado, Su preocupación y Su abundante misericordia sobre la humanidad. ¿Qué vemos a partir de esto? Indudablemente, que el amor de Dios por la humanidad es real y no algo que sólo se dice de boca para afuera. Es real, tangible y apreciable; no es falso ni está adulterado, ni es engañoso o pretencioso. Dios nunca usa un engaño ni crea falsas imágenes para que las personas vean que es digno de ser amado. Nunca usa el falso testimonio para que las personas vean Su atractivo ni para alardear de Su hermosura y santidad. ¿No son dignos del amor del hombre estos aspectos del carácter de Dios? ¿No son dignos de adorar? ¿No son dignos de estimar? En este punto, quiero preguntaros: Después de oír estas palabras, ¿pensáis que la grandeza de Dios se reduce a simples palabras en una hoja de papel? ¿Es el encanto de Dios meras palabras vacías? ¡No! ¡Sin duda no! La supremacía, la grandeza, la santidad, la tolerancia, el amor de Dios, etc. todos estos aspectos diversos del carácter y la esencia de Dios se ponen en práctica cada vez que Él hace Su obra, encarnada en Su voluntad hacia el hombre, y también cumplida y reflejada en cada persona. Independientemente de que lo hayas sentido antes o no, Dios está cuidando de cada persona de todas las maneras posibles, usando Su corazón sincero, Su sabiduría, y diversos métodos para calentar el corazón de cada persona, y despertar su espíritu. Este hecho es indiscutible.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Si quiere saber más, haga clic aquí: Historias Bíblicas

El Señor Jesús dijo que regresará; así pues, cuando regrese en los últimos días, ¿por qué medio se aparecerá a la gente?


Versículos bíblicos como referencia:

“He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15).

“Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apocalipsis 3:3).

“Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40).

“Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que Él padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).

“Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

“Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y entonces todas las tribus de la tierra harán duelo, y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (Mateo 24:30).

“He aquí, viene con las nubes y todo ojo le verá, aun los que le traspasaron; y todas las tribus de la tierra harán lamentación por Él; sí. Amén” (Apocalipsis 1:7).

Las palabras relevantes de Dios:

Durante varios milenios, el hombre ha anhelado poder presenciar la llegada del Salvador. El hombre ha anhelado contemplar a Jesús el Salvador montado en una nube blanca mientras desciende, en persona, entre aquellos que lo han añorado y anhelado durante miles de años. El hombre ha deseado también que el Salvador regrese y se reúna con ellos; es decir, deseó que Jesús el Salvador, que ha estado separado de la gente miles de años, regrese y lleve a cabo una vez más la obra de redención que Él hizo entre los judíos, que sea compasivo y amoroso con los hombres, que perdone sus pecados y cargue con ellos e incluso que cargue con todas las transgresiones del hombre y lo libre del pecado. Lo que el hombre anhela es que Jesús el Salvador sea el mismo que antes, un Salvador que sea adorable, amable y venerable, que nunca esté airado con el hombre ni le haga reproches, sino que perdone y soporte todos los pecados del hombre y que incluso, como antes, muera en la cruz una vez más por el hombre. Desde que Jesús se marchó, los discípulos que lo siguieron, además de todos los santos que fueron salvos en Su nombre, lo han estado añorando y esperando desesperadamente. Todos aquellos que fueron salvos por la gracia de Jesucristo durante la Era de la Gracia han estado anhelando ese día exultante en el último día, cuando Jesús el Salvador descienda sobre una nube blanca para aparecerse ante todas las personas. Por supuesto, este también es el deseo colectivo de todos aquellos que aceptan el nombre de Jesús el Salvador en el presente. Todo aquel en el universo que sabe de la salvación de Jesús el Salvador ha estado anhelando desesperadamente que Jesucristo llegue repentinamente para cumplir lo que dijo cuando estuvo en la tierra: “Llegaré tal como me fui”. El hombre cree que, después de la crucifixión y la resurrección, Jesús volvió al cielo sobre una nube blanca para ocupar Su lugar a la diestra del Altísimo. De forma parecida, Jesús descenderá de nuevo sobre una nube blanca (esta nube se refiere a la nube sobre la que Jesús cabalgó cuando regresó al cielo) entre aquellos que lo han anhelado desesperadamente durante miles de años, y Él tendrá la imagen y vestimenta de los judíos. Después de aparecerse al hombre, Él le concederá comida y hará que el agua viva brote para él y vivirá en medio de él, lleno de gracia y lleno de amor, vívido y real. Todas esas nociones son lo que cree la gente. Sin embargo, Jesús el Salvador no hizo esto; hizo lo contrario de lo que el hombre concibió. No llegó entre los que habían anhelado Su regreso ni se les apareció a todos los pueblos mientras cabalgaba sobre la nube blanca. Él ya ha llegado, pero el hombre no lo conoce y sigue siendo ignorante de Él. El hombre solamente está esperándolo sin propósito, sin darse cuenta de que Él ya ha descendido sobre una “nube blanca” (la nube que es Su Espíritu, Sus palabras, todo Su carácter y todo lo que Él es) y está ahora entre un grupo de vencedores que Él formará durante los últimos días.

Extracto de ‘El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

Si, como imagina el hombre, Jesús vendrá, seguirá llamándose Jesús durante los últimos días y todavía descenderá en una nube blanca, entre los hombres, con el aspecto de Jesús, ¿no sería esto la repetición de Su obra? ¿Se aferraría el Espíritu Santo a la antigua? Todo lo que el hombre cree son conceptos, y todo lo que el hombre acepta es según el significado literal y acorde con su imaginación; no es conforme a los principios de la obra del Espíritu Santo ni se ajusta a las intenciones de Dios. Él no lo haría así; Dios no es necio y estúpido, y Su obra no es tan sencilla como tú imaginas. De acuerdo con todo lo que el hombre hace e imagina, Jesús llegará en una nube y descenderá entre vosotros. Lo contemplaréis y, Él, cabalgando sobre una nube, os dirá que es Jesús. También veréis las marcas de los clavos en Sus manos y sabréis que es Jesús. Y Él os salvará de nuevo y será vuestro Dios poderoso. Os salvará, os dará un nombre nuevo y una piedra blanca a cada uno de vosotros, tras lo cual se os permitirá entrar al reino de los cielos y ser recibidos en el paraíso. ¿Acaso no son estas creencias los conceptos de los hombres? ¿Obra Dios según los conceptos del hombre o en contra de estos? ¿No proceden todos los conceptos del hombre de Satanás? ¿No ha sido todo el hombre corrompido por Satanás? Si Dios hizo Su obra según los conceptos del hombre, ¿no se convertiría Él en Satanás? ¿No sería Él lo mismo que las criaturas? Al haber sido las criaturas tan corrompidas ya por Satanás que el hombre se ha convertido en su personificación, si Dios obró según las cosas de Satanás, ¿no estaría confabulado con él? ¿Cómo puede el hombre llegar a entender la obra de Dios? Por ello, Dios no obra según los conceptos del hombre ni lo hace como tú imaginas. Están los que afirman que Dios mismo dijo que vendría en una nube. Es verdad que lo dijo, ¿pero sabes que los misterios de Dios son insondables para el hombre? ¿Sabes que el hombre no puede explicar las palabras de Dios? ¿Estás tan seguro, sin ninguna duda, de que fuiste ilustrado e iluminado por el Espíritu Santo? ¿Te lo mostró el Espíritu Santo de un modo tan directo? ¿Son estas las directrices del Espíritu Santo o son tus conceptos lo que te llevó a pensarlo? Afirmaste: “Esto fue dicho por Dios mismo”. Pero no podemos usar nuestros propios conceptos y nuestra mente para medir las palabras de Dios. En cuanto a las palabras de Isaías, ¿puedes explicarlas con completa confianza? ¿Te atreves a explicarlas? Como no te atreves a explicar las palabras de Isaías, ¿por qué osas hacerlo con las de Jesús? ¿Quién es más elevado, Jesús o Isaías? Dado que la respuesta es Jesús, ¿por qué explicas las palabras pronunciadas por Él? ¿Te hablaría Dios de antemano sobre Su obra? Ninguna criatura puede saberlo; ni los mensajeros del cielo ni el Hijo del hombre, ¿cómo lo podrías saber tú?

Extracto de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

La aparición de Dios se refiere a Su llegada a la tierra para hacer Su obra en persona. Con Su propia identidad y carácter, y en la manera que es innata a Él, desciende entre la humanidad para llevar a cabo la obra de comenzar una era y terminar otra. Esta clase de aparición no es una especie de ceremonia. No es una señal, una imagen, un milagro o una especie de visión grandiosa y mucho menos una clase de proceso religioso. Es un hecho real y verdadero que cualquiera puede tocar y contemplar. Esta clase de aparición no es en aras de cumplir un trámite o de una labor a corto plazo, sino que es para una etapa en la obra de Su plan de gestión. La aparición de Dios siempre es significativa y siempre guarda relación con Su plan de gestión. A lo que se le llama “aparición” aquí es completamente diferente a la clase de “aparición” en la que Dios guía, lidera y esclarece al hombre. Cada vez que Él se revela, Él lleva a cabo una etapa de Su gran obra. Esta obra es diferente de la de cualquier otra era. El hombre no la puede imaginar y nunca la ha experimentado. Es una obra que da inicio a una nueva era y termina con la antigua, y es una forma nueva y mejorada de obrar para la salvación de la humanidad; más aún, es una obra que lleva a la humanidad a una nueva era. Esto es lo que significa la aparición de Dios.

Extracto de ‘La aparición de Dios ha dado lugar a una nueva era’ en “La Palabra manifestada en carne”

Ahora ha comenzado la nueva obra de Dios y también es el principio de una nueva era. Dios trae a Su casa a los redimidos para empezar Su nueva obra de salvación. Esta vez, la obra de salvación es más exhaustiva que en tiempos pasados. No se realizará por el Espíritu Santo obrando en el hombre para permitirle cambiar por sí mismo, ni se hará mediante el cuerpo de Jesús apareciendo entre los hombres y mucho menos se hará de otra forma. En cambio, Dios mismo encarnado la realizará y la dirigirá. Lo hace de esta forma para guiar al hombre a la nueva obra. ¿Acaso no es esto algo grande? Dios no realiza esta obra a través de una parte de la humanidad ni de profecías, sino que la realiza Él mismo. Algunos pueden decir que esto no es una gran cosa y que no puede proporcionar éxtasis al hombre. Sin embargo, te diré que la obra de Dios no es simplemente esto, sino algo mucho más grande y bastante más.

Esta vez, Dios viene a hacer la obra, no en un cuerpo espiritual, sino en uno muy corriente. Además, no sólo es el cuerpo de la segunda encarnación de Dios, sino también el cuerpo a través del cual Él regresa a la carne. Es una carne muy corriente. No puedes ver nada que lo haga resaltar entre los demás, pero puedes recibir de Él las verdades que nunca antes se han oído. Esta carne insignificante es la personificación de todas las palabras de la verdad de Dios, la que emprende Su obra en los últimos días y la que expresa todo el carácter de Dios para que el hombre lo entienda. ¿No deseas enormemente ver al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente entender al Dios del cielo? ¿No deseas enormemente ver el destino de la humanidad? Él te contará todos estos secretos que ningún hombre ha sido capaz de contarte y Él te hablará también de las verdades que no entiendes. Él es tu puerta al reino y tu guía a la nueva era. Una carne tan corriente contiene muchos misterios insondables. Sus hechos pueden ser inescrutables para ti, pero el objetivo de toda la obra que Él realiza es suficiente para que veas que Él no es una simple carne como la gente cree. Porque Él representa la voluntad de Dios, así como el cuidado mostrado por Dios hacia la humanidad en los últimos días. Aunque no puedes oír las palabras que Él habla, que parecen sacudir los cielos y la tierra, ni ver Sus ojos como llamas abrasadoras, y aunque no puedes sentir la disciplina de Su vara de hierro, sí puedes oír de Sus palabras la furia de Dios y saber que Él muestra compasión por la humanidad; puedes ver Su carácter justo y Su sabiduría, y darte cuenta, además, de la preocupación que tiene por toda la humanidad. La obra de Dios en los últimos días consiste en permitirle al hombre ver al Dios del cielo vivir entre los hombres sobre la tierra y permitirles que lo conozcan, obedezcan, reverencien y amen. Por esta razón, Él ha regresado a la carne por segunda vez.

Extracto de ‘¿Sabías que Dios ha hecho algo grande entre los hombres?’ en “La Palabra manifestada en carne”

Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta única verdad: Aquel que es Dios encarnado poseerá la esencia de Dios, y Aquel que es Dios encarnado tendrá la expresión de Dios. Puesto que Dios se hace carne, manifestará la obra que pretende llevar a cabo y puesto que se hace carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida y de señalarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios definitivamente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Si el hombre pretende investigar si es la carne encarnada de Dios, entonces debe corroborarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, para corroborar si es o no la carne encarnada de Dios y si es o no el camino verdadero, la persona debe discernir basándose en Su esencia. Y, así, a la hora de determinar si se trata de la carne de Dios encarnado, la clave yace en Su esencia (Su obra, Sus declaraciones, Su carácter y muchos otros aspectos), en lugar de fijarse en Su apariencia externa. Si el hombre sólo analiza Su apariencia externa, y como consecuencia pasa por alto Su esencia, esto muestra que el hombre es ignorante. La apariencia externa no puede determinar la esencia; es más, la obra de Dios jamás puede ajustarse a las nociones del hombre. ¿No contradecía la apariencia exterior de Jesús las nociones del hombre? ¿No eran Su rostro y Sus vestiduras incapaces de proporcionar pista alguna sobre Su verdadera identidad? ¿Acaso los antiguos fariseos no se opusieron a Jesús precisamente porque solo miraron Su aspecto exterior y no se tomaron en serio las palabras de Su boca? Tengo la esperanza de que todos y cada uno de los hermanos y hermanas que buscan la aparición de Dios, no repetirán la tragedia histórica. No debéis convertiros en los fariseos de los tiempos modernos y clavar a Dios de nuevo en la cruz. Deberíais considerar cuidadosamente cómo darle la bienvenida al retorno de Dios y tener claridad acerca de cómo ser alguien que se somete a la verdad. Esta es la responsabilidad de todo aquel que está esperando que Jesús vuelva montado sobre una nube. Deberíamos frotarnos los ojos espirituales para aclararlos y no empantanarnos en palabras de exagerada fantasía. Deberíamos pensar en la obra práctica de Dios y echar un vistazo al aspecto práctico de Dios. No os dejéis llevar demasiado ni os perdáis en fantasías anhelando siempre el día en que el Señor Jesús descienda repentinamente sobre una nube entre vosotros, y os lleve a vosotros, que nunca lo habéis conocido o visto y que no sabéis cómo hacer Su voluntad. ¡Es mejor pensar en asuntos más prácticos!

Extracto de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

No sabéis qué es Dios, qué es Cristo, cómo venerar a Jehová, cómo entrar en la obra del Espíritu Santo ni cómo distinguir entre la obra de Dios mismo y los engaños del hombre. Solo sabes condenar cualquier palabra de la verdad expresada por Dios que no se conforma a tus propios pensamientos. ¿Dónde está tu humildad? ¿Y tu obediencia? ¿Y tu lealtad? ¿Y tu actitud de buscar la verdad? ¿Y tu reverencia a Dios? Os digo, aquellos que creen en Dios por las señales son sin duda la categoría que será destruida. Los que son incapaces de recibir las palabras de Jesús, que ha vuelto a la carne, son sin duda la progenie del infierno, los descendientes del arcángel, la categoría que será sometida a la destrucción eterna. Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese será el momento del final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malos. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando sólo exista la expresión de la verdad. Aquellos que acepten la verdad y no busquen señales, y por tanto hayan sido purificados, habrán regresado ante el trono de Dios y entrado en el abrazo del Creador. Sólo aquellos que persisten en la creencia de que “El Jesús que no cabalgue sobre una nube blanca es un falso Cristo” se verán sometidos al castigo eterno, porque sólo creen en el Jesús que exhibe señales, pero no reconocen al Jesús que proclama un juicio severo y manifiesta el camino verdadero de la vida. Y por tanto, sólo puede ser que Jesús trate con ellos cuando Él vuelva abiertamente sobre una nube blanca. Son demasiado tozudos, confían demasiado en sí mismos, son demasiado arrogantes. ¿Cómo puede recompensar Jesús a semejantes degenerados? El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestro propio camino y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; sólo así os beneficiaréis.

Extracto de ‘En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne”


Las escrituras tomadas de LA BIBLIA DE LAS AMERICAS® (LBLA) Copyright © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation usado con permiso. www.LBLA.com.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Noticias del arrebatamiento: ¿Qué significa en realidad Arrebatamiento?

Wang Lan es una colaboradora importante de una iglesia local. Al ver que Jesucristo no regresaba en el año 2000, la fe y el amor de muchos hermanos y hermanas se enfrió, y desde entonces no asistían a las reuniones. Aunque ella predicaba y trabajaba en todos los sitios por cortesía, la verdad es que en el fondo de su corazón estaba extremadamente perpleja. Jesucristo no vino en el 2000 a arrebatarlos. ¿Se debía a que el Señor no había venido o porque estaban yendo por el camino equivocado y el Señor los abandonó? Ella no lo sabía. Es más, ni se atrevía a exponer estas dudas. …

La colaboradora Li Hua siempre estaba activa y era una entusiasta. Y sin embargo, durante todo este tiempo no había acudido a las reuniones. Por la tarde, Wang Lan y Liu Yun visitaron juntas a Li Hua.

Llamaron a la puerta de Li Hua. Li Hua apareció algo demacrada. Tras intercambiar unos saludos, Li Hua habló en confianza de sus sentimientos más íntimos: “Hermana Wang, hermana Liu, no quiero perderme las reuniones, pero conocéis perfectamente la situación de la iglesia hoy por hoy. A nuestra iglesia le falta por completo la presencia del Señor. Ya no soy capaz de sentir el liderazgo del Señor. Incluso si voy a las reuniones, oiré los mismos sermones viejos. Sería mejor que me quedase en casa a pensar a solas: ¿Por qué nos falta la presencia y la guía del Señor? A lo largo de todo este tiempo me lo he estado preguntando. En mi opinión, es como si hubiésemos seguido al hombre, tomado el camino equivocado, y hubiésemos sido abandonados por el Espíritu Santo. De lo contrario, según el camino de búsqueda del hermano Lin, deberíamos estar cada vez más transformados y sentirnos cada vez más seguros. Es más, la iglesia ahora no debería estar tan desolada. ¿No opináis lo mismo?

Las palabras de Li Hua tocaron la fibra de Wang Lan y Liu Yun. La verdad es que estas dudas eran las que les habían preocupado en sus casas. Inesperadamente, Li Hua sacó el tema ese día. Liu Yun miró a Wang Lan y luego dijo con firmeza: “Cierto. Yo también pienso que nuestra iglesia local hace mucho que ha perdido la obra del Espíritu Santo. ¿En qué lugar de la tierra estará el Espíritu Santo trabajando ahora? ¿Se supone que debemos salir en buscar de la obra del Espíritu Santo? No es bueno quedarse sentado y esperar pasivamente la llegada de la muerte. Como colaboradoras de la iglesia, deberíamos ser responsables de las vidas de nuestros hermanos y hermanas. La Biblia dice: ‘Las débiles no habéis fortalecido, la enferma no habéis curado, la perniquebrada no habéis vendado, la descarriada no habéis hecho volver, la perdida no habéis buscado’ (Ezequiel 34:4). Hemos fracasado en nuestro cometido. Cuando llegue la hora, ¿cómo podremos rendirle cuentas al Señor?”

Las palabras de Liu Yun atravesaron el corazón de Wang Lan como una cuchilla. Wang Lan asintió y dijo: “De hecho, durante todo este tiempo, he estado estudiando las profecías en la Biblia acerca del regreso del Señor. Vi que las profecías ya se han cumplido. Si ese es el caso, ¿demuestra eso que el Señor ha vuelto? ¿Significa que otras iglesias han sido arrebatadas primero, pero nosotros no?” Al oír las palabras de Wang Lan, Li Hua pareció emocionarse un poco. Dijo emocionada: “Creo que es posible. Si otras iglesias de verdad han sido arrebatadas, demuestra que la nuestra ha ido por el camino equivocado y el Señor la ha abandonado. Entonces, ¿dónde aparece ahora el Señor para obrar?” Wang Lan continuó diciendo: “Basándonos en las profecías de la Biblia, hay dos posibles maneras para el regreso del Señor. Una es volver en secreto. La otra es aparecer públicamente. Ahora es el final de los últimos días. Puede que el Señor haya descendido en secreto, y aún no lo sabemos. Al igual que cuando Jesucristo obró en una ocasión sobre la tierra: tan sólo una minoría supo reconocerlo y lo siguió. No fue hasta que lo crucificaron y se les apareció públicamente a los hombres tras Su resurrección, que más gente supo que Él era el Mesías anunciado”.

Las tres hermanas abrieron sus corazones audazmente. Mantuvieron una conversación entre ellas. Cuanto más discutían el tema, más claro lo tenían.

Liu Yun: Hermana Wang, estoy completamente de acuerdo con tu interpretación. Puede que el Señor realmente haya vuelto. Si no lo buscamos, seremos eliminados.

Li Hua: Si eso es el caso, no deberíamos quedarnos sentados y esperar la muerte con pasividad. Deberíamos salir y buscar los pasos de la obra de Dios. Y sin embargo, ¿dónde buscarlos?

Wang Lan: Jesucristo dijo que volvería. Se hizo carne, y luego se encarnará como el Hijo del Hombre para obrar sobre la tierra cuando regrese. Sus palabras pueden demostrarlo. Dijo: “Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25). Creo que ‘el Hijo del Hombre’ aquí tiene que referirse a Dios encarnado. Si Dios no se hace carne para llevar a cabo Su obra, ¿cómo puede sufrir mucho y ser rechazado por esta Era? En el Apocalipsis también se profetiza: “Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candelabros de oro; y en medio de los candelabros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro” (Apocalipsis 1:12-13). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7). Como puede verse, cuando Dios regrese en los últimos días, se encarnará como el Hijo del Hombre y les hablará a las iglesias. Jesucristo también dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, […]” (Juan 10:27). Por lo tanto, deberíamos ser vírgenes sabias, que buscan la voz de Dios. Donde esté lo que el Espíritu les dice a las iglesias, allí estará la voz de Dios. Cuando encontremos la voz de Dios y aceptemos Su obra, seremos arrebatados. El arrebatamiento, tal como yo lo entiendo, es aceptar al Hijo del Hombre encarnado y presentarse ante Dios. Eso es el arrebatamiento. Si no aceptamos el regreso del Señor, seremos abandonados y no seremos arrebatados.

Liu Yun: ¡Tienes razón! Es muy probable que el Señor vuelva a la tierra como el Hijo del Hombre a través de la encarnación para llevar a cabo Su obra. Aceptar al Hijo encarnado del Hombre es en verdad ser arrebatado. Deberíamos ser vírgenes sabias y buscar la voz de Dios. Sólo si encontramos a Dios y aceptamos Su nueva obra, habremos sido realmente arrebatados.

Li Hua: Tus palabras han sido iluminadas por el Espíritu Santo. Ahora conocemos el verdadero significado del arrebatamiento. Significa que el Señor vendrá a la tierra para cuidar de nosotros. Cuando oigamos Su voz, nos volveremos ante Él. Estaremos arrebatados. Está de pie en el aire y nos lleva al cielo; es totalmente la idea e imaginación del hombre. Es insostenible.

Wang Lan: Según la profecía en el Apocalipsis, la iglesia de Filadelfia será arrebatada cuando llegue el Señor. Y también dice en Apocalipsis 3:12-13: “Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. “y mi nombre nuevo”. que se menciona aquí, tiene que significar que el Señor tendrá un nuevo nombre cuando regrese. La iglesia que será capaz de oír la voz de Dios y acepte Su nuevo nombre, es la Iglesia de Filadelfia. Es la única iglesia que en verdad será arrebatada. Aquellos que acepten el regreso del Señor, son los que habrán recibido el arrebatamiento y los que lo festejarán. Aquellos que no puedan oírle o aceptar Su nuevo nombre, serán abandonados. Así es como debería ser.

Tras el debate, la tristeza de Wang Lan se desvaneció. A sus ojos, el tema debatido durante aquella tarde había sido inspirado por el Espíritu Santo. Ahora conocía el verdadero significado del arrebatamiento y entendió que lo que ella había entendido en el pasado por el arrebatamiento, en realidad era su propia idea e imaginación, que no se correspondía para nada con los hechos reales. Sin embargo, dejando a un lado el entusiasmo, surgió otra confusión entre ellas: ¿Qué debían hacer para ser vírgenes sabias, seguir los pasos del Cordero y asistir a la celebración del banquete del Cordero, para no ser rechazadas por el Señor?

(Traducido del original en inglés al español por Eva Trillo)

Fuente: Estudiar la Biblia

Para conocer más: La verdad del rapto

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¿Pueden entrar en el reino de los cielos los que sólo aceptan al Señor Jesús pero no la obra y aparición de Su segunda venida?

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Reflexión del evangelio de hoy¿Pueden entrar en el reino de los cielos los que sólo aceptan al Señor Jesús pero no la obra y aparición de Su segunda venida?

 Al oír a alguien testificar que el Señor ha vuelto y ha expresado la verdad y ha hecho una nueva obra de salvar y purificar a la gente, algunas personas se niegan a aceptar esta nueva obra, porque piensan que gracia a la salvación y el perdón del Señor Jesús podrán ser arrebatadas directamente al reino de los cielos cuando Él venga. ¿Es este punto de vista coherente con la Palabra de Dios? Leamos lo que dice la Palabra de Dios.

Dios dice: “Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado ni perfeccionado por Dios, ¿puede ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡qué suerte tendrías! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Tú, un pecador que acaba de ser redimido, eres, por tanto, incapaz de heredar directamente la herencia de Dios”.

Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre; no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió que Jesús se convirtiera en la ofrenda por el pecado y cargara con los pecados del hombre, sino también que Dios realizara una obra incluso mayor para librar completamente al hombre de su carácter corrompido por Satanás. Y así, ahora que el hombre ha sido perdonado de sus pecados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio. Esta obra llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida”.

Las palabras de Dios nos dicen claramente que después de habernos creído en el Señor solo conseguimos el perdón de los pecados, pero todavía no estamos libres de la esclavitud de la naturaleza pecaminosa. Así como todavía podemos discutir y enojarnos con otros cuando no estamos de acuerdo con ellos; todavía tenemos celos de aquellos que son mejores que nosotros; todavía buscamos el dinero y deseos carnales, y así sucesivamente. Es obvio que a menudo vivimos en el pecado sin ser capaces de librarnos de él. Dios es santo, y a los impuros no se les permite entrar en el reino de los cielos, entonces ¿cómo es posible que estemos cualificados para entrar en él? Por esta razón, el Señor prometió venir de nuevo a expresar la verdad y a hacer una etapa de obra de jugar y purificar a la humanidad en los últimos días, a fin de resolver completamente la raíz de su pecado, de que pudiera ser purificada y entrar en el reino de los cielos. Así pues, aceptar la obra de juicio del regreso del Señor es la única manera en que entramos en el reino celestial. Si aceptamos la obra del Señor Jesús, no la de juicio y purificación de Dios en los últimos días, estamos rechazando Su salvación en los últimos días, y perderemos la oportunidad de ser purificados del pecado y de entrar en el reino de los cielos.

Para conocer más: Quiénes entrarán al reino de Dios


martes, 28 de septiembre de 2021

¿A quiénes protege Dios en medio del desastre?

Ahora la epidemia en Perú se vuelve cada vez más grave, mueren muchas personas cada día, ¿te preocupas por la seguridad de tu familia?

Quizás dirías que mientras oremos al Señor Jesús y tengamos fe en Él, nos guardará. Pero, ¿es éste realmente el caso? Todos sabemos que algunos creyentes han muerto en los desastres, ¿por qué Dios no los guardó? ¿Acaso es que no habían orado al Señor ni habían tenido fe en Él? Así pues, ¿qué clase de personas son protegidas por Dios en el desastre?

Lean el siguiente artículo para conocer los detalles.

Por Junying

¿Qué es la salvación? La salvación viene de Dios. La salvación de Dios está preparada para salvar a la humanidad y desborda el gran amor y la misericordia de Dios por la humanidad. El hecho de que podamos recibir la salvación de Dios está directamente relacionado con el hecho de que seamos salvados y entremos en el reino de los cielos. ¡Comprendamos la salvación de Dios a partir de Su obra y busquemos cómo obtenerla!

La salvación de Dios para la humanidad en la Era de la Ley

En el principio, Dios creó los cielos y la tierra y todas las cosas. Después de que todo quedara establecido, Él creó a Adán y Eva, los progenitores de los seres humanos. Dios los puso en el jardín del Edén y vivieron felices bajo Su protección. Sin embargo, la serpiente los tentó para que traicionaran a Dios y tras hacerlo acabaron expulsados del jardín del Edén y arrojados a una vida de enfermedad, envejecimiento y muerte. Desde entonces, la humanidad se volvió cada vez más corrupta y cayó en tal maldad y depravación que Dios desató un gran diluvio para aniquilar a todos los seres humanos de ese tiempo, y sólo permitió que ocho miembros de la familia de Noé sobrevivieran. Después de aquello, la humanidad continuó sobreviviendo y reproduciéndose en la tierra, pero la gente de aquella época sólo era consciente de su comida y su techo y de toda la gracia que Dios les había concedido. No sabían cómo ser buenas personas, cómo vivir en la tierra, de dónde venían los seres humanos o cómo adorar o venerar a Dios. La gente así no tenía la habilidad de glorificar o exaltar a Dios y eran totalmente incapaces de cumplir la voluntad de Dios. Por eso Dios inició Su obra de gestión para la salvación de la humanidad. Jehová Dios usó a Moisés para dictar Sus mandamientos y la ley para guiar la vida de la humanidad en la tierra. Por ejemplo, observar el Sabbat, honrar a los padres, no adorar ídolos y no cometer adulterio ni robar. También estableció regulaciones para los sacrificios de personas, para la comida, la recompensa por el robo, así como para la matanza de animales. Cualquiera que violara las leyes de Dios sería quemado o apedreado hasta la muerte, pero si guardaba las leyes y los mandamientos de Jehová, sería bendecido por Él. Jehová Dios contuvo a los seres humanos por medio de Sus mandamientos y leyes; esto guio a la gente a vivir en la tierra de una manera apropiada y ordenada, lo cual les permitió actuar de acuerdo con las normas y saber que debían adorar al único Dios; esta fue la salvación de Dios en la Era de la Ley. Al presentarse ante Dios, escuchar las palabras de Jehová, cumplir Sus leyes y mandamientos y adorar devotamente a Jehová, las personas podían ser salvadas y bendecidas por Dios y obtener la salvación de Dios en la Era de la Ley.

La salvación de Dios para la humanidad en la Era de la Gracia

A finales de la Era de la Ley la gente se volvió cada vez más corrupta y pocos cumplían ya con la ley y los mandamientos. Estaban haciendo muchas cosas que ofendían el carácter de Dios, tales como adorar ídolos, cometer adulterio, idear planes malvados, robar y hurtar y ser codiciosos y corruptos. Incluso usaban palomas, reses y ovejas cojas y ciegas como sacrificios para Dios. Dios es justo y santo, así que ese tipo de comportamiento por parte de la gente inevitablemente condujo a su muerte según lo determinado por la ley, pues ofendían el carácter de Dios. Sin embargo, Dios ama a la humanidad y no quiere destruir a todos los hombres, así que se hizo personalmente carne para venir a la tierra. El Señor Jesús encarnado concluyó la Era de la Ley y comenzó la Era de la Gracia; Él expresó el camino del arrepentimiento, proporcionando a la humanidad un nuevo sendero de práctica. Él enseñó a la gente a perdonar y ser tolerante, a amar a sus enemigos y perdonar a los demás setenta veces siete. El Señor Jesús también sanó a los enfermos y expulsó a los demonios; realizó todo tipo de milagros y, mientras la gente se confesara con sinceridad, el Señor Jesús perdonaba sus pecados con Su gran tolerancia y paciencia. Finalmente, el Señor Jesús fue clavado en la cruz como una ofrenda permanente por los pecados de la humanidad. Él cargó con todos los pecados de la humanidad y de esa manera llevó a cabo la obra de redención de la Era de la Gracia. Esta fue la salvación que le trajo Dios a la humanidad en la Era de la Gracia. Al aceptar la salvación del Señor Jesús, al orar en Su nombre y al confesar y arrepentirnos ante el Señor, nuestros pecados pueden ser redimidos y podemos disfrutar de la paz y el gozo que Dios nos ha concedido. En eso consiste obtener la salvación de Dios en la Era de la Gracia.

La salvación de Dios para la humanidad en los últimos días

El Señor Jesús nos redimió, permitiendo que nuestros pecados fueran perdonados. Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa no ha sido eliminada. Nuestro carácter satánico, nuestra naturaleza arrogante y engreída, egoísta y despreciable, retorcida y tramposa, malvada y codiciosa, siniestra y maliciosa, todavía está profundamente arraigada en nosotros. Dominados por este carácter satánico, todavía pecamos y nos oponemos a Dios sin quererlo. Por ejemplo, a menudo nos involucramos en conflictos e intrigas sólo por nuestro propio beneficio e incluso perdemos la confianza en nuestros seres queridos. Cuando nos enfrentamos a enfermedades, calamidades o peligros, culpamos y malinterpretamos a Dios. Incluso tratamos de oponernos y razonar con Él. Carecemos por completo de obediencia. Jehová Dios dijo: “[…] Seréis, pues, santos porque yo soy santo” (Levítico 11:45). El Señor Jesús dijo: “En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre” (Juan 8:34-35). Dios es santo, y ningún pueblo manchado puede entrar en Su reino. Estamos cubiertos de inmundicia; somos corruptos e injustos, indignos de ver el rostro de Dios o de entrar en Su reino. Está escrito en la Biblia: “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Así nos damos cuenta de que, si no somos capaces de deshacernos de las ataduras y restricciones del pecado y continuamos pecando a menudo y a sabiendas, nos estaremos oponiendo a Dios a causa de nuestros pecados y por tanto seremos destruidos por Él.

Sin embargo, las palabras de Dios dicen: “Sin embargo, la obra realizada por Dios es diferente. Como creó al hombre, lo guía; como lo salva, lo hará de manera concienzuda y lo ganará por completo; como dirige al hombre, lo llevará al destino adecuado; y como creó al hombre y lo gestiona, debe asumir la responsabilidad por el sino y la perspectiva del ser humano. Esta es, precisamente, la obra realizada por el Creador” (‘Restaurar la vida normal del hombre y llevarlo a un destino maravilloso’ en “La Palabra manifestada en carne”). Dios creó a la humanidad y quiere ganar al hombre por completo. Ya que está salvando a la humanidad, quiere apartarla por completo de las garras de Satanás. Por eso Dios ha preparado la salvación de los últimos días para nosotros. Tal como está escrito en la Biblia: “Que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo” (1 Pedro 1:5). “Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan” (Hebreos 9:28). “Por tanto, ceñid vuestro entendimiento para la acción; sed sobrios en espíritu, poned vuestra esperanza completamente en la gracia que se os traerá en la revelación de Jesucristo” (1 Pedro 1:13). Las palabras de Dios dicen: “Los pecados del hombre fueron perdonados, y esto es gracias a la obra de crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en su viejo carácter satánico corrupto del pasado. Así pues, el hombre debe ser completamente salvado de su carácter satánico corrupto para que su naturaleza pecadora le sea completamente extirpada y no se desarrolle más, permitiendo, así, que el carácter del hombre se transforme. Esto requeriría que el hombre entendiera la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También requeriría que el hombre actuara de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y pueda ser conforme a la voluntad de Dios, despojarse de su carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, emergiendo, así, totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de estas palabras entendemos que el regreso del Señor Jesús en los últimos días tiene como fin concedernos el camino de vida adecuado para que podamos entender toda la verdad y el sendero que lleva a la purificación de nuestro corrupto carácter satánico, para así deshacernos de las ataduras y restricciones de nuestro carácter corrupto. Sólo de esta manera nos será posible convertirnos en personas que cumplan con la voluntad de Dios, que logren la salvación de Dios y estén calificadas para entrar en Su reino. Esta es la salvación que Dios ha preparado para nosotros en los últimos días.

¿Qué obra hace principalmente Dios de los últimos días? El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:7). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). “Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo” (Juan 5:22). “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Dios nos ha dicho claramente que Dios de los últimos días pronunciará más palabras y hará la obra de juicio para guiarnos a entrar en toda verdad. Si aceptamos la salvación del Dios de los últimos días, entendemos todos los aspectos de la verdad, encontramos la senda para que nuestros pecados sean purificados y además actuamos de acuerdo con los requerimientos de Dios y el camino que Él nos señala, seremos capaces de liberarnos de nuestro carácter corrupto y satánico, de ser purificados y obtener la salvación de Dios. ¡Sólo así se obtiene la salvación total de Dios! Ojalá todos seamos vírgenes prudentes que siguen verdaderamente la voz de Dios y, cuando oigamos que alguien está dando testimonio de que Dios está pronunciando palabras y llevando a cabo la obra de juicio, no la rechacemos ciegamente. En cambio, debemos tratarla con cautela y buscarla e investigarla proactivamente para discernir si es realmente la obra de Dios, si contiene expresiones de la verdad. ¡Esa es la única manera de dar la bienvenida al regreso del Señor Jesús y obtener la salvación de Dios de los últimos días!

Leer más: Reflexiones Cristianas

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El Señor Jesús fue crucificado para salvar y redimir a la humanidad

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Mensajes BíblicosEl Señor Jesús fue crucificado para salvar y redimir a la humanidad

“Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:17).

¿Conoces el significado de «salvar» y «redimir»? Salvar significa la salvación, redimir es entregar la vida de una persona a cambio de la humanidad que vive bajo las manos de Satanás. El Hijo de Dios, el Señor Jesús, no tenía ningún pecado, no obstante, redimió a la humanidad corrupta a costa de la muerte y perdonó sus pecados. Así pues, lo que hizo el Señor Jesús fue la obra de la redención.

Dios Todopoderso dice: “Sin la redención de Jesús, los hombres habrían vivido por siempre en el pecado y se habrían vuelto los hijos del pecado, los descendientes de los demonios. De continuar así, toda la tierra se habría convertido en el sitio donde habita Satanás, el lugar de su morada. Sin embargo, la obra de la redención requería brindar misericordia y bondad a la humanidad. Sólo así los humanos podían recibir el perdón y, al final, ganarse el derecho a que Dios los hiciera completos y los obtuviera plenamente. Sin esta etapa de la obra, el plan de gestión de seis mil años no habría podido avanzar. Si Jesús no hubiera sido crucificado, si solamente hubiera sanado a los enfermos y exorcizado a los demonios, las personas no podrían haber sido perdonadas completamente por sus pecados. En los tres años y medio que Jesús pasó haciendo Su obra en la tierra, completó sólo la mitad de Su obra de redención. Luego, al ser clavado en la cruz y al convertirse en la semejanza de la carne pecadora, al ser entregado al malvado, Él completó la obra de la crucifixión y dominó el destino de la humanidad. Sólo después de ser entregado en las manos de Satanás, redimió a la humanidad. Durante treinta y tres años y medio sufrió en la tierra, lo ridiculizaron, lo difamaron y lo abandonaron, incluso al punto en el que no tenía un lugar donde posar Su cabeza, ningún lugar para descansar; luego fue crucificado y todo Su ser, un cuerpo inmaculado e inocente, fue clavado en la cruz y padeció todo tipo de sufrimientos. Quienes estaban en el poder se burlaron de Él y lo flagelaron e incluso los soldados escupieron en Su rostro; sin embargo, Él permaneció en silencio y soportó hasta el final, sometiéndose incondicionalmente hasta la muerte, con la cual redimió a toda la humanidad. Sólo entonces se le permitió descansar. La obra que Jesús llevó a cabo representa únicamente la Era de la Gracia, no representa la Era de la Ley ni sustituye a la obra de los últimos días. Esta es la esencia de la obra de Jesús en la Era de la Gracia, la segunda era por la que la humanidad ha pasado: la Era de la Redención”.

De estas palabras, se ve la importancia de la obra de la crucifixión del Señor Jesús. Sin la redención del Señor Jesús, la gente que vivía bajo la ley cometería más y más pecados, no tendría suficiente ofrenda para redimir sus pecados, e inevitablemente, sería ejecutada y condenada por las leyes, nadie podría sobrevivir. Por lo tanto, Dios se hizo carne personalmente, soportó el sufrimiento, cargó los pecados del hombre y fue crucificado para completar la obra de redención, por fin redimió a toda la humanidad de Satanás. Como resultado, la gente sobrevivió confiando en la ofrenda del pecado del Señor Jesús, y podía orar e invocar directamente a Dios y disfrutar de Su abundante gracia y suministro. Tal como dijo el Señor Jesús: “Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).

Para conocer más: Cómo se obtiene la salvación

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lunes, 27 de septiembre de 2021

La clave de acoger el regreso del Señor es escuchar Su voz

¿Sabes? Hay un grupo de vírgenes prudentes han oído la voz de Dios y han acogido el regreso del Señor. Al ver esta noticia, ¿te sientes confundido y sin saber qué tiene que ver oír la voz de Dios con acoger al Señor? Leamos algunos versículos y las palabras de Dios para aclarar esta pregunta.

Profecías del Apocalipsis: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:29).

El Señor Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen” (Juan 10:27).

Dios Todopoderoso dice: “Ya que estamos buscando las huellas de Dios, nos corresponde a nosotros buscar la voluntad de Dios, Sus palabras y declaraciones; porque dondequiera que haya nuevas palabras dichas por Dios, allí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están Sus hechos. Donde está la expresión de Dios, ahí aparece, y cuando aparece, ahí existe la verdad, el camino y la vida. Al buscar las huellas de Dios, habéis ignorado las palabras ‘Dios es la verdad, el camino y la vida’. Y así, muchas personas, incluso cuando reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué error tan grave!”.

De esto se ve que el Señor vendrá a expresar palabras en los últimos días, y de esta manera llama a la puerta del hombre y busca a Sus ovejas. Si queremos dar la bienvenida al Señor y seguir Sus pasos, tenemos que buscar Sus nuevas palabras y declaraciones, cuando reconozcamos la voz de Dios desde esas palabras y aceptemos y obedezcamos a Él, seremos los que reciben al Señor. Al igual que cuando el Señor Jesús apareció y obró, Pedro reconoció que Él era Cristo mediante Sus sermones; cuando la mujer samaritana escuchó al Señor Jesús desvelar sus secretos ocultos e indicarle la forma de adorar a Dios en espíritu y en verdad, lo reconocí como el Mesías venidero.

Hoy en día, el Señor ha regresado hace mucho tiempo, es Dios Todopoderoso encarnado, quien ha publicado millones de palabras, y las cuales se han traducido a más de 30 idiomas y publicado en la página web para que todo el mundo busque e investigue. Con que leas dichas palabras con atención, podrás reconocer que ellas son la declaración de Dios, y recibir el regreso del Señor.

Para conocer más: Cómo reconocer la voz de Dios

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Palabra de Dios para hoy | Fragmento 526 | "Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio"


Palabra de Dios para hoy | Fragmento 526 | "Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio"

El hombre vive en medio de la carne, lo que quiere decir que vive en un infierno humano, y sin el juicio y el castigo de Dios, el hombre es tan inmundo como Satanás. ¿Cómo puede el hombre ser santo? Pedro creía que el castigo y el juicio de Dios eran la mejor protección del hombre y la mayor gracia. Sólo a través del castigo y el juicio de Dios el hombre podía ser despertado, y odiar la carne y odiar a Satanás. La disciplina estricta de Dios libera al hombre de la influencia de Satanás; lo libera de su propio y pequeño mundo, y le permite vivir a la luz de la presencia de Dios. ¡No hay mejor salvación que el castigo y el juicio! Pedro oró, “¡Oh Dios! Siempre que me castigues y me juzgues, sabré que no me has abandonado. Aunque no me des gozo y paz, y me hagas vivir en sufrimiento, y me inflijas castigos sin número, mientras que no me dejes mi corazón estará tranquilo. Hoy, Tu castigo y juicio se han vuelto mi mejor protección y mi mayor bendición. La gracia que me das me protege. La gracia que me otorgas hoy es una manifestación de Tu justo carácter, y es castigo y juicio; más aún, es una prueba y, más que eso, es una vida de sufrimiento”. Pedro pudo hacer a un lado los placeres de la carne y buscar un amor más profundo y una protección mayor debido a que había ganado del castigo y del juicio de Dios gracia en demasía. En su vida, si el hombre quiere ser limpiado y lograr cambios en su carácter, si quiere vivir una vida que tenga sentido y cumplir su deber como criatura, entonces debe aceptar el castigo y el juicio de Dios, y no debe dejar que se aparten de él la disciplina de Dios ni los golpes de Dios, para que se pueda liberar de la manipulación y la influencia de Satanás, y pueda vivir en la luz de Dios. Sabe que el castigo y el juicio de Dios son la luz, y la luz de la salvación del hombre, y que no hay mejor bendición, gracia o protección para el hombre. El hombre vive bajo la influencia de Satanás, y existe en la carne; si no es limpiado y no recibe la protección de Dios, entonces el hombre se hará cada vez más depravado. Si quiere amar a Dios, entonces debe ser limpiado y salvado. Pedro oró, “Dios, cuando me tratas benignamente me deleito y siento consuelo; cuando me castigas, siento mayor consuelo y gozo. Aunque soy débil y soporto un sufrimiento incalculable, aunque hay lágrimas y tristeza, sabes que esta tristeza se debe a mi desobediencia y a mi debilidad. Lloro porque no puedo satisfacer Tus deseos, siento pena y dolor porque soy insuficiente para Tus exigencias, pero estoy dispuesto a alcanzar esta esfera; estoy dispuesto a hacer todo lo que pueda para satisfacerte. Tu castigo me ha traído protección y me ha dado la mejor salvación; Tu juicio eclipsa Tu tolerancia y paciencia. Sin Tu castigo y juicio, no gozaría de Tu misericordia y piedad amorosa. Hoy veo cada vez más que Tu amor ha trascendido los cielos y lo ha superado todo. Tu amor no sólo es misericordia y piedad amorosa; es más que eso, es castigo y juicio. Tu castigo y juicio me han dado tanto. Sin Tu castigo y juicio, ni una sola persona sería limpiada, y ni una sola persona podría experimentar el amor del Creador. Aunque he soportado cientos de pruebas y tribulaciones y me he acercado más a la muerte, tal sufrimiento me ha permitido conocerte realmente y obtener la salvación suprema. Si Tu castigo, juicio y disciplina se apartaran de mí, entonces viviría en la oscuridad, bajo el ámbito de Satanás. ¿Qué beneficios tiene la carne del hombre? Si Tu castigo y juicio me dejaran, sería como si Tu Espíritu me hubiera abandonado, como si ya no estuvieras conmigo. Si eso fuera así, ¿cómo podría seguir viviendo? Si me enfermas y me quitas mi libertad, puedo seguir viviendo, pero si Tu castigo y juicio me dejaran, no tendría manera de seguir viviendo. Si estuviera sin Tu castigo y juicio, habría perdido Tu amor, un amor que es demasiado profundo para que lo exprese con palabras. Sin Tu amor viviría bajo el dominio de Satanás y no podría ver Tu glorioso rostro. ¿Cómo decir que yo podría seguir viviendo? Tal oscuridad, tal vida, no la podría soportar. Tenerte conmigo es como verte, así que, ¿cómo podría dejarte? Te suplico, te imploro que no me quites mi mayor consuelo, incluso si sólo son unas pocas palabras de tranquilidad. He gozado Tu amor y hoy no puedo estar lejos de Ti; ¿cómo decir que no podría amarte? He derramado mis lágrimas de tristeza por Tu amor, pero siempre he sentido que una vida como esta tiene más sentido, que puede enriquecerme más, que puede cambiarme más, y que puede permitirme más alcanzar la verdad que todas las criaturas deben poseer”.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

domingo, 26 de septiembre de 2021

¿Cómo reconoció al Señor la mujer samaritana?

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Reflexiones cristianas cortas: ¿Cómo reconoció al Señor la mujer samaritana?

Hay una persona no tuvo muchos conocimientos sobre las Escrituras, pero pudo reconocer al Señor Jesús como el Mesías venidero. Ésta es la mujer samaritana. ¿Quieres saber las causas por las que pudo reconocer al Señor?

1. Reconoció la voz de Dios a partir de las palabras del Señor Jesús

Cuando la mujer samaritana oyó al Señor Jesús decir: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Juan 4:13-14), sintió que Sus palabras tenían autoridad y poder. Y luego, el Señor Jesús desveló el secreto acerca de sus cinco maridos, y le aclaró su confusión sobre la adoración de Dios: “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren” (Juan 4:23). Cuando ella escuchó al Señor Jesús revelar su secreto y mostrarle maneras de adorar a Dios, fue consciente de que Él era el Mesías porque sólo Dios podía examinar lo más profundo del corazón del hombre, proveerle la verdad e indicarle maneras de práctica, por lo tanto, reconoció que el Señor Jesús era el Mesías venidero.

2. Tenía un corazón humilde

De hecho, los samaritanos siempre habían sido despreciados por los judíos, y no tenían muchos tratos entre ellos. Por eso, cuando oyó al Señor Jesús pedirle un poco de agua, se quedó muy sorprendida. Pero no se negó a hablar con el Señor por ello, sino que le escuchó humildemente. Al oír que el Señor Jesús dijo que poseía el agua viva, ella fue capaz de pedirle que le diera el agua que podría traerle la vida eterna. Cuando el Señor Jesús le reveló sus secretos inconfesables, aunque ella no estaba dispuesta a mencionarlos, esto no le impidió hablar con Él y, en cambio, continuó buscándole. Después de que el Señor Jesús resolvió su confusión, y le permitió entender cómo adorar a Dios para ser compatible con la voluntad de Dios, ella reconoció que el Señor Jesús era el Mesías venidero. De esto podemos ver que la otra razón por la que la mujer samaritana pudo recibir la salvación fue porque fue capaz de humillarse para buscar la verdad.

Entonces, ¿qué inspiración nos da la historia de la mujer samaritana para nuestro recibimiento al Señor en los últimos días?

Para conocer más: La segunda venida de Cristo

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El misterio acerca de que el Señor Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre

El Señor Jesús dijo: “Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:10). “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). De esto, se ve que el Señor Jesús era Dios mismo. Y ya que el Señor Jesús era Dios mismo, ¿por qué oraba y llamaba a Dios en el cielo por el nombre de “Dios Padre”?Comparte un artículo para ayudarte a encontrar la respuesta:

predicación cristiana:¿Por qué el Señor Jesús llamaba Padre a Dios en el cielo?

En el pasado, vi la Biblia grabada, “Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre El. Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo amado en quien me he complacido’” (Mateo 3:16-17). Además, Jesucristo solía decir “Dios el Padre” mientras oraba. Por lo tanto, creía firmemente que Dios era el Padre en el cielo y que Jesucristo era solo el Hijo de Dios. Pero más tarde, leí las palabras de Jesucristo: “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Y está escrito en la Escritura: “Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesucristo le dijo: ‘¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?’” (Juan 14:8-10). Entonces me sentí muy confundido en mi corazón: el Dios en el cielo dijo que Jesucristo era su Hijo amado. Además, Jesucristo llamó a Dios en el cielo Padre en sus oraciones. Sin embargo, Jesucristo dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; [...] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9-10). “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Entonces, ¿Jesucristo es realmente el Hijo o el Padre? Normalmente, el Hijo es el Hijo y el Padre es el Padre. ¿Cómo pueden convertirse en uno? Con esta complicación, les pregunté a muchos hermanos y hermanas del Señor, incluidos a pastores, ancianos y predicadores. Todos dijeron que era un gran misterio para que el hombre no pudiera explicarlo claramente por nuestra mente. Como consecuencia, esta duda, estuvo en mi mente muchos años.

Esta duda estuvo en mí hasta que un día, leí un pasaje en un libro espiritual que me había dado un amigo mío, “Cuando Jesús llamaba a Dios en el cielo por el nombre de Padre al orar, solo lo hacía desde la perspectiva de un hombre creado, solo porque el Espíritu de Dios se había vestido con la carne de un hombre ordinario y normal y tenía el envoltorio exterior de un ser creado. Incluso si dentro de Él estaba el Espíritu de Dios, Su apariencia externa seguía siendo la de un hombre normal; en otras palabras, había pasado a ser el ‘Hijo del hombre’ del que todos los hombres, incluido el propio Jesús, hablaban. Dado que es llamado el Hijo del hombre, Él es una persona (sea hombre o mujer, en cualquier caso una con el caparazón exterior de un ser humano) nacida en una familia normal de personas ordinarias. Por tanto, que Jesús llamara a Dios en el cielo por el nombre de Padre era igual a cuando vosotros lo llamasteis Padre al principio; Él lo hizo desde la perspectiva de un hombre creado. ¿Recordáis todavía la oración del Señor que Jesús os enseñó para memorizar? ‘Padre nuestro que estás en los cielos…’. Él pidió a todos los hombres que llamaran a Dios en el cielo por el nombre de Padre. Y como Él también lo llamaba Padre, lo hacía desde la perspectiva de uno que está en igualdad de condiciones con todos vosotros. Como llamasteis a Dios en el cielo por el nombre de Padre, esto muestra que Jesús se consideraba en igualdad de condiciones que todos vosotros, como un hombre escogido por Dios (es decir, el Hijo de Dios) sobre la tierra. Si llamáis a Dios Padre, ¿no es porque sois un ser creado? Por muy grande que fuera la autoridad de Jesús en la tierra, antes de la crucifixión, Él era simplemente un Hijo del hombre, dominado por el Espíritu Santo (es decir, Dios), y uno de los seres creados de la tierra, porque aún tenía que completar Su obra. Así pues, que llamara Padre a Dios en el cielo, era únicamente por Su humildad y obediencia. Que se dirigiera a Dios (es decir, al Espíritu en el cielo) de esa manera no demuestra, sin embargo, que Él fuera el Hijo del Espíritu de Dios en el cielo. Más bien, Su perspectiva era sencillamente diferente, no es que Él fuera una persona distinta. ¡La existencia de personas diferentes es una falacia! Antes de Su crucifixión, Jesús era un Hijo del hombre sujeto a las limitaciones de la carne, y Él no poseía la plena autoridad del Espíritu. Por esta razón, Él sólo podía buscar la voluntad de Dios Padre desde la perspectiva de un ser creado. Es como cuando oró tres veces en Getsemaní: ‘No sea como yo quiero, sino como tú quieras’. Antes de que lo pusieran en la cruz, Él no era más que el Rey de los judíos; Él era Cristo, el Hijo del hombre, y no un cuerpo de gloria. Esa es la razón por la que, desde el punto de vista de un ser creado, llamaba Padre a Dios” (“¿Existe la Trinidad?”).

Estas palabras me iluminaron de inmediato y la duda que tantos años estuvo en mi mente finalmente se resolvió. Resultó que Jesucristo era el Espíritu de Dios revistiéndose de carne para convertirse en el Hijo del hombre. Tenía la apariencia exterior de un ser creado y vivía como un hombre normal. Cuando Jesucristo oró a Dios el Padre, lo hizo desde la perspectiva de un ser creado. Al igual que cuando Jesucristo nos enseñó a memorizar el Padrenuestro, “Padre nuestro que estás en el cielo…”, también nos pidió que llamemos a Dios en el cielo con el nombre de Padre. Según mi pensamiento, porque Jesucristo llamó a Dios en el cielo con el nombre de Padre, concluimos que Jesucristo no era el mismo Dios sino el Hijo del Espíritu de Dios; al que también llamamos Dios en el cielo, por el nombre de Padre, ¿podemos decir que somos hijos del Espíritu de Dios? ¡Qué absurdo fue mi pensamiento! Jesucristo es Dios mismo, sin embargo, podría llamar a Dios en el cielo con el nombre de Padre desde la misma perspectiva de un ser creado y buscar la voluntad de Dios el Padre. Revela por completo la esencia humilde y oculta de Dios. Sin embargo, no solo no tenía conocimiento de la esencia humilde de Dios, sino que también desarrollé nociones al llamar al Señor "Dios el Padre" mientras rezaba. ¡Qué ignorante era!

Luego leí estas palabras siguientes: “Todavía están los que dicen: ‘¿No declaró Dios expresamente que Jesús era Su Hijo amado?’. Jesús es el Hijo amado de Dios, en quién Él se regocija grandemente; esto ciertamente fue dicho por Dios mismo. Eso fue Dios dando testimonio de sí mismo, pero simplemente desde una perspectiva diferente, la del Espíritu en el cielo dando testimonio de Su propia encarnación. Jesús es Su encarnación, no Su Hijo en el cielo. ¿Entiendes? ¿No indican las palabras de Jesús, ‘Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí’ que Ellos son un Espíritu? ¿Y acaso no se debe a la encarnación que Ellos fueran separados entre el cielo y la tierra? En realidad, siguen siendo uno; sin importar lo que digan, es simplemente Dios dando testimonio de sí mismo. […] Pero en esos tiempos, el Espíritu en el cielo solo declaró que Él era el Hijo amado de Dios, y no mencionó que fuese el único Hijo de Dios. Esto simplemente no ocurrió. ¿Cómo podría Dios tener un único hijo? Entonces ¿no se habría hecho hombre Dios? Como Él era la encarnación, se le llamó el Hijo amado de Dios y, a partir de esto, llegó la relación entre Padre e Hijo” (“¿Existe la Trinidad?”).

Después de leer esto, fui aún más consciente de que cuando el Espíritu en el cielo llamó a Jesús su Hijo amado, Dios presenció su carne encarnada desde la perspectiva del Espíritu. Ese fue Dios dando testimonio de sí mismo. Sin embargo, cuando Jesucristo llamó a Dios en el cielo con el nombre de Padre, llamó al Espíritu de Dios desde la perspectiva de la carne. Pero no pudo probar que Jesucristo era el Hijo del Espíritu de Dios en el cielo. En el tiempo del Nuevo Testamento, Dios encarnado vino a hacer la obra de la crucifixión y la redención. Él tomó los pecados de la humanidad como ofrenda por el pecado. Como el Espíritu de Dios no es apropiado para ser crucificado directamente, solo el Espíritu de Dios asumiendo la carne y viniendo a la tierra es el más adecuado para terminar el trabajo. Como la encarnación del Espíritu de Dios, Jesucristo hizo la obra de Dios mismo. Lo que Jesucristo expresó fue la voluntad del Espíritu. La carne y el Espíritu de Dios son uno y tienen la misma esencia, disposición, sabiduría y omnipotencia. Existe el único Dios verdadero en el cielo y en la tierra. No pude evitar recordar lo que Jesucristo dijo una vez: “El más importante es: ‘Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es’” (Marcos 12:29). Jesucristo enfatizó específicamente este mandamiento sólo para hacernos saber que Dios es único; es decir, hay un solo Dios y solo un Espíritu de Dios. Ciertamente, no hay una relación Padre-Hijo de la que hablar. Pensemos cuidadosamente: ¿Por qué podríamos producir la concepción del Padre y del Hijo? En último análisis, se debió al hecho de que no conocemos al Dios encarnado. Cuando estudiaba la Biblia, descubrí que no había estas declaraciones sobre el Padre y el Hijo en la era de la ley del Antiguo Testamento. La gente en ese momento no tenía la concepción del Padre y el Hijo. De hecho, la gente comenzó a desarrollar esta concepción después de que Jesucristo se hizo carne para hacer su trabajo, incluso a Felipe, que siguió al Señor Jesús. Entonces le dijo al Señor Jesús: “Señor, muéstranos al Padre". Sin embargo, Jesucristo corrigió su conocimiento erróneo. Él dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; [...] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9-10). Además, Jesucristo dijo una vez: “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Las palabras de Jesucristo hicieron bastante clara la relación entre el Padre y el Hijo, sin embargo, fue solo porque estábamos aturdidos y embotados que solo conocíamos las letras de los versículos pero no sabíamos que Dios estaba dispuesto a hacerlo. ¿No me dijeron las palabras de culpa de Jesucristo hacia Felipe? Según mi propia imaginación, determiné que Dios tenía los aspectos del Padre y del Hijo. Además, lo consideré como el Hijo de Dios en vez de Dios mismo. ¿No negué o blasfemé contra Dios? ¿Podría Dios ser único en mi corazón? ¡Lo que hice fue algo que ofendió severamente la disposición de Dios! Al pensar en eso, no pude evitar sentirme arrepentido y condenado por mi errónea idea. Al mismo tiempo, también le agradecí a Dios por haberme llevado a comprender esta verdad y misterio a partir de estas palabras y trascender mi concepción equivocada.

Ahora finalmente entiendo el significado de las palabras de Jesucristo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; [...] yo estoy en el Padre, y el Padre en mí” (Juan 14:9-10). “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30). Mientras tanto, sé que Jesucristo no es el Hijo de Dios en el cielo sino el mismo Dios encarnado en sustancia. Gracias a Dios por iluminarme para comprender el gran misterio. ¡Gloria a Dios!

Fuente: Estudiar la Biblia

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